Beber alcohol puede parecer inofensivo, especialmente una copa social después de un largo día o en reuniones con amigos. Pero la ciencia vuelve a advertir que incluso pequeñas cantidades pueden aumentar el riesgo de demencia. No importa si tu familia no tiene antecedentes: el alcohol tiene un efecto directo sobre las neuronas y sobre cómo el cerebro se comunica consigo mismo. Cada sorbo deja una huella, aunque no lo sintamos de inmediato.
Cada bebida suma

Investigadores de Cambridge y Oxford analizaron datos de más de medio millón de personas y revisaron información genética de 2,4 millones, evaluando la relación entre hábitos de consumo y riesgo de demencia. El resultado fue claro: si tomas tres copas a la semana, tu riesgo de demencia es 15% mayor que el de alguien que solo toma una. Incluso un consumo considerado “moderado” no es inocuo. La idea de que un vaso de vino diario protege tu corazón o tu memoria es cada vez más cuestionable.
Stephen Burgess, estadístico de Cambridge, comenta que “para cualquiera que elija beber, nuestro estudio sugiere que un mayor consumo de alcohol conduce a un mayor riesgo de demencia”. Son palabras directas, pero necesarias: el efecto es acumulativo, y muchas veces no se percibe hasta años después.
Ni siquiera lo “moderado” es seguro

Beber uno o dos vasos de vino al día, lo que muchos consideran socialmente aceptable, ya altera la neurogénesis y la comunicación entre neuronas. En personas con trastornos psiquiátricos como depresión, esquizofrenia o trastorno bipolar, el daño es acumulativo: cuanto más alcohol consumen, mayor es la afectación en la generación de nuevas neuronas.
Además, hay diferencias según el sexo biológico. En ciertos trastornos, las mujeres tienden a mostrar un impacto más pronunciado, lo que podría ayudar a explicar por qué algunas enfermedades psiquiátricas responden diferente al tratamiento según el sexo. Cada cerebro es único, y lo que puede parecer seguro para una persona, puede no serlo para otra.
Pequeños hábitos, grandes resultados

La buena noticia es que nunca es tarde para tomar decisiones que protejan tu cerebro. Reducir el consumo de alcohol o eliminarlo por completo es una de las medidas más efectivas. Además, hábitos saludables como caminar todos los días, dormir lo suficiente, mantener una alimentación equilibrada y controlar el estrés también ayudan a preservar la función cognitiva y la memoria. Incluso acciones simples, como tomar descansos cortos para estirarse o hidratarse, pueden sumar en la protección de tu cerebro.
«Reducir el consumo de alcohol en toda la población podría prevenir muchos casos de demencia,» recalca Topiwala. Cada pequeña decisión diaria suma: elegir un refresco en lugar de una copa, tomarse un descanso activo en el trabajo, o dedicar unos minutos al aire libre puede parecer trivial, pero tiene un efecto acumulativo sobre la salud cerebral.
No existe una cantidad segura de alcohol para el cerebro. Cada copa importa, aunque no se note hoy. Cuidar tu mente debería ser tan natural como cuidar tu cuerpo. Piensa en ello: tu memoria, tu claridad mental y tu independencia en la vejez dependerán de lo que hagas ahora. Este estudio nos recuerda que incluso decisiones aparentemente pequeñas, como limitar el alcohol, caminar un poco más o dormir mejor, pueden marcar la diferencia y proteger nuestra mente para los años venideros.
Al final, el mensaje de la comunidad científica es simple y esperanzador: cada elección diaria importa. No se trata de alarmismo, sino de información que nos permite tomar decisiones conscientes. Desde reducir la ingesta de alcohol hasta cuidar nuestra alimentación, nuestro sueño y nuestra actividad física, cada gesto cuenta. Nuestro cerebro, con toda su complejidad y capacidad de adaptación, merece que lo cuidemos cada día.