Con el inicio del curso universitario a la vuelta de la esquina y las listas de admisión ya publicadas, miles de jóvenes celebran haber conseguido plaza. Sin embargo, pronto chocan con una dura realidad: encontrar un lugar donde vivir en las principales ciudades españolas se ha convertido en un desafío complicado y costoso.
La demanda de alojamiento para estudiantes ha aumentado significativamente, especialmente en ciudades como Madrid y Barcelona, que atraen a estudiantes de todo el mundo. Esta demanda disparada tensiona una oferta que no crece al mismo ritmo, con una subida constante de los precios y escasez de opciones accesibles.
En Madrid, por ejemplo, el precio medio de una habitación compartida ha escalado hasta los 550 euros mensuales en 2025, lo cual supone un 10% más respecto al año anterior.
IMÁN
Según datos de LIVE4LIFE, una empresa especializada en alojamiento para estudiantes, cada año más de 140,000 jóvenes llegan a España desde Europa y América Latina para continuar sus estudios. Francia e Italia son los países que más estudiantes envían, motivados por la cercanía cultural, el idioma y el clima. También crece la presencia de estudiantes de Alemania y Marruecos, además de países latinoamericanos como México, Colombia, Chile y Ecuador.
El alquiler de habitaciones es la forma de alojamiento más común para estos estudiantes internacionales. A pesar de que, en ocasiones, esta opción pueda resultar algo más cara que alquilar un piso entero entre varios, ofrece ventajas claras: flexibilidad, facilidad para socializar y una menor complejidad en la gestión del alquiler. Por ello, es la opción preferida para quienes buscan una solución rápida y sencilla. Este auge de estudiantes extranjeros representa también una oportunidad para los propietarios.
LIVE4LIFE destaca que los estudiantes son considerados inquilinos fiables y seguros. En general, cuentan con respaldo económico familiar, lo que reduce el riesgo de impagos. Además, sus contratos suelen ser temporales, vinculados a la duración del curso académico, lo que facilita la recuperación de la vivienda una vez terminado el periodo de alquiler.

Esto ha hecho que los estudiantes sean uno de los perfiles más demandados por los arrendadores, quienes pueden incrementar la rentabilidad de sus propiedades hasta en un 20%. La creciente demanda impulsa un mercado donde la seguridad y la estabilidad que ofrece este perfil de inquilino se valoran mucho más que en otros sectores.
PRECIO
Pese a que el estudiante es un inquilino atractivo para los propietarios, la realidad económica para los jóvenes es muy distinta. Los precios de las habitaciones y pisos para estudiantes se han disparado y muchos no pueden permitirse estos costes.
La mayoría de ellos depende de becas, trabajos a tiempo parcial o el apoyo económico familiar, pero aún así sufren para hacer frente a alquileres que crecen por encima de la inflación y de sus ingresos. Este encarecimiento genera un impacto directo no solo en la economía de los estudiantes, sino también en su bienestar emocional.
La frustración, el estrés y la ansiedad provocados por la búsqueda constante y complicada de alojamiento afectan negativamente a su rendimiento académico y calidad de vida.
REVOLUCIÓN
La creciente demanda estudiantil ha revolucionado el mercado inmobiliario, especialmente en las grandes ciudades. Miles de jóvenes se trasladan cada año desde sus pueblos o ciudades pequeñas a Madrid, Barcelona y otras capitales para estudiar, pero al llegar encuentran pocas opciones de alquiler a precios razonables.
Este déficit de oferta y la escalada de precios están incentivando a propietarios e inmobiliarias a reconvertir pisos en residencias de estudiantes o en alquileres por habitaciones, a veces en condiciones poco dignas.
PREJUCIOS FUERA
Durante años, el perfil del estudiante universitario como inquilino cargaba con una mala fama injusta: ruidos, desorden y falta de cuidado de las viviendas. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Hoy en día, según LIVE4LIFE, el 90% de los inquilinos de habitaciones en las grandes ciudades tienen entre 18 y 25 años y son considerados los inquilinos más seguros del mercado. Los propietarios buscan inquilinos que no causen conflictos, que mantengan el piso en buen estado y que no representen un riesgo de ocupación ilegal.
El perfil del estudiante, con respaldo familiar y contratos temporales, es muy valorado. Otra realidad importante es que los estudiantes no suelen quejarse por las subidas anuales de precio o las condiciones del alquiler. La fuerte demanda y la escasez de oferta les deja pocas opciones, y aunque las condiciones no sean las ideales, la prioridad es encontrar un lugar donde vivir. Esto, a su vez, genera un círculo vicioso: la subida constante de precios es aceptada como normal, lo que alimenta la especulación y dificulta que el mercado se regule de forma justa para los inquilinos.