¿Qué es eso que tienes en la mano?, ¿Qué haces con el boli?, ¿Eso es un cigarrillo electrónico?… Estas son solo algunas de las preguntas que me asaltan día sí y día también por parte de la gente que me rodea desde hace una semana, aproximadamente.
Y no les culpo, yo también miraría extrañado si viera a alguien sostener y utilizar este aparato electrónico que calienta tabaco y recibe el nombre de IQOS. Pero, supongo, que con el paso de los años tendremos que acostumbrarnos a esta revolución tecnológica que ha capturado al sector del tabaco, y con razón, ya que las mismas buscan desarrollar productos de potencial riesgo reducido.
Quiero explicar este último punto. ¿Qué significa que los productos se definan como de potencial riesgo reducido? Pues que los resultados de los estudios realizados -en fase muy avanzada- hasta la fecha demuestran que el vapor de IQOS tiene niveles significativamente inferiores de componentes dañinos, si se compara con el humo de un cigarro tradicional.
En cualquier caso, y antes de entrar a valorar mi experiencia personal, es necesario explicar qué es IQOS. Desde Philip Morris aseguran que se trata un producto que calienta el tabaco; en lugar de quemarlo; por lo que no entra en estado de combustión, lo que evita que se forme ceniza y humo.
En definitiva; expulsa vapor, aunque utilice tabaco, y como uno es muy friki, no pude evitar ponerle el sobrenombre de un Pokémon. «Aquí, vapeando con Vaporeón«, suelo contestar cuando me preguntan: «¿Qué haces».
En lo referente a las sensaciones físicas que te quedan, lo cierto es que te enfrentas a una nueva sensación. En el caso de la primera calada, he de admitir que el sabor me pareció demasiado extraño, como a tabaco tostado. Incluso podría confesar que me produjo cierta sensación de rechazo.
«A pesar de que en un primer momento causa rechazo, te acaba gustando el sabor»
Sin embargo, pasaron las horas, los días, la semana… y continúe con mi labor de investigación empírica: utilizando IQOS en vez de tirar de los cigarros tradicionales de toda la vida. Y no es que te acostumbres al sabor: Acaba gustando. Una sensación parecida ocurre con el olor, que pasa de extraño a característico y agradable con el paso de los días.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención, por otro lado, en esta primera semana de prueba, es la cantidad de acérrimos defensores del producto que me he encontrado en los estancos. Y es que, en tan solo siete días han sido varias -más de una y de dos- las personas que me han animado a seguir con el producto, adulando sus beneficios.
«El tabaco no entra en combustión, por lo que en vez de expulsar humo, echa vapor»
«Apenas lleva dos meses en el mercado y ya lo usa mucha gente« -pensé-; o al menos, más personas de lo que parece a simple vista. En cualquier caso, los amigos de IQOS, que encontraba en estos tradicionales puntos de venta, me advirtieron de que una vez me acostumbrara al sabor, no iba a volver a querer meterme un cigarrillo normal en la boca.
Y lo cierto es que, a día de hoy, no sé si están en lo cierto o han exagerado. Pero, hay un aspecto que puede ser clave: El olor del humo del tabaco convencional me recuerda, a día de hoy, al de una chimenea. «Estoy deseoso de que acaben las dos semanas y valorar esta sensación» -suelo reflexionar a menudo-.
Fumar perjudica la salud
Uno de los principales problemas lo he vivido a la hora de adquirir las recargas o consumibles –que vienen a funcionar como cigarros tradicionales- y que se compran en los estancos, pero no en todos, ya que se trata de una artículo con dos meses de vida en España. Pero la red de distribución ya es amplia, aunque se echan en falta algunos puntos de ventas -como bares o gasolineras-.
De todas formas, y a pesar de todo lo que he escrito anteriormente, no hay que olvidar que se trata de un producto que lleva tabaco y que -aunque no lo llega a combustionar– no es inocuo porque contiene nicotina y genera adicción.
Esa es la línea que están siguiendo las tabacaleras, y en particular Philip Morris, que ha desembolsado ya más de 3.000 millones de euros en I+D+i en cuatro proyectos -entre el que se encuentra IQOS-, pero eso ya es otra historia que se tratará en el próximo artículo.