Las bebidas energéticas están de moda, pero las bebidas energéticas también preocupan cada vez más a los expertos en salud por sus efectos en el cuerpo. “Para mantener la energía es mejor dormir bien, hidratarse y comer de manera regular que recurrir a energéticas”, dice Andrea Calderón, profesora de Nutrición Humana y Dietética en la Universidad Europea de Madrid. Suena obvio, ¿no? Pero parece que a muchos se nos olvida entre café, pantallas y el ritmo frenético del día a día.
El consumo de bebidas energéticas no para de crecer, sobre todo entre los más jóvenes, y eso empieza a encender las alarmas entre los expertos. Estas latas que prometen “activar cuerpo y mente” son, en realidad, una especie de cóctel de estimulantes: cafeína, taurina, guaraná o ginseng, además de una buena cantidad de azúcar. El problema es que ese “subidón” que ofrecen dura poco y el bajón llega antes de lo que uno imagina.
“Mucha gente piensa que aportan energía sostenida, y no es así. Generan un pico breve y después llega el bajón”, explica Calderón. Y no, no todas las bebidas con cafeína son iguales. “No son lo mismo que un refresco con cafeína, que suele tener menos cantidad, ni que una bebida isotónica, que está pensada para hidratar y reponer sales durante el ejercicio”, aclara. Confundirlas puede parecer un detalle menor, pero es justo ahí donde empieza el riesgo.
No es solo una lata: es cuánto, cuándo y quién la toma

En adultos sanos, una bebida puntual probablemente no cause un gran problema. Pero el cuerpo tiene un límite, y es fácil pasarlo. “Superar de golpe una dosis alta, algo fácil si se encadenan varias latas y cafés en poco tiempo, puede provocar nerviosismo, insomnio o taquicardias”, advierte la profesora.
Y hay otro detalle que mucha gente pasa por alto: la hora del día. Tomar una energética por la tarde o la noche puede convertirse en una batalla contra el sueño. “La cafeína retrasa la conciliación del sueño y reduce el descanso profundo. Para cuidar el sueño, conviene evitarlas en las horas finales del día”, aconseja Calderón. Tomar una energética a las ocho de la tarde puede dejarte mirando al techo a medianoche.
Grupos de riesgo y una mezcla que nunca deberías probar

Hay personas para las que estas bebidas no son recomendables bajo ningún concepto. Niños y adolescentes, embarazadas o personas con ansiedad, hipertensión o arritmias. “Su efecto estimulante puede ser especialmente peligroso en estos colectivos”, advierte Calderón. Una lata que para uno es un impulso, para otro puede ser un susto.
Pero lo peor llega cuando se mezclan con alcohol. Una combinación muy popular en bares y fiestas, y también muy peligrosa. “Es una mezcla que enmascara la embriaguez y favorece conductas de riesgo”, explica la experta. Crees estar sobrio cuando no lo estás, y ahí es donde comienzan los problemas.
¿Sirven para rendir más? No, y además te pueden pasar factura

Muchos las usan para estudiar o entrenar, convencidos de que mejoran el rendimiento. Pero los estudios dicen otra cosa. El efecto estimulante no mejora ni la concentración ni la fuerza a largo plazo. “No aportan nada que no puedan ofrecer el café o el té, consumidos con moderación y con mejor control de la dosis”, recuerda Calderón. No hay atajo: la energía falsa se paga cara.
Y ojo con el azúcar. Algunas latas superan en una sola toma el límite diario recomendado por la OMS. A la larga, eso se traduce en más peso, más fatiga y más riesgo de diabetes tipo 2. Esa dulzura que sabe tan bien esconde un precio alto para tu salud.
La energía real no viene en una lata
Si de verdad quieres mantener la energía, no hay secretos ni pócimas mágicas. Calderón lo resume así: “Dormir bien, hidratarse, comer de forma equilibrada y moverse cada día”. Y si aun así te apetece un poco de cafeína, mejor que venga de una taza de café o té, y lejos de las últimas horas del día.
Porque al final, las bebidas energéticas no son necesarias, y en algunos casos, pueden ser peligrosas. La energía auténtica —la que no se agota al rato— sigue estando en los hábitos sencillos: dormir, comer bien y escucharte un poco más.
En definitiva, las bebidas energéticas no son necesarias y, en exceso, pueden ser peligrosas; cuidar tu descanso y alimentación vale mucho más que depender de las bebidas energéticas.