La salud es uno de los temas que mayores preocupaciones genera en las personas. Todos sabemos que si no contamos con un bienestar en cuerpo y mente, difícilmente podemos desempeñar nuestras actividades diarias. Estamos en una sociedad muy consumidora de productos de todo tipo, y uno de los que mayor acto de presencia hace en estos tiempos es el yogur. Es una delicia con muchos encantos, de hecho, es casi que obligatorio en la dieta de las personas. Por eso es importante conocer cuál es el mejor, y de qué manera podemos elegir. Ante esto, la Universidad de Harvard nos da las claves fundamentales para no morir en el intento.
El cuidado de la dieta es lo que buscan la mayoría de las personas, pero desde luego que hay muchísimas marcas, diferentes sabores, y una diversidad de aportes que debemos conocer sobre el yogur. Así que te traemos los puntos más resaltantes sobre este producto, y cómo puedes incluirlo si aún eres de los que no come yogur.
Los probióticos y los factores que incidente en la salud
El consumo de yogur es cada vez mayor en la población mundial. Es así que la mayoría de las compras que hacen las personas para su hogar, casi en su totalidad lleva por lo menos una presentación de yogur. Algunos expertos en al área aseguran que se la ingesta del producto se relaciona con un menor riesgo de obesidad.
Asimismo sostienen el argumento que gira en torno al efecto protector frente a un posible desarrollo de la diabetes tipo 2, pues contiene los famosos probiótiocos que mejoran satisfactoriamente la salud del intestino. Pero no debes dejar a un lado que este apartado beneficioso lo vas a perder si utilizar el yogur para sustituir la fruta. Harvard mediante sus investigaciones explica la importancia del estado general del cuerpo ante estas ventajas del yogur gracias a los probióticos.
Según Harvard, los probióticos son un elemento esencial en el yogur. Como dato vinculante, para que sea llamado yogur es imprescindible que contenga dos bacterias que están inmersas en la fermentación de la leche, ellas son: el Lactobacillus bulgaricus y el Streptococcus thermophilus.
