Con la llegada del otoño llega el momento de cambiar toda la ropa del armario. Atrás han quedado las olas de calor, las noches sin dormir y el ventilador perpetuamente encendido. Toca guardar las sandalias y el pareo, y hacer sitio a los jerséis, las camisas de manga larga, las blazers y las botas. Es una tarea que suele dar un poco de pereza, sin embargo, todo es ponerse con alegría y actitud, para recibir esta época de cambio que es el equinoccio de otoño. Es temporada de setas y chocolate caliente y vamos a recibirla con positividad. Si siempre que toca hacer el cambio de armario no sabes ni por donde empezar, te recomendamos que sigas estos consejos para hacerlo más llevadero y que lo tengas todo perfectamente ordenado.
ESCOGER EL DÍA ADECUADO

Lo mejor es reservar un rato con antelación para hacer esta tarea, así ya estamos metalizados. Además, si lo dejamos a la improvisación para cualquier rato libre, corremos el riesgo de que tengamos que dejarlo a medias porque nos está llevando más tiempo del esperado. Marca en el calendario una tarde o una mañana que sepas que vas a tener libre y sin distracciones, ya que podemos tardar de media unas tres horas si queremos hacerlo perfecto.
TODO FUERA DEL ARMARIO

El cambio de armario es el momento ideal para revisar toda la ropa que tenemos. Seguro que hay un montón de cosas que apenas te has puesto nunca. Toca deshacerse de esas prendas. Podemos dividir la ropa en dos montones, por un lado, que usamos con cierta frecuencia y que queremos conservar, y por el otro esas cosas que compramos en su día impulsivamente y después dejaron de gustarnos, así como la ropa que ya no nos sirve. Según su estado, podemos donarla o venderla en alguna web de segunda mano.
LIMPIAR EL ARMARIO POR DENTRO

Ya que hemos sacado toda la ropa fuera del armario podemos aprovechar para hacer limpieza, porque es inevitable que vaya acumulando polvo y ácaros. Basta con pasar un trapo humedecido con jabón neutro por las paredes, las baldas, los cajones, las puertas por dentro y las barras de las perchas. Después secamos muy bien antes de volver a meter la ropa. Igualmente, podemos colocar algunos elementos para perfumar el armario, como los clásicos accesorios antipolillas, o saquitos de lavanda u otras hierbas aromáticas.
CLASIFICAR LA ROPA

Ahora toca enfocarse en la montaña de ropa que hemos apartado y que vamos a conservar. Vamos a clasificarla por tipo de prenda (camisetas, pantalones, blusas, etc.) y a la vez vamos dejando aparte la que queremos guardar para la próxima temporada. Hay algunas prendas de verano que se pueden seguir usando durante el otoño, como algunos vestidos combinados con medias y cárdigans. Es muy divertido hacer nuevas combinaciones.
UN LUGAR PARA CADA COSA EN EL ARMARIO

Hay que colocar toda la ropa nueva en el armario, incluyendo la ropa de entretiempo e invierno que tenemos que sacar de donde la guardemos (trastero, altillo, en una caja bajo la cama…) Cada persona tiene sus propios criterios de organización y su orden. Lo más recomendable es colocar juntas las prendas según el tipo, y dentro de cada tipo de prenda, se puede hacer una clasificación por colores. También es importante que cada prenda esté visible. Para ello lo mejor es colocar todo lo posible en perchas y el resto en cajones, siguiendo el método de Marie Kondo.
GUARDAR LA ROPA DE VERANO

Una vez organizado el armario, hay que guardar la ropa de la otra temporada. Es importante que las prendas estén limpias, así que si hay alguna ropa pendiente de pasar por la lavadora, este es el momento. Lo más aconsejable es guardarlo todo en cajas de tela que permitan la ventilación, para que no se acumule humedad, aunque siempre es buena idea añadir algún producto antihumedad y antipolillas. Así la ropa estará perfectamente protegida hasta el año que viene. Otro truco muy práctico es etiquetar las cajas para saber lo que hay dentro, así si en algún momento necesitamos algo, no tenemos por qué abrir todas las cajas.
AL VACÍO

Las cosas más voluminosas, como las toallas de playa, las colchas de verano, algunas chaquetas, etc., se pueden guardar en bolsas y envasar al vacío, igual que hacemos con las mantas y edredones del invierno. Con este sistema pueden ocupar 1/3 de su volumen, lo cual es muy práctico si tenemos un espacio reducido. Hacen falta unas bolsas especiales que cuentan con un agujero donde se introduce el tubo del aspirador. Luego solo hay que encender el aparato para que extraiga el aire, y la bolsa quedará como prensada. Después se pueden colocar en las baldas más altas o en el altillo.