viernes, 13 diciembre 2024

Entrevista a la autora del libro ‘Tierra, frutos y un brindis’, Sandra Llubiá Arnal Maristany

La autora Sandra Llubiá Arnal Maristany es una mujer multifacética que ha encontrado en el mundo rural una inspiración para su último libro. 

Es Diplomada en Trabajo Social y licenciada en Ciencias de la Comunicación, estudió un año de la carrera de Psicología y otro de Empresariales. Es escritora de libros sobre el mundo rural, la gastronomía y la vida emocional, community manager en una fundación, persona inquieta, curiosa, y artista creadora afín a movimientos como Drap Art y al ecologismo, en general. Además, es una luchadora en un entorno de comerciales, timadores, información en exceso y medios tecnológicos, como muchos de ustedes.

¿Por qué me inicié en la escritura de libros sobre el mundo rural?

Hubo un momento en el que la ciudad me tenía hasta el gorro, tenía mucho estrés asociado al entorno en que vivo, por el ruido, el tráfico, los comerciales molestando todo el día, etc. y, como si de una revelación divina se tratara, empecé a pensar: ¿Hay algo mejor que lo que me rodea? Y también: ¿cómo es posible que viva tan condicionada? Por el metro, el autobús, etc. Y sí, la vida en el campo, eso que queda más allá de las fronteras de las ciudades masificadas y llenas de coches, definido como “terreno extenso fuera de poblado” me pareció la solución a mis problemas en un momento dado: una maravilla, algo natural y donde se puede encontrar el origen de lo que comemos: frutos de la tierra. Qué gusto estar donde no hay nadie, donde corre el aire, donde lo natural predomina sobre lo humano. Y entonces me dije: ¡esta revelación la tengo que compartir con los demás! Tienen que ser igualmente conscientes de la importancia que tiene preservar este otro entorno natural, tienen que saber que la vida sin campo no existiría en las ciudades. Y disfrutarlo. Después de mis múltiples incursiones por pueblos, haciendo degustaciones y curioseando y aprendiendo, me puse manos a la obra: a escribir un libro, de la forma más entretenida y divertida posible.

¿Hubo alguna experiencia en concreto que me motivó a escribir el libro?

Descubrir la web Festacatalunya.cat a través de la radio y empezar a ir a ferias rurales que se celebran sobre todo los fines de semana en los pueblos, específicamente en la región de Cataluña. Por ejemplo, la del aceite, la sal, el pan, la cebolla o el ajo. ¡Es fantástico salir a ver algo diferente a lo que estás acostumbrado! Se lo aconsejo a todo el mundo.

¿Cómo crees que tu perspectiva sobre la vida rural y el campo han evolucionado a lo largo de tu investigación y escritura de este libro?

Con el tiempo he ido conociendo mejor y de primera mano muchos aspectos que desconocía y veía de lejos: entre ellos el tipo de cultivos que hay en una determinada zona, sin ir más lejos. De ser una completa ignorante he pasado a conocer el proceso del cultivo del arroz, por ejemplo, viendo el campo labrado, el campo sembrado, las plantas creciendo, los riegos (y los problemas actuales con el agua, que son una lástima) y la siega. Cambia mucho haber visto eso a comprar el arroz en el supermercado, sin saber que es una semilla, o comerse una paella en cualquier sitio. Es muy bonito ver árboles frutales también y tener la experiencia de coger una manzana o una naranja directamente del árbol. Esto me ha relajado mucho, ¡casi diría que me ha cambiado la vida!

¿Hay algún personaje en el libro que esté basado en personas reales y te haya inspirado en tus viajes?

En primer lugar, mi propia persona y mi pareja con quien vamos recorriendo sitios con el coche. ¡Somos los fundamentales! Pero claro cito a algunas personas que hemos conocido como podría ser la dueña de un restaurante en Pals que nos dijo que Colón era de allí y los payeses con los que he tenido ocasión de charlar, y algún pastor de ovejas con quien mantengo diálogos del libro.

¿Alguna anécdota memorable?

Mirad qué gracia: un día nos dijeron en un restaurante en el que estábamos comiendo con motivo de la “Muestra gastronómica del arroz “, que Cristóbal Colón era de Pals (Gerona) nada menos, oigan. ¡Ostras!, ¿y eso? resulta que yo veraneaba en Génova, un pueblo de Palma de Mallorca, y se decía que era de ahí. Imaginen entonces vaya dilema se me creó el saber que también podía ser de Pals ¡y menuda sorpresa! Y de Palos de la Frontera en Cádiz dicen que era. Menudo embrollo, señores. Entonces, hablo un día con mi madre, que es una persona muy culta y leída, a quien le gusta mucho la historia, y me indica que Colón fue hijo ilegítimo y no le habían registrado en ninguna parte. ¡O sea que por eso le atribuyen el nacimiento de esta persona, que navegó por el mar y descubrió América, en tantos sitios! Si no, ¿de qué?

¿Qué descubrí de las ferias etc. que no sabía antes?

Un tipo de cosas que en la ciudad no suceden ni por asomo, obviamente porque no tenemos agricultura de ninguna clase y vivimos inmersos en un entorno comercial y de servicios, como bien saben, como que se conceden premios en muchos pueblos a frutos de la tierra, como una sandía, por ejemplo! O unos espárragos, en Gavá.

En las ferias rurales también se hacen concursos de huevos de gallinas y de gallos, que puede resultar peculiar y divertido. Observar gallinas y gallos es infrecuente y nos ilustra acerca de la variedad de seres vivos que hay en la naturaleza. Está bien verlos, ¿no? Luciendo crestas etc., son muy graciosos.

Otra cosa que me gusta mucho es haber visto todos los procesos de elaboración de los vinos y los cavas, que tienen mucha importancia en nuestro país, así como del aceite de oliva. Y, sea dicho también, de la cerveza, cuyo principal ingrediente es un cereal, poco apreciado en las barras de los bares. ¿O es que la gente piensa en estos productos como el resultado de un proceso natural? Yo creo que no. Menudo fallo.

¿Qué esperas que los lectores se lleven después de leer el libro?

Muchas sonrisas y un poco de conocimiento y reflexión. Si tomaran conciencia de la importancia del campo sería fantástico, porque quizás eso influye en su defensa prioritaria del medio ambiente, en general. Aparte de vivir una vida un poco distinta a la que puedan estar llevando. Dense el gusto de sentirse un poco solos y menos rodeado de tantísima gente. Es fenomenal para el estado de ánimo y el espíritu. Miren, es posible que la gente vinculada a la religión tuviera eso muy presente cuando se retiraban a los monasterios, esos que visita tanta gente no vinculada a la religión para hacer turismo. Tiene algo divino, en un sentido metafórico de la palabra.

¿Cómo equilibré la narrativa e investigación con mis propias experiencias?

Haciendo uso de la imaginación, que es muy importante a la hora de escribir, yo pienso. El libro lo hice en primera persona para facilitar la escritura, aunque creo que lo realmente importante es el contenido y no tanto los personajes.

¿Podría hablar un poco del proceso creativo al hacer un libro?

Me encanta el reto de escribir un libro. Siempre lo hago con una intención altruista, mucha ilusión y como si fuera algo importantísimo. Según y cómo puede serlo mucho menos para los demás, pero eso me es igual porque es mi motor. Además de permitirme explicar cosas que creo que son muy interesantes, me divierte mucho también todo lo que es el proceso de maquetación, es decir, diseño de la forma en que se presenta este contenido, el tamaño del libro (¿de bolsillo?, ¿grande?, ¿mediano?,¿cómo lo hago?, ¿miro otros libros a ver?) y la portada. La portada es muy entretenida y es muy importante y he colaborado con muchos diseñadores a través de internet, fíjense, y ha sido siempre muy divertido ir cambiando ideas y llegando al punto final. Al fin y al cabo, hacer un libro, como imprimir una foto es una creación: implica que existe algo que antes no existía. Es muy bonito, ¿no? Es como tener un hijo: hay un antes y un después del nacimiento.

En definitiva, Sandra Llubiá Arnal Maristany destaca como una figura defensora de la innovación y las nuevas ideas. Esta escritora ha dedicado mucho tiempo a compartir las maravillas y experiencias que le ha ofrecido el campo a través de varios de sus libros, proyectando a través de sus trabajos la reconexión con la naturaleza e invitando a otros a valorar el mundo rural y encontrar en él las pequeñas cosas de vida en el campo que llenan de alegría. Igualmente, se hace necesario revisar en su expediente libros como el que piensa editar en breve: «Creo que prefiero comerte a ti que al menú» o «Camarero champagne» que tiene que ver con la preciada gastronomía y son un placer de lectura. Además, tuvo mucho éxito «¿Qué hago si tengo TLP?» relacionado con la Fundación desde donde trabaja habitualmente.

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