La situación de Telefónica con respecto a sus rivales será durante muchos años un tema de controversia. Sus antepasados de monopolio todavía colean en su desarrollo de negocio. El caso más reciente ha sido el lanzamiento de O2, su nueva marca comercial. Donde de manera más o menos clara quiso expresar su lamento por algunos aspectos regulatorios. ¿Tiene tantos motivos para quejarse?
Con muchos pares de ojos en la presentación oficial de O2, Telefónica hizo especial hincapié en que debe lanzar promociones con diferentes precios debido al marco regulatorio. En concreto, el director de Estrategia Multimarca de la compañía, Pedro Serrahima, explicó que la nueva marca tendrá en su oferta convergente (móvil+fibra) un precio de 45 euros en las zonas donde hay libre competencia -66 ciudades más grandes-; mientras que para las zonas bajo regulación el coste será de 58 euros.
Esto se debe a que Telefónica, por su condición de exmonopolio, está muy vigilada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). De este modo, el operador azul tiene la obligación de, en ciertas ciudades donde el regulador considera que hay poca competencia, abrir su red de fibra a los rivales. Y no solo eso. También implica que los precios que ellos pongan deben pasar unos criterios de replicabilidad para que las otras compañías puedan alquilar su red y ofrecer promociones a un coste razonable a sus clientes.
En este contexto, Telefónica no quiso dejar pasar la oportunidad para hacer pública y notoria la situación: creen que la regulación es excesiva. Además, argumentan que la CNMC es muy lenta a la hora de revisar las ciudades que tienen plena competencia y que, por lo tanto, deberían ser “libres” y poder poner los precios que quieran. Por si fuera poco, durante la presentación de O2 afirmaron que el test de replicabilidad que usa la CNMC es como una “caja negra” que tiene poca transparencia.
No obstante, fuentes conocedoras de la situación aseguran a MERCA2 que esto no es del todo cierto. Añaden que muchos de los parámetros del test los proporciona Telefónica. Por tanto, la compañía presidida por José María Álvarez-Pallete tiene mucha información sobre el funcionamiento del test y el margen disponible para modificar sus productos. Con esta situación, la versión de la “caja negra” no cuadra del todo y los precios que se pone a O2 tendrían la previsión necesaria sobre lo que pide el regulador.
TELEFÓNICA Y EL MAZO DE LA REGULACIÓN
En todo caso, el enemigo regulatorio lo lleva azuzando Telefónica todo el año. Sin ir más lejos, hace apenas unas semanas, durante la intervención de Pallete en la Junta de Accionistas, llegó a decir que “la regulación drena el crecimiento del negocio”.
Ha sido de las veces más duras. Insistió en que el sector se merece respeto. Aunque en este caso el objeto de queja se desplaza hacia la supuesta asimetría que sufre la compañía con respecto a los grandes gigantes tecnológicos. Situación que resulta curiosa porque, en realidad, Telefónica lleva meses llegando a acuerdos con compañías como Netflix o Google, sobre las cuales pide -no obstante- una mayor regulación.
Pero como decimos, las apariciones públicas de Pallete se resuelven con una llamad a mejorar la regulación. En el pasado mes de febrero, durante la presentación de los resultados financieros de 2017, el presidente de la compañía dedicó un hueco para quejarse, de nuevo, sobre dicha asimetría con respecto a las grandes tecnológicas. “Mismos servicios, mismas reglas”. Ese es el mantra.