Cuando se habla de injerencia política en el sector financiero español la mayoría piensa en la presencia de políticos, sindicalistas y miembros de patronales en las extintas cajas de ahorros que llevaron a la inmensa mayoría de estas entidades al desastre. Sin embargo, más de una década después siguen existiendo intervenciones políticas que afectan al negocio bancario, sobre todo en las herederas de aquellas cajas que hoy están en varias quinielas para continuar el proceso de concentración del sector que ha revivido con la integración de Bankia en CaixaBank.
Una de ellas –quizás la mejor situada por la fortaleza de su balance– es Kutxabank, entidad con sede en Bilbao y que surgió en 2011 de la integración de las tres cajas vascas Bilbao Bizkaia Kutxa (BBK), Kutxa y Caja Vital. Su presidente, Gregorio Villalabeitia, admite sin tapujos que protagonizar una fusión sería una buena forma de usar su capital y hace alarde del músculo financiero del que dispone para operaciones corporativas, aunque no ha deshojado la margarita para determinar quien será su pareja de baile.
Hasta ahora los cantos de sirena de Abanca no han terminado de convencer a la dirección del banco vasco, ni siquiera los movimientos que se están realizando a dos bandas entre Madrid y Barcelona para acercar a Kutxabank a la órbita del Sabadell. Pero el tiempo se le acaba a Villalabeitia porque el Partido Nacionalista Vasco (PNV) se está impacientando, temiendo que el ascenso de sus competidores en la arena política de Euskadi acabe poniendo a la dirección de la entidad bajo la presión de fuerzas de izquierda.
Según confirman a MERCA2 fuentes financieras que mantienen buena sintonía con el partido jetzale, existe en estos momentos «mucha preocupación por el ascenso de Bildu y su relación con el Partido Socialista y Podemos, un temor que entre otros muchos factores puede afectar al futuro de Kutxabank», cuyo peso industrial es evidente y que puede caer en las manos menos adecuadas para preservar su futuro con garantías.
A este respecto, las fuentes consultadas añaden que el partido de Íñigo Urkullu «está empezando a darse cuenta y ser consciente de que a pesar de los buenos números de Kutxabank se trata de un banco regional y cada vez tiene más sentido que protagonice gran una operación que le ayude a dar ese paso para convertirse en una entidad mayor, sobre todo si la alianza tripartita entre Bildu, PSOE y Podemos alcanza la presidencia del Gobierno Vasco.
Esto se produce en un momento complicado de la relación del PNV con el equipo directivo del banco, después de que el partido político haya querido promover una reestructuración de las fundaciones herederas de las cajas de ahorros que participaron en la génesis del grupo. Un conflicto que se suma al de la sucesión, ya que el presidente termina mandato dentro de un año y ya se están produciendo movimientos para ver quien ocupa su silla. El PNV ha tenido varios enfrentamientos con Villalabeitia porque ha defendido la independencia de la entidad frente a la injerencia del Gobierno vasco.
BBK CONTROLA KUTXABANK
Aunque sobre el papel Kutxabank es una entidad privada, la realidad es que las autoridades bancarias europeas permitieron que permaneciera dentro de la órbita del Ejecutivo vasco a través de BBK, dueña del 57% del banco y que ha sido controlada hasta ahora por el PNV.
En 2014 los buenos resultados del test de estrés realizado por el Banco Central europeo (BCE) –junto con las gestiones realizadas por el lobby nacionalista en el departamento del entonces ministro de Economía, Luis de Guindos– permitieron a la entidad pasar de puntillas por la gran reforma bancaria impulsada por la troika para autorizar el rescate del sector financiero español.
Desde entonces el banco ha mantenido sus buenos resultados y ha estado a punto de participar en operaciones corporativas. De hecho, se llegó a plantear una operación en la que participaría el Banco Sabadell y BBVA, creando un gran grupo que peleara por el liderato del sector financiero español con Santander y CaixaBank, una integración que habría logrado la vieja aspiración de la burguesía vasca de recuperar la entidad hoy presidida por Carlos Torres.
BAJA MOROSIDAD Y ELEVADA SOLVENCIA
Los resultados presentados al cierre del tercer trimestre explican las razones de que el grupo que preside Villalabeitia sea el principal objeto de deseo de los bancos que quieren apostar por el crecimiento inorgánico. Con más de 64.000 millones de euros en activos, la morosidad es de tan sólo el 1,94% después de haber reducido su saldo de activos dudosos, que no alcanza siquiera los 1.000 millones de euros.
Y en cuanto a la solvencia, el ratio de capital (CET1 fully loaded) es del 17%, una de las más altas de Europa (cuya media es del 15,5%) y que supera en casi cinco puntos la del conjunto del sector bancario español.
OBJETIVO: ELEVAR LA RENTABILIDAD
El único punto flaco de la entidad es la rentabilidad, algo que comparte con el resto de sus competidores y que puede ser el factor financiero que incline la balanza a favor de una fusión. El ROE está en el 3% muy lejos del coste del capital y aunque la dirección asegura que este indicador repuntará en los próximos meses, lo cierto es que supone menos de la mitad del que tenía en 2019.
La clave para aumentar la rentabilidad es apostar por otras vías de ingresos y Kutxabank ha decidido reforzar su red minorista (al contrario que sus competidores) y potenciar su negocio de seguros. De hecho en los nueve primeros meses del año el grupo ha logrado firmar 100.000 nuevas pólizas que elevaron los ingresos por esta partida un 12,4%. La facturación por servicios, comisiones y seguros creció un 17,9 % al cierre del tercer trimestre, hasta 442,8 millones de euros, lo que supone superar 418,2 millones de su margen de intereses, que se redujo un 0,3%, una rúbrica que desde años se ve lastrada por la política monetaria del BCE.