La autora madrileña vuelve a escena con la reedición del segundo volumen de su saga sobre ángeles y dragones
Keka Dilano sigue cultivando éxitos con sus publicaciones, esta vez con la reedición de la segunda parte de su saga Draconangelus: Guardianes de almas eternas. El libro, siguiendo el esquema de la primera parte, se perfila como una lectura imprescindible de fantasía y acción que invita a los asiduos de este género a asomarse a sus páginas.
La historia que acontece se centra, nuevamente, en Angie, William, Raffaele y los demás, quienes continúan su vida asentados en Vancouver. Establecidos de nuevo allí, Angie seguirá trabajando para la compañía aérea, acompañada en todo momento por Rashel, su amiga y ángel de la guarda. Al mismo tiempo, su relación con William se verá fortalecida frente a las dificultades, pues el dragón deberá partir a Igoli para proteger las almas ante una avalancha de amenazas que se cierne sobre aquellos dominios.
No obstante, el punto de inflexión llegará cuando la muerte de Michael determine el futuro de los tres protagonistas. Con el objetivo de salvar su alma, Raffaele hará uso de sus poderes para gestar en el vientre de Angie un feto con la esencia de Michael, además de la suya y la de William. En este punto, la pareja deberá salvar sus diferencias para salvaguardar su relación y permanecer unidos ante los peligros que les acecharán.
Esto se debe a que, tal y como se relataba en la primera parte de la saga, Igoli, la amenaza de los Ti’ Amat seguirá viva, así como la de otros nuevos elementos inesperados que será mejor que descubra el lector. Por eso, los reveses y las batallas épicas no dejarán de sucederse en esta novela de quinientas páginas cuya acción precipita al lector de forma vertiginosa hacia el final.
Y es que no resulta difícil perder la noción del tiempo con una historia de estas características, pues la estructura del libro, que se conforma principalmente de diálogos, invita a una lectura rápida y fluida sin perder la consistencia de una narración bien definida y construida.
A esto hay que añadirle el toque erótico que, como la misma autora señala, otorga verosimilitud a la historia: «Como ya he dicho en alguna ocasión, Angie es una chica joven de veinte años y William tiene muchos más, y ninguno de los dos está como para mantener una tensión sexual que les dure dos novelas y media de cuatrocientas páginas cada una. Al menos, no sería realista».
De esta forma, Draconangelus II: Guardianes de almas eternas se conforma como una lectura imprescindible para aquellos amantes del género fantástico, si lo que quieren es redescubrir el mundo dráguico y angelical.
Fuente Comunicae
