En pleno verano muchos disfrutan ya del sol, la playa, el aire libre y la piscina. Ya han abierto todas las públicas y privadas, y los que tiene que trabajar o son tan afortunados de tener una en su casa o urbanización, pueden zambullirse a diario para relajarse, en espera de poder ir a la playa. Sin embargo, como tantas cosas buenas que trae el verano: calorcito, sol, mucha agua… todo ello trae sus consecuencias y por tanto unos cuidados y precauciones. Pasa con el bronceado, con la hidratación, y en el caso de las piscinas con el cloro. Es un elemento químico necesario para la higiene y mantenimiento, pero un exceso del mismo es de lo más contraproducente para tu cuerpo. Veámoslo.
¿PELIGRO SI HAY DEMASIADO CLORO?
Es la premisa pero claro, el tema es que no sabemos cómo identificar ese exceso ni llevamos medidores encima para averiguarlo. Así que toca informarse pero también poder apreciar tú mismo las señales que indican que esa piscina tiene un exceso de cloro y que por tanto hay que regularlo para evitar problemas. Tranquilos, el cloro no es peligroso en si mismo incluso con dosis altas y exposición corta, como ocurre en nuestro baños. Pero hay que tener en cuenta ese control, aunque el cuerpo lo puede tolerar bien.
En el caso de que tengas piscina propia, hay que tener más cuidado porque en ese caso sí que lógicamente abusamos más de ella y estamos a remojo mucho tiempo o durante varias veces al día. Por eso se hace muy importante mantener los niveles de cloro a raya, que se sitúan en la escala colorimétrica entre 1 y 1,5 ppm.
