Así es la unidad especial de Softbank que opera en la sombra y que ahora estremece al mundo

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Softbank está en apuros. De cara al público, el gigante japonés prefiere seguir viéndose como un coloso de la tecnología. También como la firma de Venture Capital (financiadora de pequeñas empresas) más grande del mundo. Pero puertas adentro la incómoda situación macroeconómica empieza a pesar sobre su balance. Así, el multimillonario fundador de la empresa japonesa, Son Masayoshi, ya ha pedido a sus altos ejecutivos que frenen las inversiones y se dediquen a recaudar más dinero. La gran duda es si ese movimiento será suficiente, en especial, para frenar muchos años de desmanes.

Y es que la firma japonesa tiene algunas sorpresas en su opaca estructura que son difíciles de calibrar. Una de ellas es un pequeño grupo de ‘científicos y arquitectos’ de las finanzas, provenientes muchos de Deutsche Bank, que se desenvuelven al margen de la estructura de la compañía. Su posición es tan cercana a Masa, así le gusta al fundador que se le llame, como alejada del resto de actores de la firma. Y su trabajo es crear estructuras financieras potenciadas que sirvan como un acelerador para las inversiones de Softbank. La contrapartida es que también pueden multiplicar las pérdidas, un escenario que ahora es el más probable.

Pese a que poco o muy poco se conoce se esa ‘Unidad del Riesgo’ dentro de Softbank con el paso del tiempo han ido transcendiendo algunas historias. El nexo en común de todos ellos parece estar en la construcción de Deutsche Bank durante los años en que los sectores financieros eran una jungla. Más en concreto, en el periodo en el que la ingeniería financiera transformó al gigante alemán en una máquina de generar dinero hasta que el sistema saltó por los aires. Después, aquel esquema hipertrofiado se volvería en una bomba de relojería que ha tardado una década en ser desactivada.

RAJEEV MISRA, EL LÍDER DE LA UNIDAD

En la cúpula de dicha unidad se encuentra el lugarteniente de Masa, Rajeev Misra. Un ejecutivo de alto nivel que estuvo en Deutsche Bank y que también tiene lazos en regiones como Arabia Saudí o Abu Dabi. De hecho, Misra recaudó más de 45.000 millones para el Fondo de Inversión Pública de la primera región, y otro de 15.000 millones para el fondo de patrimonio soberano de la segunda, Mubadala. Al parecer, el directivo también estuvo detrás, por ejemplo, de la compra de ARM, una firma de microchips británica, por unos 28.000 millones de dólares, en 2016.

ARM iba a ser una historia de éxito para Misra y Softbank al colocárselo a Nvidia, otro fabricante de microchips con sede en California, por 60.000 millones. Pero los reguladores frenaron esa operación dejando a la firma japonesa sin su as en la manga. La solución ahora pasa por una colocación bursátil, IPO, por sus siglas en inglés, que no está atrayendo el interés esperado. Para solucionarlo, la compañía está tratando de juguetear con los derechos e incluso renegar de la parte china de la misma. Pero ni aún así. De hecho, los analistas advierten de que es imposible que la inclusión en el parqué de ARM pueda generar tantos rendimientos como la venta.

Pero los problemas de Misra no acaban ahí. El ejecutivo ex del Deutsche Bank también debe velar para que el superfondo que administra, Vision Fund, un gigante que recaudó casi 100.000 millones de dólares para invertir, no se venga abajo. Y la tarea parece ciertamente complicada por varios motivos. La primera es que debe hacerlo por partida doble, ya que Softbank lanzó un fondo gemelo con decenas de miles de millones. La segunda es porque a medida que el dinero gratis se acaba, se suben los tipos, las firmas tecnológicas poco maduras (el grueso de sus inversiones) pierden atractivo.

EL OPACO Y COMPLEJO ENTRAMADO DE SOFTBANK

Por último, y más importante, porque la complejidad y las cláusulas opacas que se ocultan en la propia estructura de estos fondos les convierten en nuevas bombas de relojería. Como en su día, tras la fiesta, se convirtió Deutsche Bank. “Hay personas en Vision Fund cuya razón de ser es la ingeniería financiera”, señalaba en un reportaje en profundidad sobre la firma The Economist aludiendo a una persona cercana al grupo. “La complejidad es su mejor amiga: si quieren ir desde a hasta b, revisarán todas las letras del alfabeto para llegar allí”, añadía posteriormente.

Si Vision Fund o su gemelo entra en barrena el estruendo se puede sentir en todo el planeta. Y no sería la primera vez que le pasa algo así a la unidad financiera de riesgo que mantiene Masa. Anteriormente otro nombre, el de Akshay Naheta (también ex del Deutsche Bank) hizo temblar los mercados como patrocinador directo del escándalo de Wirecard. En concreto, Naheta respaldó a la firma alemana, pese a que ya había publicaciones sobre su fraude, con una inversión de 900 millones de euros en una bono convertible y un acuerdo de cooperación para que la empresa de pagos hiciera negocios con otras empresas de SoftBank, incluidas las del Vision Fund.

Obviamente, el acuerdo contenía cláusulas de ingeniería financiera y actuaciones opacas. En primer lugar, el bono se articuló a través de un ejercicio de refinanciación nada más emitirse, lo que implicó unas ganancias de 64 millones de euros. La cruz fue que cuando quebró, en junio de 2020, fueron otros inversores quienes asumieron las pérdidas. En segundo lugar, fueron los propios directivos (y no Softbank) los que articularon la inversión, al final, se llevaron una buena parte del pastel como confirmaría más tarde el Financial Times.

UN DESELANCE TAN ABIERTO COMO PERTURBADOR

Por último, se demostró que Naheta y otros directivos tenían un equipo encargado de presentar el proyecto de Wirecard a las empresas dentro del Vision Fund. La idea era que algunos de estos gigantes (entre sus inversiones hay nombre como el de TikTok) dieran un respaldo público a la firma alemana para incrementar su valor. Así, tanto Softbank como los propios directivos (que tenían su dinero bien invertido en esta posibilidad) se podían aprovechar. Por suerte, la práctica mayoría de las firmas no apostaron por ese desenlace al sospechar que algo turbio se movía por detrás.

Al final, pese a llevar razón algunas se llevaron un varapalo en su valoración como parte de la cadena producido por el colapso de la alemana. En definitiva, a medida que el contexto exija a Softbank pueden terminar saliendo muchas más historias desagradables. Más si cabe, después de que la fuerte caída de valor de Alibaba, la gran inversión del grupo japonés, que ha puesto contra las cuerdas el balance del grupo. Ahora, con la deuda disparada, tras años de regalar dinero como un cajero automático, Masa depende más que nunca de la pericia de mantener a salvo la valoración del Vision Fund y su gemelo.

Una prueba de fuego para su unidad de riesgo de élite que puede llevarse por delante los mercados. Desgraciadamente, ARM o Wirecard han demostrado que sus dudosas prácticas no son invulnerables, ni mucho menos. También que el resultado final, al margen de Softbank, y el daño infligido poco les importa.