Sánchez comienza la operación acoso y derribo de Rajoy

El Partido Socialista de Pedro Sánchez, ese ‘nuevo PSOE’ que es el de siempre pero renovado en un difícilmente comprensible juego de palabras de su secretario general, inauguró ayer su nueva etapa en la oposición con un inesperado giro en un asunto importante, no solo para España, sino para la UE. Si hasta ahora el PSOE estaba junto al PP y Ciudadanos en la aprobación del nuevo tratado comercial con Canadá, desde ayer esa posición ha cambiado.

Es un gesto hacia Podemos, sin duda, gesto que además lo había pedido el propio Pablo Iglesias, y que ha caído especialmente mal en el Grupo Parlamentario Socialista del Parlamento Europeo, al que Sánchez deja por segunda vez en una situación delicada. La otra fue cuando rompiendo el pacto al que legaron Ramón Jáuregui y Elena Valenciano con los socialistas europeos, votó en contra de Junquer como presidente del Eurogrupo.

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Pero, con todo, no va a ser esta la decisión más polémica que tome Sánchez en estos días. Fuentes del propio PSOE confirman que Sánchez va a resistir todas las presiones, entre ellas las del propio grupo socialista del Parlamento Europeo, y se va a oponer al techo de gasto que presente la semana que viene Cristóbal Montoro, y que supone un elemento fundamental para que Brusela entienda que España se mantiene en el camino de la consolidación fiscal exigida por la CE.

Pero Sánchez quiere trasladar a su público, a los militantes que le han votado, la imagen de un líder del PSOE que se opone a todo lo que hace el PP, con la única excepción del referendum ilegal promovido por la Generalitat de Cataluña. Sánchez cree que, de ese modo, le roba el protagonismo como referente de la oposición a Podemos, y de hecho ese es el campo de batalla en el que se van a enfrentar ambos partidos: el terreno de la izquierda.

El dilema de Pedro 

El problema es que mientras el Podemos de Pablo Iglesias no tiene ningún reparo en aparecer ante sus votantes como un partido radical y rupturista, Sánchez sabe que el PSOE tiene que presentarse como un partido de Gobierno, y eso implica tener sentido de Estado. Si fuera así, al menos escucharía a quienes le piden que se abstenga en la votación del techo de gasto. Pero a Sánchez le puede más su obsesión por hacerle la vida imposible a Rajoy.