La historia de «Sueños de Libertad» no deja de asombrar a sus seguidores, y el capítulo 336 le da un giro inesperado, en el que los personajes se encuentran ante verdades incómodas, decisiones difíciles y manipulaciones que podrían cambiar para siempre sus vidas. La serie, que ha mantenido a la audiencia en vilo haciendo llorar en algunas escenas y haciéndole vivir otras intensas, avanza hacia el punto de inflexión de la que sirve de base al guion, donde las mentiras empiezan a resquebrajarse y las máscaras caen.
BEGOÑA CONTRA MARÍA EN SUEÑOS DE LIBERTAD

En Sueños de Libertad, Begoña no pertenece al grupo de personas que se quedan inertes ante este tipo de duda que ha nacido de la relación con María; el seguir avanzando en indagar hasta ver si había algo que explicara todo esto ya la había conducido a un punto de no retorno. «Las mentiras tienen las patas cortas», se dice, y ha decidido demostrarlo.
Con una sorprendente jugada para Begoña, un día se coloca cara a cara con María, presentándole pruebas que prácticamente la acaban cercando, y lo hace sin don de gentes o al menos sin donar uno que logre hacer más sensato aún ese cuestionar de su repuesta, haciéndola gritar, «Lo tuyo fue una obra de teatro macabro, y ahora lo van a saber todos». La reacción de María no se produce a ritmo pausado; lejos de comenzar a negar que había hecho esto, María reconoce exactamente esto que Begoña había revelado.
Begoña no se va a rendir, reprochándole que «Andrés ya no es tuyo y que tu juego ha terminado», dejando claro que ahora que había quedado claro el juego para el que había sido reclutada su expareja, ya no le interesa que tome decisiones, ni que los que baje por su lado incitar a manipular al Andrés. La estridencia de la relación que ambas mujeres producen alcanza un clímax con consecuencias devastadoras e irremediables en el transcurrir de los capítulos a través de los cuales se va a avanzar a través de la historia.
Lo que desconoce Begoña, es que María siempre tiene un as bajo la manga. Cuando parece que María está al borde de la derrota, lanza una amenaza encubierta: «Si piensas que esto termina aquí, es porque no me conoces». Con esta sutil advertencia, deja en Begoña más dudas que certezas, preguntándose en qué otro trapicheo podría estar metida su enemiga.
Al mismo tiempo, Luz, después de escuchar las sospechas de su amiga Begoña, revisa críticamente la historia médica de María. «Hay lagunas que no concuerdan bien», dice en voz baja mientras revisa los informes de la historia médica. No es que lo tenga totalmente claro, pero su experiencia médica le dice que la versión oficial de los hechos no encaja.
UNA BATALLA DE ASTUCIAS

Siempre ha sido un hombre acostumbrado a conseguir controlar todo lo que le rodea en Sueños de Libertad. Sin embargo, el trágico accidente ha comenzado a realizar algunas grietas en su armadura. La merced de que su imagen se vea dañada, su propia empresa perjudicada, le tiene en suspenso, y la presión le lleva a realizar el ejercicio de sincerarse con Digna. «No puedo ocultarlo más –explica–. Era la razón por la cual Andrés no asistió a la reunión con la compañía de seguros».
Su momento de debilidad tal vez le acabe costando caro. Joaquín, siempre en la sombra, hace una visita a su domicilio y percibe un pequeño detalle que a él le resulta insignificante, aunque a su vez la clave del análisis de la situación. «A veces lo pequeño esconde la verdad más grande» –le da vueltas a esa idea mientras se fija en los movimientos propios de Don Pedro–. Su investigación sobre el vínculo entre el empresario y Górriz va a dar un giro inesperado y lo que pudiera saber cambiará totalmente la forma de hacer las cosas.
Pero Digna se queda callada, sí, pero tampoco lo mira a él en silencio. Mientras sirve el café a Joaquín, sus ojos van a dar a un documento que está escondido en el escritorio de don Pedro. «¿Qué se estará escondiendo más?», se pregunta, notando el desmoronamiento de su confianza en el marido. La cuestión ya ha hecho un posado en su cerebro, y sólo le queda aguardar que que le toque la hora de investigar.
Joaquín, avispado, escoge no ir a lo hecho. En vez de ir a dar caza a don Pedro, opta por seguir recogiendo información. «Los peces gordos caen despacito», murmura sonriendo. Su siguiente paso será el de seguir el hilo del movimiento de capital de la empresa, llega convencido de que allí encontrará la verdad.
CONFESIONES Y JUEGOS PELIGROSOS

Irene lleva muchos años soportando un secreto que es tan pesado como una losa, pues Cristina es su hija biológica. Es por su insistencia que Damián, después de tantos años, la alienta a descubrirle a la joven la verdad; sin embargo, la primera vez que Irene se decide a hacerlo, las palabras que sin querer dice Cristina hacen que dé un paso atrás. «Mi madre adoptiva es mi vida,» cuenta Cristina con una sonrisa que parte a Irene en dos.
Pero Damián sigue insistiendo. «No puedes vivir en la mentira,» le concreta, si bien esta forma de presionarla va generando desconfianza hacia Damián. ¿Actúa por su propio bien o lleva consigo un interés oculto? La tensión entre ellos se va acentuando, y lo que debería ser un momento de reconciliación pronto se convierte, otra vez, en un campo de batalla lleno de sentimientos.
Mientras tanto, Cristina, ajena al tormento propio de Irene, va demostrando una devoción inquebrantable hacia su madre adoptiva. En una charla informal con Raúl, se le escapa: «Nunca podría traicionar a quien ha dado todo por mí». La frase, para Irene, se convierte en una especie de mazo que le genera el miedo a que si despierta ese secreto de la verdad, hay posibilidades de que le diga que no.
Damián, agotado por la indecisión de Irene, comete un error: ejercer mucha presión. El caso es que al final, en un momento de impaciente, ella llega a soltarle: «Si tú no lo haces, lo hará él». La frase, por su naturaleza ambigua, dificulta que Irene obtenga información, ya que ella lo mira con desconfianza. ¿Una advertencia o una amenaza?
Mientras esto ocurre, Gabriel avanza sin prisa en su plan. «La confianza de Damián es mi mejor arma«, piensa mientras se ofrece para mediar en el conflicto del accidente. Mientras lo que da él como una beuna jugada, Damián lo recibe como una imagen de lealtad. El juego de Gabriel se juega a riesgo, y cuando la última pieza del juego caiga, las cartas estarán muy claramente echadas.








































































































