Las compañías más valiosas de EEUU pertenecen al ámbito de la tecnología – Apple, Google y Amazon- y a día de hoy nos parecen imparables. Su rápido ascenso y crecimiento han situado a estas tres empresas, no sólo entre las más valiosas de EEUU, sino entre las empresas de todo el mundo.
Pero, ¿qué pueden hacer todas las demás pequeñas y medianas, e incluso grandes empresas para competir con estos gigantes tecnológicos?
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El increíble crecimiento de estas empresas fue debido a la actitud pasiva de los reguladores estadounidenses durante la década pasada. Los reguladores, conocidos como ‘lobbies’, permitieron que las grandes compañías acabaran de un plumazo con sus competidores más pequeños.
Una de las grandes bazas con las que cuentan Apple, Google y Amazon es que todos sus productos gustan a la gente. Los estadounidenses, canadienses, franceses o indios compran Iphone, tienen servicio Prime y googlean restaurantes.
Esto último ha permitido que estas compañías tecnológicas posean una cuota de mercado casi monopólica. En el caso de Amazon, la empresa recibe el 93% de las ventas de libros electrónicos. Del mismo modo que Apple y Facebook poseen el dominio de las redes sociales y smartphones.
El problema está en que las normas de regulación estadounidenses son demasiado blandas. Algunos expertos aseguran que Apple, Google y Amazon perjudican gravemente el empleo, la innovación y los salarios.
Por el contrario, Europa cuenta con unas políticas de restricción mucho más fuertes y capaces de ponérselo más difícil a los gigantes tecnológicos. Uno de los casos más sonados fue la millonaria multa a la que tuvo que hacer frente Google. Europa impuso una sanción económica de 2.420 millones de euros al buscador por “abusar de su posición dominante en el mercado para promocionar su propio servicio en los resultados de las búsquedas y perjudicar a los de sus competidores”.
Las compañías tecnológicas se defienden argumentando que nuevos competidores pueden entrar en el mercado en cualquier momento, y que su dominio, por lo tanto, no está garantizado.
Imposible o no, lo que sí es cierto es que es muy complicado competir contra estos monstruos tecnológicos, y que en el caso de hacerlo las empresas deben de invertir cantidades astronómicas de dinero.