La alegría de los espumosos devuelve al corcho a niveles prepandemia

Los productores extremeños han vuelto a los niveles de venta de tapones de corcho de la prepandemia. De esta forma, el sector del corcho recupera el pulso previo a la crisis sanitaria gracias al repunte de la demanda de su producto estrella. Tras verse seriamente afectado por el cerrojazo inicial del canal horeca tras la irrupción del covid y la caída de las bodegas que lo arrastró consigo, en el último semestre de 2021 ha conseguido remontar a cuenta del incremento de ventas de espumosos como el cava y el champagne.

Así, Extremadura logró durante la segunda mitad del pasado año moverse en sus tradicionales valores semestrales promedio de venta de tapones de corcho, en torno a los 800-850 millones de tapones. Con el retorno de los eventos en los últimos seis meses regresaban las ganas de descorchar vinos y cavas, algo que agradecía de especial manera el sector vitivinícola y, de paso, los productores de corcho.

El corcho está íntimamente ligado a los vinos de alta gama por la influencia de su porosidad en la evolución del caldo en botella. Además, el alcornoque habita en el paisaje de la dehesa y se integra en un ecosistema que constituye una de las más eficaces barreras contra la desertificación. Este entorno natural es el mismo que da cobijo a miles de especies de fauna y flora, algunas amenazadas de extinción, y a ganadería destacada, como el cerdo ibérico. Toda una cadena de valor vinculada a la naturaleza que empieza a recuperarse de las consecuencias de la pandemia.

En cuanto a datos de producción, del total del alcornocal español se obtienen al año unas 70.000 toneladas de corcho en bruto, de las cuales el 85% se concentra en el suroeste peninsular, Andalucía y Extremadura. La facturación anual del sector representa unos 350 millones de euros y genera unos 2.000 puestos de trabajos directos que se elevan hasta los 3.000 en el periodo de la saca del corcho.

Pese a las dificultades que han atravesado las 150 empresas corcheras desde el inicio de la pandemia, su mayor fortaleza le ha permitido resurgir con fuerza: al tratarse de una industria eminentemente exportadora, no depende en exclusiva de la demanda interna. Y, si bien los fabricantes han trabajado durante toda la pandemia a niveles aceptables en cuanto a productos como el vino, en los últimos meses encontraron en la elevada demanda de regiones como Champagne (Francia) un importante revulsivo.

Sin embargo, al igual que otros, el sector del corcho tampoco es ajeno a los problemas derivados del aumento de costes de producción generados por el encarecimiento de la energía y del transporte.

PAVIMENTOS, AISLANTES, MODA Y ARTESANÍA

Del total de las 70.000 toneladas de corcho en bruto al año que se producen en España, aproximadamente el 80% se destina a la fabricación del tapón y el 20% restante se usa para otras aplicaciones como pavimentos, aislantes térmicos y acústicos, muebles, moda, artesanía, y un sinfín de utilidades que se benefician de las propiedades o estética del corcho.

Pero su versatilidad ha llevado a este recurso forestal a nuevas aplicaciones y ha demostrado una buena compatibilidad e idoneidad como relleno para los campos de fútbol de césped artificial.

El corcho es un producto natural 100%, con unas características difíciles de imitar, «es leve, impermeable, compresible, elástico y buen aislante térmico y acústico, es reciclable y reutilizable», explican desde el Clúster del Corcho (Asecor).

Por otro lado, la producción de corcho no genera ningún impacto en el ecosistema del que se extrae, ya que se obtiene por descortezamiento, sin talar ningún árbol. Tras la extracción del corcho, el ciclo natural del alcornoque vuelve a iniciarse, regenerando nuevamente su corteza.

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Extracción del corcho en Extremadura (foto de Asecor)

AMENAZAS PARA EL SECTOR DEL CORCHO

Extremadura alberga aproximadamente 250.000 hectáreas de alcornocal, una superficie que representa el 34,5% de la masa forestal de este tipo de árboles en España, la cual a su vez produce el 25% del corcho mundial.

Ese corcho, principal materia prima que se obtiene del alcornoque, es el motor económico de buena parte de la región y, no sólo por la industria de transformación, sino también por el gran número de empleos directos que genera la extracción o saca.

No obstante, según datos de Asecor los estudios realizados por la industria corchera y avalados por los centros de investigación, arrojan unos datos preocupantes: existe una merma de la producción, en cantidad y calidad, que amenaza el sector y previsiblemente provocará, si nadie lo remedia a medio plazo, un desabastecimiento de la industria.

Esta realidad responde a factores como la disminución de las densidades de arbolado, el decaimiento relacionado con el síndrome de la seca (causada por el hongo Phytophtora Cinnamomi), la destrucción del corcho en el árbol debido a plagas como la culebrilla, el envejecimiento de los alcornocales o el abandono de la gestión.

De este modo, las repoblaciones y densificaciones realizadas en las últimas décadas no están consiguiendo amortiguar lo suficiente esta tendencia. De ahí, la apuesta por el cultivo intensivo del alcornoque para fomentar la industria del corcho de la mano del proyecto piloto GoFertirriego que propone innovar con un sistema de riego con nutrientes para mejorar la calidad y la cantidad de corcho producido asegurando su futuro.

LA CONTINUIDAD DEL SECTOR

La lectura que se hace desde el Cluster del Corcho de Extremadura es que la industria se ha mostrado dinámica en los últimos años y ha encontrado soluciones para poder servir los tapones con los mayores estándares de calidad, aportando soluciones tecnológicas y reinventándose en un sector agitado por la competencia.

«Tenemos la ventaja de que el consumidor prefiere mayoritariamente el tapón de corcho» frente a otras alternativas –tapones de plástico o silicona- y, por tanto, «tenemos la obligación de mantener esta preferencia en el tiempo, adaptándonos a sus necesidades», explican desde Asecor.

En el ámbito laboral, la saca del corcho requiere de mano de obra especializada, a diferencia de otros sectores agrícolas. En este sentido, la dificultad radica en que cada vez quedan menos expertos que continúen con esta actividad de carácter estacional. En este contexto, se desarrollan iniciativas en dos sentidos: desde mejorar la formación de nuevos sacadores de corcho, hasta la utilización de la tecnología para facilitar las tareas de descorche, y «probablemente lo más razonable sea aprovechar una combinación de ambas», comentan desde el Cluster.

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.