Fue el 10 de julio de 1890 cuando cinco familias riojanas y vascas fundaron la Sociedad Vinícola de La Rioja Alta. Desde entonces, también cinco han sido los pilares que han definido su trabajo: calidad, elegancia, innovación, sentimiento y evolución. Presentes en 46 países, el 60% de sus ventas proceden de allende los mares.
“Antes de la crisis esa cantidad era del 25%. Además, una seña de identidad nuestra, y es algo que no es muy habitual, es que vendemos más caro en el extranjero que en España”, afirma Ángel Barrasa, su consejero delegado.
¿Cuáles son sus principales mercados? Básicamente tres: Reino Unido, Estados Unidos y México. “Ahora no vamos a descubrir un nuevo mercado en el que queramos entrar. Lo que sí estamos haciendo es intentar crecer y consolidarnos en China y en Asia”, añade el consejero delegado.
«Los grandes vinos del mundo no están ligados a países, sino a regiones como Burdeos, Napa o Toscana»
En concreto, tanto en Estados Unidos como en China tienen una oficina comercial. En la actualidad, el 2% del total de sus ventas proceden del mercado asiático. De cara al futuro, quieren crecer de media un 20% anual, para que ese 2% llegue a ser el 15%.
¿Ayudaría a conseguirlo que sus vinos se vendieran fuera bajo la etiqueta ‘Vino de España’? “Este paraguas no encaja en nuestra filosofía que está asociada a un vino de calidad. Los grandes vinos del mundo no están ligados a países, sino a regiones como Burdeos, Napa o Toscana. Mucho más cuando la marca España en el mundo del vino no tiene gran glamour”, sostiene Ángel Barrasa. Y concreta: “El vino está asociado a la tierra, al lugar, tiene un componente de apego al terreno muy importante. Vender vino bajo la marca genérica de España no nos gusta”.
Una opinión en la que también tiene su ‘parte de culpa’ la imagen del vino español fuera de nuestras fronteras: un vino barato que se vende a granel. “Es competitivo porque tiene un precio bajo. Vender vino en botella marcaría una diferencia. Aunque eso no significa que, sistemática, el vino en botella sea mejor que el de granel. Puede haber vino embotellado malo y vino a granel bueno”, indica el consejero delegado.
¿Qué hay que hacer para ganar a los competidores internacionales? “Hay que estar convencido de hacer bien las cosas, es decir, calidad. Además, creérselo, tener la misma convicción de franceses o italianos. Y, por último, trabajo. Es decir, salir a vender”, precisa.
RIOJA Y COCINA, DOS MUNDOS APARTE
La Rioja Alta está en tres denominaciones de origen diferentes: Rias Baixas, Ribera del Duero y Rioja. En las dos primeras ya ha terminado la vendimia. “Estamos muy contentos en cuanto a producción y calidad”, indica Ángel Barrasa. Más complicada está siendo en la Rioja, donde todavía no ha concluido, aunque la opinión es favorable. “Te juegas todo el trabajo de un año en quince días”, añade.
De lo que está convencido es que, de la crisis, han salido fortalecidos. “Nos obligó a coger las maletas. La crisis se combatió exportando”, puntualiza. En España, todavía no se ha llegado a los consumos de vino previos, y han sido las bodegas con una economía saneada, con una buena estructura de distribución, las que la han capeado mejor.
En el camino se han quedado aquellas otras que no tenían estos fundamentos. Muchas nacieron atraídas por el glamour que rodea al mundo del vino, por lo que hubo mucha inversión no profesional. La crisis llegó para ellas justo en un momento en el que estaban fuertemente endeudadas y con todavía poco conocimiento del mercado. “El negocio del vino es muy lento y a muchas les pilló en fase de construcción”, matiza Ángel Barrasa.
¿El boom de la cocina española ha catapultado también a los vinos made in Spain? “Los cocineros no tienen al vino en su cabeza a la hora de fabricar sus platos. El mundo del vino lo integran relativamente, aunque hay excepciones. La culpa es de ellos y nuestra por no convencerles y enseñarles”, entona el mea culpa el consejero delegado de La Rioja Alta.
