domingo, 28 septiembre 2025

Lucía Soler (51), dermatóloga: “Ese grano que no desaparece puede ser cáncer de piel y no acné”

Ese pequeño grano que lleva semanas en tu rostro podría ser una señal de alerta. La dermatóloga Lucía Soler explica las claves para diferenciar una imperfección común de un posible carcinoma basocelular, el tipo de tumor más frecuente.

Ese grano que no desaparece puede ser el primer aviso de un cáncer de piel y no una simple imperfección como el acné. Esta es la advertencia que lanza la dermatóloga Lucía Soler, quien a sus 51 años ha visto cómo muchos pacientes ignoran señales clave por puro desconocimiento. Lo que empieza como una pequeña protuberancia que parece inofensiva, a veces es en realidad una lesión cutánea que requiere atención médica inmediata para evitar complicaciones futuras. ¿Y si esa marca que atribuyes al estrés fuera algo más? Es una pregunta que todos deberíamos hacernos con más frecuencia al mirarnos al espejo, sobre todo al analizar nuestra salud de la piel.

La confusión es totalmente comprensible y mucho más común de lo que imaginas, por eso es vital saber qué buscar. La doctora Soler insiste en que la clave está en la persistencia y en ciertos detalles visuales que lo delatan, pues un carcinoma basocelular a menudo presenta un aspecto perlado o brillante y no cicatriza correctamente, a diferencia de una espinilla pasajera. Prestar atención a estos matices puede marcar la diferencia en el diagnóstico temprano de un cáncer de piel. El verdadero problema es que hemos normalizado tanto las pequeñas marcas en el cuerpo que hemos perdido la capacidad de sospechar.

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EL ESPEJO NO MIENTE: LA SEÑAL QUE TU PIEL TE ESTÁ ENVIANDO

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Fíjate bien la próxima vez que te mires. Un grano común, de origen bacteriano o por un poro obstruido, sigue un ciclo de vida relativamente corto: aparece, se inflama y en unos días o un par de semanas desaparece, con o sin cicatriz. Sin embargo, cuando hablamos de un posible cáncer de piel, la historia es muy diferente; esta lesión se caracteriza por su permanencia y su resistencia a desaparecer por sí sola, convirtiéndose en un ocupante fijo en tu piel. Este tipo de tumor maligno no sigue las reglas de una imperfección cutánea normal y esa es su principal bandera roja.

El detalle que lo cambia todo a menudo es microscópico, pero revelador. Esa protuberancia puede sangrar con un roce mínimo, como al secarte con la toalla, y luego forma una pequeña costra que parece que va a curar, pero nunca lo hace del todo. Cae y vuelve a formarse en un ciclo que se repite sin fin, y es que el carcinoma basocelular crece lentamente y destruye tejido local sin provocar dolor, motivo por el que muchos le restan importancia. Esa ausencia de molestia es, paradójicamente, uno de los mayores peligros de este tipo de cáncer de piel tan frecuente en nuestra sociedad.

¿POR QUÉ APARECE? EL ENEMIGO SILENCIOSO QUE NOS ACOMPAÑA CADA DÍA

La respuesta principal es más sencilla y cotidiana de lo que parece: el sol. La exposición a la radiación ultravioleta a lo largo de los años es la causa número uno detrás de la mayoría de los casos de cáncer de piel. No se trata solo de las quemaduras dolorosas que recuerdas del verano, sino de esa exposición constante y acumulativa del día a día. Por eso, el daño solar se va sumando de forma silenciosa desde la infancia y sus consecuencias pueden manifestarse décadas después. Ese paseo diario o el café en una terraza sin protección contribuyen a esa factura que la piel no olvida.

Aunque el sol es el gran villano, no es el único factor en juego. Hay personas con una predisposición genética mayor o con un tipo de piel muy clara que se quema con facilidad, lo que multiplica su riesgo. La historia familiar y personal también cuenta, ya que haber sufrido quemaduras solares graves durante la juventud aumenta drásticamente la probabilidad de desarrollar un tumor maligno en la edad adulta. No podemos cambiar nuestra genética, pero sí podemos controlar la exposición y la protección, un gesto clave para prevenir la aparición del cáncer de piel.

EL CARCINOMA BASOCELULAR: EL ‘LOBO CON PIEL DE CORDERO’ DE LOS TUMORES

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Dentro de los tumores cutáneos, el carcinoma basocelular es el más habitual con diferencia, representando cerca del 80% de todos los diagnósticos. Afortunadamente, también es el menos agresivo. Su crecimiento es lento y rara vez se extiende a otras partes del cuerpo o crea metástasis, lo que lo convierte en un tipo de cáncer de piel con un pronóstico excelente si se detecta a tiempo. La clave, como siempre, está en la vigilancia, ya que su tratamiento suele ser sencillo y muy eficaz mediante una pequeña cirugía o técnicas dermatológicas locales.

El problema de su naturaleza «benigna» es la falsa sensación de seguridad que transmite. Al no ser un melanoma, que tiene peor fama, muchas personas posponen la visita al dermatólogo, permitiendo que la lesión crezca. Si no se trata, puede volverse un problema serio, pues un carcinoma basocelular avanzado puede invadir y dañar el tejido circundante, como el cartílago o el hueso, provocando desfiguraciones importantes, sobre todo si aparece en zonas delicadas como la nariz, los párpados o las orejas. Un diagnóstico precoz del cáncer de piel lo cambia absolutamente todo.

MÁS ALLÁ DEL GRANO: OTRAS FORMAS DEL CÁNCER DE PIEL QUE DEBES CONOCER

No todas las lesiones sospechosas tienen ese aspecto perlado. Existe otro actor frecuente, el carcinoma espinocelular o escamoso, que a menudo se presenta como una mancha roja, áspera o una herida que no cura, similar a una verruga o una costra persistente. Suele aparecer en las zonas más expuestas al sol, como el cuero cabelludo en personas calvas, las orejas o las manos, y aunque tiene buen pronóstico, este tipo de cáncer de piel tiene un riesgo ligeramente mayor de extenderse a otras partes del cuerpo que el basocelular, por lo que su detección temprana es igualmente crucial.

Y luego está el que todos temen: el melanoma. Este se origina en las células que producen el pigmento de la piel y es el responsable de la gran mayoría de las muertes por cáncer de piel. A menudo se desarrolla a partir de un lunar existente que cambia o de uno nuevo con aspecto irregular. La famosa regla del ABCDE (Asimetría, Bordes, Color, Diámetro y Evolución) es la guía para sospechar, porque un diagnóstico de melanoma en sus fases iniciales tiene una tasa de supervivencia altísima, pero si se deja avanzar, su capacidad para metastatizar es muy elevada y peligrosa.

LA PREVENCIÓN ES TU MEJOR ALIADO: ¿ESTÁS HACIENDO LO SUFICIENTE?

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La mejor estrategia contra el cáncer de piel no está en un quirófano, sino en tu rutina diaria. Usar fotoprotector de amplio espectro y con un SPF alto todos los días del año, incluso en días nublados, es el gesto más importante que puedes hacer por tu piel. No es un producto solo para la playa, sino un básico de salud. Además de la crema, la fotoprotección se completa buscando la sombra en las horas centrales del día y usando ropa adecuada, sombreros y gafas de sol. Son medidas sencillas que, mantenidas en el tiempo, reducen drásticamente el riesgo acumulado.

Así que la próxima vez que te mires al espejo, hazlo con otros ojos. No busques solo arrugas o imperfecciones estéticas, busca señales, cambios, mensajes que tu piel te envía. Esa pequeña marca nueva o ese grano que se niega a irse merecen tu atención y, ante la más mínima duda, la valoración de un profesional. Cuidarse es un acto de amor propio y, en el caso del cáncer de piel, también de pura inteligencia, porque la autoexploración regular y las revisiones dermatológicas anuales son las herramientas más poderosas para garantizar que una simple sospecha se quede solo en eso.


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