viernes, 13 diciembre 2024

La disyuntiva renovable de Naturgy y Enagás: hidrógeno ‘verde’ o biometano

Los gases renovables son uno de los ejes vertebradores de la transición energética, algo que se refleja tanto en la esfera pública como la privada. El Estado, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, ha dispuesto programas específicos de ayudas tanto para el hidrógeno ‘verde’ como para el biometano; mientras que en el ámbito empresarial, dos titanes, Naturgy y Enagás, apuestan por una España líder en su producción y almacenamiento y piden más ambición a la gobernanza para su desarrollo. Sin embargo, estas dos variantes podrían tener un lugar distinto en el mercado, lo que obligaría en última instancia a decidir en qué cesta poner los huevos del negocio.

HIDRÓGENO Y BIOMETANO, DOS GASES PARA UN SECTOR

El hidrógeno renovable o ‘verde’ se obtiene separando su átomo del agua a través de un proceso denominado electrólisis. Tomando la H de H2O se obtiene un combustible totalmente limpio y muy reactivo, que además es uno de los elementos más abundantes no del planeta, sino del Universo. Sus aplicaciones en la producción energética son variadísimas, teniendo usos en la industria, el transporte, la generación de energía eléctrica y como suministro doméstico. Se le considera un vector fundamental del proceso de descarbonización necesario para embridar el cambio climático, pero ha estado siempre rodeado de interrogantes, principalmente en torno a su alto coste; cuestiones que, lejos de evaporarse, se intensifican a medida que avanza la transición energética.

El biometano, por su parte, se obtiene a partir del refinamiento del biogás, que a su vez puede extraerse de desechos tan pedestres como el aceite de cocina usado. Éste último, de hecho, tiene un contenido de metano de alrededor del 70%, que constituye su elemento reactivo; luego el biometano, una vez ‘capturado’ (a través de un proceso llamado upgrading), tiene unas propiedades excelentes como combustible. Al igual que su contraparte, es una fuente de energía libre de emisiones, con la ventaja añadida de que ayuda en el aprovechamiento de residuos.

EL ‘BOOM’ DE LOS GASES ‘VERDES’

El objetivo de la Unión Europea (UE) en materia de sostenibilidad no anda escaso de ambición: se propone reducir las emisiones de efecto invernadero a cero en 2050. En este proceso, ha otorgado capital importancia a ambos gases renovables, lo que se refleja en la planificación energética de los países miembros; España, por supuesto, no es una excepción.

La hoja de ruta del hidrógeno renovable, uno de los engranajes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, aspira a posicionar a España como referente tecnológico en producción y aprovechamiento del hidrógeno renovable, con más de 1.500 millones de euros en inversiones. Otro de los instrumentos diseñados para este fin es el PERTE de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento, que prevé movilizar una inversión superior a los 16.300 millones. La meta a medio plazo es alcanzar una potencia de electrólisis de 300 MW a 600 megavatios (MW) en 2024 y de 4 gigavatios (GW) en 2030, un 10% del objetivo comunitario.

La respuesta del emprendimiento energético, sin embargo, ha dejado pequeñas estas expectativas. Según el último informe publicado por la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), la apuesta a nivel nacional por esta energía renovable ha tomado un impulso sin precedentes, con 123 proyectos de 46 entidades asociadas en marcha que suman una inversión total de 21.000 millones de euros.

ESTE AÑO HAN SURGIDO MÁS DE UN CENTENAR DE PROYECTOS DE BIOMETANO, CUYO DESARROLLO PERMITIRÍA PROVEER DE ENERGÍA A UNA CIUDAD DE 250.000 HABITANTES

El biometano, en combinación con el biogás o sin ella, despierta también un enorme entusiasmo, que no ha hecho sino crecer en los últimos tiempos. El pasado julio, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) resolvió la primera convocatoria de ayudas del sector con la concesión de 76,5 millones de euros a a 81 propuestas de generación y aprovechamiento de biogás para uso térmico, eléctrico, cogeneración y biometano. Los fondos proceden del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y son parte de una inversión proyectada de 475,5 millones de euros y una potencia total a instalar de 188,3 MW.

Durante este año, el interés promotor en esta fuente energética ha aumentado de forma abrumadora. Han surgido más de un centenar de iniciativas de instalación cuya potencia conjunta permitiría alcanzar un teravatio hora (TW/h), o lo que es lo mismo, el consumo total de una población de un cuarto de millón de habitantes. Naturgy, Nortegas, Ence, Redexis, Suma Capital, Verdalia y PreZero son algunas de las compañías que han presentado proyectos.

Hidrogeno verde Merca2.es

LA EXPECTATIVA ALTÍSIMA

El biometano tiene, pues, argumentos más que sólidos para arrojar al hidrógeno del verde trono de los gases renovables; pero es también la creciente inquietud sobre el desempeño comercial de este último lo que puede costarle la corona. Uno de los más recientes estudios al respecto es el realizado para OBS Business School por Marcos Rupérez, consultor y ejecutor de proyectos de hidrógeno y socio fundador de EWM soluciones (Energy and Waste Management).

El informe lleva el ominoso título ‘El hidrógeno verde, ¿burbuja o una realidad energética?’, un interrogante respondido en gran medida por el propio autor: «La expectativa en el hidrógeno como vector energético es altísima y difícilmente se va a cumplir». El contenido expone los motivos por los que esta fuente, depositaria de tantas esperanzas de cara a la transición energética, carece de los mimbres de rentabilidad suficientes para soportar tanto peso sobre sus hombros.

LOS PROYECTOS DE HIDRÓGENO VERDE DEPENDEN DEL FLUJO DE FONDOS PÚBLICOS, QUE SE SECA UNA VEZ CONSTATADA LA FALTA DE RENTABILIDAD

En primer lugar, la urgencia en el proceso de descarbonización está llevando a un crecimiento antinatural del sector del hidrógeno, muy por encima de su desarrollo orgánico, lo que a la postre resulta en una utilización poco adecuada del recurso en ámbitos en los que no es competitivo. Por otro lado, los proyectos que lo llevan por bandera dependen de un flujo de fondos públicos que se seca una vez constatado el insuficiente rendimiento económico. Una financiación estatal que, por otro lado, cubre solo la inversión inicial, no el gasto operativo.

«El hidrógeno verde no es rentable hoy en prácticamente ninguno de sus posibles usos si lo comparamos con los precios de los combustibles fósiles», concluye la investigación; lo que nos deja, por tanto: frente a dos opciones: compensar el déficit con recursos públicos o esperar a que el precio del petróleo experimente su enésima ascensión a la estratosfera.

Esta última alternativa supondría, en esencia, poner al hidrógeno la etiqueta de ‘ábrase en caso de incendio’, lo que difícilmente es una buena perspectiva de negocio. Durante el congreso Green Gas Mobility Summit del pasado 22 de septiembre, los representantes de Naturgy y Enagás preconizaron un brillante porvenir para esta fuente, que compartiría con el biometano una parte sustancia del ‘mix’ energético descarbonizado del futuro. No obstante, aunque la implantación de ambos gases va viento en popa -al menos sobre el papel-, la confianza en el hidrógeno como producto comercial no termina de despegar; una fría y dura realidad mercantil que se materializará, tarde o temprano, en las preferencias de los inversionistas.


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