El fin de los baches en las carreteras: pavimentos de hormigón

Pocas cosas hay más molestas que los baches en las carreteras. Y si hay un país que entiende de ellos es España. Tal como ha señalado la Asociación Española de la Carretera (AEC), uno de cada trece kilómetros de la red viaria española presenta deterioros relevantes en más del 50% de su superficie. No solo la comodidad de la conducción está en juego, sino también la seguridad. Si lo cuantificamos, el déficit de conservación precisa una inversión de hasta 7.000 millones de euros para solucionar los desperfectos. Parece que hay baches para rato.

Las posibles soluciones son muchas, sin embargo, implican un crecimiento del gasto. Desde la AEC han cuantificado que sería necesario que el Estado invirtiese 2.211 millones de euros en la red que gestiona, mientras que las autonomías deberían gastar hasta 4.843 millones para solucionar los problemas. Para ello, el Gobierno central podría incrementar en 300 millones su partida destinada a la conservación de los firmes durante ocho años. Por su parte, las comunidades autónomas necesitarían destinar 600 millones más anualmente a este fin durante los próximos ocho ejercicios.

Pero hay otras maneras de poner fin a los baches, ir al fondo del asunto. Está claro que la falta de inversión en reparación es un problema, pero el material de las carreteras también podría estar en cuestión. El asfalto es el rey indiscutible de las carreteras españolas. Esto podría acabar. El hormigón se presenta como la solución definitiva al deterioro de los firmes viales.

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La Asociación Nacional de Fabricantes de Hormigón Preparado (Anefhop) reclama ver hacia Europa. Países como Francia o Alemania ya apuestan por el hormigón para muchos kilómetros de sus carreteras. “Se trata de un material que tiene muy poco mantenimiento en comparación con el asfalto”, ha asegurado el director general de Anefhop, Carlos Peraita. Asimismo, este preparado también podría ser utilizado para la construcción de aceras. De esta manera, se ahorraría el “alto coste” que tiene la instalación de baldosas.

Y es que, según esta asociación, la visión cortoplacista de los gobiernos no les deja observar el futuro. “A pesar de que el coste de construir una carretera de asfalto es más barato, a largo plazo saldría más rentable si fuese de hormigón”, explica Peraita. No obstante, ya hay ejemplos en España donde se ha apostado por el hormigón. Es el caso de Asturias. Debido a su climatología más húmeda y sus cambios de temperatura, la comunidad sí ha apostado por el hormigón en algunos tramos de carretera. Algo que marca precedente para poder seguir utilizando este material en el resto del país.

DE CARRETERAS A INFRAESTRUCTURAS

La construcción de firmes de hormigón no es la única reclamación que Anefhop pide a las administraciones públicas. El sector demanda una mayor inversión en obras públicas. “Estamos solicitando apoyos para que se incremente la inversión pública en obras de infraestructura, que son un dinamizador de la economía con un efecto multiplicador”, señalan desde la asociación.

Tras la bajada de la licitación pública en 2015 y un estancamiento en 2016, el año pasado este tipo de obras creció un 38%. De ellas, el estado encargó el 22%, las comunidades autónomas el 37% y las administraciones locales cerca del 55%. Asimismo, para cierre de 2018 se espera un aumento de la licitación del 10%.

No obstante, “faltan fundamentos sólidos para ser optimistas y que esto se trate de una recuperación real”, ya que la proximidad de las elecciones locales podría ser el causante de este aumento.

LAS VIVIENDAS EN STOCK, UN GRAN PROBLEMA

A pesar de los buenos datos que la industria del hormigón registró en 2017, la producción se encuentra todavía lejos de los objetivos marcados. En 2006, en pleno Boom inmobiliario, se fabricaron en España casi 98 millones de metros cúbicos en hormigón. De ellos, cerca del 70% era utilizado en obras públicas.

Sin embargo, en la actualidad el sector privado es el que consume la gran mayoría de este producto. En 2017, apenas se produjeron 19 millones de metros cúbicos. Sin embargo, continúo la senda alcista que inició en 2015, creciendo un 15,9% respecto a 2016. Este año, el sector espera cerrar con un aumento cercano al 6%, influenciado por la incertidumbre política.

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“Este crecimiento se debe fundamentalmente al impulso de la iniciativa privada, básicamente en edificación, donde han sido las zonas más desarrolladas desde el punto de vista de la atracción de negocio, Madrid, Valencia y Barcelona, las que se llevan la mitad del crecimiento total”, ha apuntado Peraita.

Aun así, construcción se enfrenta a un claro problema, el gran stock de viviendas de la etapa precrisis. De las más de 610.000 viviendas terminadas que había en 2009, todavía quedan 460.000 unidades. Cifras muy lejanas a los 200.000 domicilios vacíos que se registraban a comienzos de los años 2000.

Cabe destacar que desde Anefhop no señalan al pasado como el camino a seguir, ya que los datos estratosféricos que nos condujeron a la crisis no se pueden volver a repetir. Con ello, y comparándose con otros mercados maduros de Europa, el objetivo se centra en conseguir una producción de 45 millones de metros cúbicos al año. Para esto sería necesario encadenar un crecimiento del 15% durante seis años.