La serie turca «Una Nueva Vida» ha enamorado a miles de personas con su increíble combinación de amor, traición y conflictos familiares. Incluso un matrimonio forzado entre Seyran y Ferit ha derivado en un drama incansable, por lo que cada capítulo desata nuevas batallas emocionales. Con más de 120 países enganchados a su historia, la ficción no solo aborda el amor en medio del odio, sino también las luchas del poder en las dos familias que se quieren destruir, y quién sabe, quizás también reconciliar.
LA RUPTURA DEFINITIVA

Aquella bofetada en Una nueva vida resonará en toda la mansión. Ferit, cegado por la rabia, volcará su ira contra Kaya al enterarse de que Seyran le ha vuelto a llamar. El momento es un punto de inflexión: no solamente por el texo de la violencia (ya que el patriarca Halis también le va a propinar una bofetada que conduce a la pérdida de cualquier tipo de reconciliación), sino porque Ferit, con el orgullo herido, lanzará un ultimátum: abandonar la casa y jurar no volver jamás.
¿Es en verdad una decisión impetuosa o la consecuencia de años de abusos? Ferit ha crecido bajo el dominio de ese Halis que imparte órdenes y, a la vez, toma decisiones que afectan al destino de toda la familia. Este encontronazo está lejos de ser un encuentro entre un nieto y su abuelo, es, simplemente, la defensa a ultranza de dos generaciones confrontadas allí donde el destino de un futuro –el futuro de Ferit– debe tomar una decisión crucial. La salida de Ferit de la mansión no es un acto de rebelde adolescente, sino una opción de salir de una casa del terror que le puede costar todo.
Las aseveraciones de Ferit no son un simple reto, sino también el grito de guerra para abrirse camino. «Tú has destrozado esta familia», le reprocha a Halis, dejándole bien claro que ya no va a ser el súbdito del dictador. Kazim, que siempre es lo suficientemente estratega, sabe sacar provecho en todo este alboroto y avanza para llevarse a Ferit y a Seyran bajo su defensa, aunque la paz sea algo efímero rápidamente. Por su parte, Kaya, abrumado por todos los acontecimientos, no va a dudar en hablar con Nükhet, con la que se acaba de reconciliar, y le va a confesar su agotamiento.
Y esa reacción de Kaya también tiene un significado evidente: no es sólo víctima, sino que también es un jugador -en este tablero de ajedrez que en la familia?- que tiene sus propios movimientos que va llevando a cabo. La declaración que le hace a Nükhet sobre su agotamiento es significativa en tanto que pone de manifiesto su vulnerabilidad, pero resulta también la pregunta que lanzará: ¿tiene alguna frontera el seguir siendo un peón? Nükhet, le llama también la atención que tiene un plan mucho más allá de unas simples disculpas.
JUEGOS DE PODER Y FALSAS RECONCILIACIONES

Nükhet, la experta de las apariencias de Una nueva vida. Al día siguiente, esta mujer se personifica en la casa de Kazim en compañía de Kaya con un desayuno y con sus disculpas que nadie se las cree de una forma convincente. Ferit, quien lleva a flor de piel los recelos, le hace burla de sus intenciones a la vez que deja constancia que no habrá ni una tregua ni una paz. Un cansado Kaya también arde en deseos de ser una de las dianas de su ataque. Ferit le encara y no la cede, pues no quiere compartir el mismo techo con una persona a la que estima como un enemigo.
Se trata de un intercambio entre miradas y palabras elegidas entre los más diversos criterios. Nükhet, con esa sonrisa estratégica, quiere parecer tranquila, pero sus ojos denotan que en modo alguno está para pedir perdón, sino para medir fuerzas. Ferit tampoco se deja engañar. Su rechazo es estratégico y emocional a partes iguales, ya que sabe perfectamente que ceder ahora sería mostrar debilidades. La incertidumbre es: ¿quién está, en realidad, ganando esta guerra?
En paralelo, Seyran se convierte en el blanco de una trama en la que nada es inocente, pues Sultan, como si obedeciera a Ifakat, envenena el café de Seyran, quien a partir de ahora descubre que la mansión Korhan no es un hogar, sino un campo de batalla en el que la comida misma puede transformarse en un arma. La joven ignora lo que realmente sucede, coge el café y lo bebe, ignorando que su vida podría acabar allí mismo. Este momento nos recuerda que también en este mundo lo que está en juego no es siempre lo evidente y claro.
Ferit prueba negociar con Halis, pero el viejo es un seducido inquebrantable: quien sale de la familia no tiene derecho a la herencia en caso de (des)aparición. Este «no» no sólo representa un golpe para las finanzas de Ferit, se trata de un mensaje inequívoco: Ferit es nadie sin Halis. En todo caso, la respuesta de Ferit será tan arriesgada como desesperada: quiere regresar a la mansión, pero no para someterse, sino para exigir lo que cree que es de su propiedad.
UNA NUEVA VIDA, UNA NUEVA GUERRA

El regreso más explosivo. Ferit no regresa solo a la mansión: lo hace con toda la familia Sanli. «Vamos a vivir aquí todos juntos», sentencia, desafiando las reglas no escritas de los Korhan. Lo que es una solución, por la que Ferit hace valer su condición de hombre de la casa, es en realidad una declaración de guerra. La convivencia entre ambas familias va a ser una bomba de relojería, sabida a todos dos que la guerra familiar por la que se han sometido, por mucho tiempo, tiene muchos rencores, muchos secretos y muchas piezas por mover.
Se trata de un golpe de efecto, pero no se trata simplemente de un acto de rebeldía. Ferit no está dispuesto a rendirse y sabe que a Halis hay que golpearle allí donde más le duele: en la casa que ha sabido y ha podido controlar exitosamente. Al traer a los Sanli, no sólo desobedece a su abuelo y a lo que significa sino que ha redibujado las reglas del juego para que su abuelo también se vea obligado a tejer otras reglas que obliguen a Seyran a tomar una difícil opinión. Ahora Seyran, mujer entre dos hombres, deberá decidir entre su deseo de pertenecer y su deseo de conseguir la paz.
Seyran, encerrada en dos mundos, deberá decidir entre el amor y la vida. Ferit, a pesar de amarla, la hace responsable de caer en escenas brutales. ¿Sobrevivirá su relación al peso de las traiciones, de las manipulaciones? Y Kaya y Nükhet continúan con sus estrategias, mientras Halis sigue tejiendo, en la sombra, la tela, el capítulo acaba con una pregunta en el aire: ¿quién se acabará llevando el gato al agua en esta guerra familiar?
En el siguiente capítulo habrá más traiciones, más gritos de los que no se oyen y algo de esperanza en toda esa oscuridad. Porque nada es lo que parece en la mansión Korhan y tras cada reconciliación hay un nuevo engaño. ¿Estamos asistiendo al final de una época o al inicio de una verdadera nueva vida? Las respuestas sólo las dirá el tiempo.