La sequía de los pioneros del stand-up: ‘El club de la comedia’ y ‘Central de cómicos’

Dos padrinos de nuestra comedia, José Miguel Contreras y Felipe Pontón, ejercieron de redactores que escribían sobre el mundo de la televisión en El País a finales de los ochenta, época en la que Televisión Española ejercía un férreo monopolio gubernamental con permiso de algunas autonómicas.

Ambos periodistas se reconvirtieron en altos directivos televisivos: el primero puso en marcha una consultora televisiva pionera, GECA, y se integró en la productora privada que reinó en nuestro país durante más de una década, Globomedia. El segundo ejerció de padrino de Paramount Comedy en España.

Los dos directivos, amantes de la televisión americana, envidiaban el estilo de comedia ‘yankee’ y querían dejar atrás los cassettes de Arévalo, los chistes en salas de fiestas de Fernando Esteso y los gags machistas con un nuevo estilo en el que se imponían dos géneros: la sitcom y el stand-up.

En realidad en España había sitcoms (‘Farmacia de Guardia’) y stand-up (Gila), pero se abusaba de un humor que los socialistas, tras su triunfo en 1982, habían ayudado a refinar en TVE con los sketches de Martes y Trece, los plagios de Emilio Aragón o el barroquismo de Javier Gurruchaga.

EL STAND-UP DE COMEDY CENTRAL

Y llegó el cambio con dos escuderías: Paramount Comedy, con escaso presupuesto y mucha libertad, apostó por Pontón, que fisgoneó en los escasos circuitos de la comedia madrileña para cazar monologuistas que llenasen lo que se llamó ‘Nuevos cómicos’, hoy ‘Central de cómicos’.

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La comedia es el género de moda en Estados Unidos gracias a Netflix

Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Julián López, Carlos Areces, Raúl Cimas, Pablo Chiapella, Eva Hache, Agustín Jiménez, Ricardo Castella, Ángel Martín, Dani Mateo o David Broncano dieron sus primeros pasos sobre los escenarios del canal temático de pago, hoy renombrado como Comedy Central.

Y así surgieron los ‘Monty Phyton’ manchegos, ‘La hora chanante’, que mezcló doblajes imposibles, parodias con acento rural, homenajes a los iconos pop de los ochenta, tiras de animación y un humor surrealista que bebía en parte de ‘Faemino y Cansado’.

Pero se acabaron las guerras de la televisión de pago, llegó la crisis y Viacom, propietaria del canal, decidió renombrar su proyecto, hoy Comedy Central, y ‘americanizarlo’: su parrilla actual es una desenfrenada colección de sitcoms americanas, sketches de su país originario y abusivas reposiciones de ‘La que se avecina’, que esta noche regresa a Telecinco tras sus maratones en FDF.

De unos años para acá, Comedy Central apenas produce nuevo material, ha rebajado la presencia de ‘Central de cómicos’ y basa sus apuestas en formatos de Estados Unidos con los que buscan relevancia en las redes sociales tras el saludable final de guerra judicial entre Viacom y Google que estuvo viva en los tribunales entre 2007 y 2013.

Comedy Central ha estrenado durante este año algunos especiales (‘Roast Battle’ o ‘El Roast de José Mota’) y prepara el regreso de ‘Comedy Central News’ con el dúo Pantomima Full como nuevos presentadores.

‘EL CLUB DE LA COMEDIA’

Canal + apostó por los monólogos a partir de 1999 con ‘El club de la comedia’, que posteriormente ha vivido etapas en Telecinco, TVE, Antena 3 y La Sexta, cadena en la que se emitió la duodécima temporada hace más de dos años. Desde entonces, el formato sobrevive en los comedy clubs.

De este proyecto mainstream dirigido por Contreras surgieron cómicos como Quequé, Luis Piedrahita, Goyo Jiménez o Leo Harlem, que posteriormente acompañarían a los actores de las series familiares de Globomedia, que recitaban un texto que otros habían escrito.

Esos otros eran Pablo Motos y su troupe, que primero pusieron en pie el prime-late show cómico de Globomedia, ‘La noche con Fuentes…. y cía’, posteriormente recalaron en la radio y hoy realizan con la productora del presentador y de Jorge Salvador ‘El hormiguero 3.0’, un show frenético y blanco al que acuden las estrellas más asentadas del panorama nacional e internacional.

Globomedia en la actualidad produce otros espacios satíricos: ‘El Intermedio’, que acaba de cumplir 2.000 emisiones; ‘Zapeando’, colección de vídeos virales y chistes que invitan a la siesta; y ’90 minuti’, espacio estrella de Real Madrid TV que se ceba contra los enemigos de Florentino Pérez.

YOUTUBE

Antonio Castelo y Miguel Campos son dos guionistas y cómicos que el año pasado pusieron en pie Phi Beta Lambda, canal de Youtube que recopila los monólogos que se graban sin censura previa en la sala madrileña Picnic.

El canal se convirtió en un éxito y ambos, con la ayuda de Iggy Rubin, presentan ‘Comedia perpetua’, que analiza en la SER desde un punto de vista didáctico los pormenores de la situación de la comedia en el planeta tierra.

Youtube, según razonó hace unos días Castelo, fue clave en el salto a la fama de ‘La hora chanante’, previa a la llegada de los youtubers. Y en esta misma plataforma se han consagrado los dos últimos espacios de éxito, ‘La vida moderna’ y ‘La resistencia’.

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Broncano y Motos durante una entrevista.

Ambos proyectos han alcanzado la fama a través de la plataforma americana pese a que sus registros en emisión lineal en la Cadena SER y #0 no son para tirar cohetes. Pero ha cambiado el paradigma de la comunicación: por primera vez en los últimos cincuenta años existen famosos que no pueden salir a la calle sin que previamente hayan salido por televisión.

Youtube lo sabe, Netflix invierte toneladas de millones en especiales de comedia y las televisiones tradicionales pierden talento. ¿La razón? Las grandes apuestas de RTVE, Atresmedia y Mediaset para este próximo trimestre en comedia son José Mota, ‘Allí abajo’ y ‘La que se avecina’, humor para todos los públicos que se aleja del nicho y que prima el bombardeo, del abuelo al niño, sobre la calidad.

Los cines serán pronto salas de museos para comer palomitas frente a sagas de Marvel eternizadas. La calidad está en las OTT. Y en la televisión pasará lo mismo: seguirá la comedia para que nadie se enfade y el talento volará a Netflix, HBO y Amazon, si es que las OTT empiezan a apostar por el humor autóctono de una vez.