viernes, 13 diciembre 2024

Médicos coinciden en que calentar el tabaco reduce el riesgo de cáncer

Oncólogos y cardiólogos coinciden en que el uso de las alternativas de la industria al cigarro convencional –como el tabaco calentado y los cigarrillos electrónicos– reducen el riesgo de cáncer y otras enfermedades, al aminorar en entre el 90 y el 95% la exposición a sustancias químicas tóxicas que se producen cuando el tabaco arde.

Así se ha expuesto este jueves en unas jornadas sobre reducción de daño que han tenido lugar en el Palacio nacional de cultura de Sofía (Bulgaria) y que ha podido seguirse internacionalmente a través de Internet.

Ese descenso en la exposición de las nuevas fórmulas genera beneficios frente a fumar en todos los indicadores medidos, tales como infecciones respiratorias, metabolismo, infecciones de garganta, afección de asma, etc, según ha explicado este jueves la doctora Rada Prokopova, citando informes realizados por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) de los Estados Unidos.

LOS NUEVOS PRODUCTOS BENEFICIAN A LOS FUMADORES PASIVOS

Este descenso en la exposición a sustancias perjudiciales no beneficiaría solo a los fumadores sino también a aquellos pasivos, que inhalan el humo producido por el cigarrillo convencional, incidió la cardióloga, que a su vez remarcó la importancia y el «respeto» hacia la evaluación de la FDA respecto al producto de tabaco calentado iQos, de Philip Morris. «Se trata de una institución seria», agregó.

El oncólogo David Khayat, que habló antes, culpó al humo generado por quemar el tabaco de la mayor parte de los partículas peligrosas o potencialmente peligrosas. «Calentar deja de generar muchas de las partículas cancerígenas y está demostrado sin ninguna duda que la mayor exposición a cancerígenos provoca más casos de cáncer», incidió.

Lo mismo ocurre con la alimentación, explicó, «entre más carne más aumenta el riesgo de cáncer y entre más pescado se consume éste se reduce». «Esto es verdad en todos los campos y, por tanto, reducir los riesgos y la exposición» es una de las claves, dijo.

Khayat dijo no entender cómo hay quien rechaza usar políticas de reducción de daño en el tabaco cuando se usan históricamente en otros muchos campos, como el tráfico, la alimentación, la exposición al sol o las relaciones sexuales.

«AL FINAL DEL DÍA, LO IMPORTANTE ES REDUCIR LAS MUERTES»

Para el oncólogo y presidente de honor del Instituto nacional del cáncer de París (Francia), la implantación de fórmulas de reducción de daño como el tabaco calentado «no va a eliminar el consumo del tabaco pero sí a reducir las muertes, y al final del día eso es lo que los oncólogos piensan que es lo más importante.

El oncólogo principal del centro oncológico de Costa Rica, Efraín Cambronero Moraga, sostuvo que «sin duda la prevención y la cesión es la mejor manera» de reducir los riesgos derivados de fumar, pero apuntó a que hay que bajar «al mundo real», donde los médicos ven constantemente que hay mucha gente que no quiere o puede dejar de fumar.

Por ello, remarcó que la nicotina –que los nuevos dispositivos siguen suministrando– «no es cancerígena, pero sí altamente adictiva». Así que, defendió, las nuevas fórmulas tienen el «potencial para ayudar».

LOS NUEVOS PRODUCTOS DEBEN ESTAR «REGULADOS Y SUPERVISADOS»

Cambronero remarcó, eso sí, que los productos de reducción de daño tienen que estar «regulados y supervisados» para evitar casos como el de Estados Unidos donde la «falta de regulación» impulsó el consumo entre los adolescentes en edad escolar.

El oncólogo remarcó que el «principal» objetivo de los médicos «es reducir la mortalidad» y defendió que estos productos son «menos dañinos». En este sentido, consideró que «todos los países deberían implantar políticas de reducción de daño en sus legislaciones».

«Las nuevas alternativas deben ser reguladas y supervisadas, en ámbitos como publicidad, ingredientes o materiales. Pero pueden ayudar a salvar vidas, reducir morbilidad y mortalidad, siempre vigilando que no se impulsan otros consumos», abogó.

El profesor Georgi Momekov, presidente de la Sociedad científica de farmacia de Bulgaria, puso el foco en que los riesgos para la salud de consumir tabaco aumentan «según la temperatura aumenta» y que, por eso, la «clave es calentar» el tabaco y no hacerlo arder.

Defendió que se producen reducciones en algunos de los marcadores de hasta el 90 por ciento, como en enfisemas u otras enfermedades. «Muchos indicadores van en la misma dirección de lo que supondría dejar de fumar y esos datos han sido confirmados en estudios independientes no financiados por la industria», concluyó.


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