jueves, 12 diciembre 2024

Los ERTEs se convierten en el gran problema del Gobierno

Los ERTEs se han convertido en un problema del que el Gobierno no sabe bien como salir. Por ello, el Ejecutivo ha vuelto a recurrir a su plan favorito en estos casos: los globos sonda. Así, se filtró a los medios de comunicación que hay una intención de excluir en la próxima prórroga de los mismos a los sectores del comercio y la hostelería. Una decisión que obviamente ha encendido a ambas industrias, dado que están tan perjudicadas (o incluso más) que las que permanecerían bajo dicho paraguas que incluyen a los hoteles, las agencias de viaje o al teatro.

El principal problema ahora mismo es económico. Al fin y al cabo, las exigencias de mantener un escudo social (como se les ha denominado) tan amplio son muchas y muy variadas, pero sobretodo supone un fuerte estrés financiero. De hecho, el coste de los seis primeros meses de ERTEs se acerca a los 23.000 millones, según las cuentas remitidas a Bruselas por el propio Gobierno. Un volumen que ya supera, y con fuerza, lo que se paga por prestaciones de desempleo (que se deben seguir pagando). Pero que de extenderse otros seis meses podría superar la cifra histórica pagada por este tipo de ayudas en 2010.

La situación es incluso paradójica. El Gobierno que se ha autonombrado como el más social de la historia, ahora no sabe cómo limitar ese escudo social del que se vanagloriaba. De hecho, nos podemos preguntar: ¿Por qué el comercio y la hostelería? La respuesta es que son los sectores que más trabajadores están en ERTE. Así, la hostelería es el grupo que más afectados tiene entre todos con 150.000 afectados a la que le sigue el comercio minorista y el mayorista, con unos 66.000 y 54.000 despidos temporales, respectivamente.

¿QUIÉN ASUME MILES DE DESPIDOS?

Obviamente, cuando se pretende reducir el coste de este tipo de ayudas sociales siempre se ataca a los colectivos mayoritarios. Aunque todo esto tiene un matiz importante, ya que no es que la vicepresidenta y ministra de economía, Nadia Calviño, y ministra de empleo, Yolanda Díaz, no sepan cómo reducir el coste, sino que no saben cómo hacerlo sin que le suponga al Gobierno un coste político importante. Una vía que la propia oposición ha visto y que no ha dudado en lanzarse al ataque sobre ella. Así, este mismo viernes el PP acusó al Gobierno de “tacañería” y “falta de sensibilidad” por el abandono a los trabajadores de la hostelería.

Tampoco es la primera vez que el PP ataca el sistema de ERTEs propuesto por el Gobierno. No por su diseño, que corresponde más al propio partido popular que al Ejecutivo, sino a la ejecución. Al fin y al cabo, dados los medios de la Administración Pública era casi seguro que se vería desbordada ante una avalancha nunca vista. Aunque ahora es diferente, dado que el número en el caso de no extenderse más allá de septiembre en ambos sectores sería muy elevado. En definitiva, tanto técnica como políticamente es inviable que no prolonguen los expedientes temporales en el comercio y la hostelería más allá del 30 de septiembre.

Más si cabe, cuando los rebrotes han obligado a endurecer las medidas de movilidad y aperturas de locales. Madrid es un ejemplo de ello. Este mismo viernes, la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, anunció entre otras cosas que los locales y bares de un alto número de municipios y barrios de la CCAA deberán cerrar a las 22:00 horas. Una situación extraordinaria que por sí sola afectará a la viabilidad de muchos negocios, pero que, además, previsiblemente empeorará una vez Pedro Sánchez intervenga a partir del lunes.

EL OTRO GRAN PROBLEMA DE LOS ERTES

Si miramos más allá del coste económico, se ve que el gran peligro de los ERTEs es que limitan el llamado proceso de destrucción creativa que describía Joseph A. Schumpeter. En otras palabras, el genial economista decía que para que se creen nuevas estructuras productivas, como se pretende en España, primero deben destruirse las antiguas. Pero no se pueden destruir (o se hace muy lentamente) mientras se subvenciona a cientos de miles de trabajadores para que sigan ligados a unos puestos de trabajo que quizás no vuelvan a existir. Esto ya ocurrió en 2009 con el sector de la construcción y ahora debe ocurrir con muchos empleos ligados al turismo.

Para entender la diferencia se puede comparar a España y Alemania en el 2009. En aquel entonces, los germanos utilizaron su sistema de Kurzarbeit para apaciguar la crisis financiera global. La gran mayoría de los empleados que se adscribieron a dicho programa formaban parte de su tejido empresarial, con predominancia del sector automóvil, por lo que nos fijaremos en ellos. Así, la producción de vehículos entre 2006 y 2007 alcanzó los 5,7 millones, mientras que diez años después se seguían produciendo una cifra similar.

Lo anterior, sirve también para explicar porque el Gobierno ha puesto en el punto de mira al comercio. De hecho, es el sector más amenazado de que sus trabajadores no volverán a su puesto de trabajo anterior por el cambio tecnológico. En definitiva, presumiblemente los ERTEs se extenderán tal y como están más allá del 30 de septiembre. Pero la noticia lanzada por el Gobierno es un serio toque de atención de cara a próximas prórrogas.  


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