BMW lidera el ‘greenwashing’ europeo mientras fabrica baterías «verdes» con litio chino

La industria del motor está inmersa desde hace años en un cambio estructural motivado por la política energética que aspira a descarbonizar la economía, especialmente en Europa. La persecución de los poderes públicos a los fabricantes (y sobre todo a los usuarios de los automóviles) por considerarles responsables del cambio climático ha obligado a las empresas del sector a adaptarse. Los cambios técnicos han sido acompañados de acciones de «greenwashing» para ocultar una gran verdad incómoda: que los vehículos eléctricos también contaminan.

BMW IMPULSA EL «PASAPORTE DE BATERÍAS»

Uno de los grupos que se ha situado en la vanguardia de este movimiento en el Viejo Continente es BMW, cuyos vehículos de alta cilindrada (y consumo) han hecho las delicias de aquellos conductores que se han podido permitir tener uno de ellos en sus garajes. Y ahora, intentando hacer de la necesidad virtud, este fabricante alemán usará el dinero de los contribuyentes para impulsar un nuevo «pasaporte de baterías», con el que intentará convencer a la sociedad de que estos sistemas de almacenamiento no son negros sino verdes.

La idea del proyecto, impulsado por el Gobierno alemán y en el que también participan la química BASF y otros fabricantes de automóviles, es crear una huella de carbono para cada batería cuya información será recogida en un código QR, de forma similar a los pasaportes Covid. El consorcio ha recibido de entrada 8,2 millones de euros para diseñar el sistema que será obligatorio a partir del año 2026. Parafraseando al ministro de Economía de Alemania, Michael Kellner, el objetivo es «garantizar la transparencia y la sostenibilidad en la cadena de valor de la batería».

CAMPAÑA DE MÁRKETING

El problema de este tipo de iniciativas es que, aunque voluntariosas, no dejan de ser campañas de márketing creadas para trasladar un mensaje engañoso. Usar el concepto de movilidad eléctrica para vender la idea de que este tipo de vehículos son sostenibles es una de estas trampas. Alemania es un ejemplo claro de ello, ya que su alta dependencia a la quema de carbón para generar electricidad le sitúa a la cabeza en emisiones de CO2 de Europa. Lo cual explica que sea el país más interesado en aplicar estas técnicas publicitarias, junto con BMW, uno de sus grupos automovilísticos de referencia.

BUENA PARTE DEL COMBUSTIBLE CON EL QUE SE ALIMENTAN LOS VEHÍCULOS ELÉCTRICOS ALEMANES PROCEDE DEL LIGNITO (ALTAMENTE CONTAMINANTE)

Y si buena parte del combustible con el que se alimentan los vehículos eléctricos germanos procede del lignito (altamente contaminante), en el caso de las baterías los problemas son similares. La gestión de los residuos es cara y en las labores de tratamiento para recuperar una parte de sus componentes se emite mucho CO2. Además, la materia prima que se emplea para hacer las baterías, el litio, tiene limitaciones similares al petróleo, de ahí que se esté pensando en el hidrógeno para las pilas de nueva generación. 

BMW COMPRA EL LITIO EN CHINA

Pero de momento el litio es el rey. BMW dijo hace dos años que necesitaría multiplicar por siete sus existencias de litio para cubrir la demanda en 2025. Y como en Europa no hay suficiente ha llegado a un acuerdo para comprárselo a los chinos. En concreto ha firmado un acuerdo con Ganfeng Lithium por 540 millones de euros para garantizarse el acceso a esta materia prima.

NUEVO REGLAMENTO

El nuevo reglamento europeo aspira a que el control gubernamental sobre las cadenas de suministro sea suficiente –con el citado pasaporte que recoja la huella de carbono–, pero es indudable que más allá de los buenos deseos y las campañas de publicidad, los sistemas de almacenamiento son seguramente el mayor problema al que se enfrentan las políticas de sostenibilidad. Hasta que no haya baterías más potentes, eficientes y que no atenten contra el medioambiente la transición ecológica no será nada más que un eslogan.

EL 40% DE LAS EMISIONES DE CO2 DE LOS COCHES ELÉCTRICOS SE GENERA EN LA FABRICACIÓN DE BATERÍAS

El grupo BMW ha querido aprovechar para situarse a la cabeza de este movimiento y ya en julio de 2020, en plena pandemia, su consejero delegado, Oliver Zipse, anunció un plan para reducir las emisiones de CO2, admitiendo que el 40% de las mismas en el caso de los vehículos eléctricos provienen de la fabricación de las baterías. 

El programa consiste en presionar a los proveedores para que usen fuentes renovables en la producción de estas pilas reestructurando sus cadenas de suministro y con el objetivo de que en el futuro sea el grupo alemán quien abastezca a los fabricantes de la próxima generación de baterías.

Eso sí, según indica el departamento de comunicación de BMW, el litio y otras materias primas que se utilicen para fabricar las baterías «deberán extraerse y procesarse en condiciones éticamente responsables», algo que parece difícil de certificar en países no democráticos y con poca tradición por el respeto a los derechos humanos.

BMW PIDE A LA UE «MÁS AMBICIÓN»

La postura del fabricante alemán es, si cabe, más dura que la de las autoridades europeas respecto a la denominada movilidad sostenible, lo cual no debería sorprender ya que las denominadas políticas de transición ecológica proporcionan dinero público a la industria que mejor se haya posicionado para recibirlo.

El pasado marzo, Jürgen Guldner, vicepresidente de Tecnología de Pila de Combustible de Hidrógeno y Proyectos de Vehículos de BMW verbalizó este deseo al pedir a la UE «un plan aún más ambicioso y una aplicación más temprana» en su proyecto para electrificar el parque automovilístico. Un ejemplo más de que el capitalismo de Estado es la vía por la que apuestan las grandes multinacionales para asegurar la transferencia de renta del bolsillo de los contribuyentes.

Y eso que BMW tuvo un beneficio de casi 12.500 millones de euros el pasado año, un ejercicio en el que su presidente y CEO, el citado Oliver Zipse, ganó 8,75 millones de euros, un 64% más que en 2020. Unos resultados que seguramente serán superiores en 2022, ya que en el primer trimestre el grupo alemán ha multiplicado por cuatro sus ganancias respecto al mismo periodo del año anterior.