Telecinco se independiza de España: el ocaso de Vasile

En el imaginario colectivo de la atmósfera audiovisual española flota el retrato de Paolo Vasile repanchigado en su sofá mirando a mil pantallas (sobre todo Telecinco) mientras acaricia a un gato.

Este cliché ha sido buscado en parte por el consejero delegado italiano (Roma, 1953), ya que desde su aterrizaje ha seguido «a pies juntillas» la política de comunicación que luego utilizó Mourinho: elevar la temperatura de la industria con inflamantes frases precocinadas.

Lo hace en cada escogido acto público con la intención de ejercer de pararrayos ante el torrente de polémicas que envuelven al polémico universo Mediaset, técnica también utilizada por el exentrenador blanco para que no se hablase del enfado o la lesión de Ronaldo. Es cierto que Vasile no anda en su mejor momento: sus apuestas veraniegas con aroma noventero (‘Mad in Spain’, ‘Me lo dices o me lo cantas’ y ‘All you need is love…o no’) se saldaron por fracasos.

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En septiembre también llovieron desgracias: el buque insignia de Telecinco, ‘Gran Hermano’, naufragaba con sus peores números históricos. Sonaron las alarmas y no había bomberos para apagar el fuego. Y en octubre la situación no tiene visos de mejora: Bertín Osborne acumula mínimos, ‘Ella es tu padre’ se hunde, Ana Rosa Quintana pierde el trono matinal y Telecinco y Cuatro caen al alimón, viendo impotentes como La Sexta logra récords históricos a caballo de la especialidad de la cadena de Atresmedia: la actualidad.

Telecinco se desinfla

En este campo Mediaset pierde por incomparecencia pese a que Vasile presumía de «informar y no formar», pues ni lo uno ni lo otro, ya que los efímeros especiales informativos sobre el procés se han saldado por derrotas.

Al hasta ahora niño bonito de nuestra televisión ya no se le ríen las gracias. Y es que los espectadores se han agotado del mundo paralelo creado por los herederos de las «Mama Chicho». ¿Qué esperaban en Mediaset, viendo como hasta el propio Vasile reconocía en público que era falsa la mercancía que dispensa? Porque los contenidos de los que se nutre, el entretenimiento frívolo dirigido a capas demográficas con más edad que estudios, son teatro. El capo de nuestra televisión lo reconocía así: «Matamoros está convencido de ser Matamoros, pero no existe como tal; hay un señor que se llama Matamoros que está interpretando un personaje que se llama así». Ahora Matamoros ya no está y lo peor de todo es que no han encontrado otro señor como Matamoros con el que contrarrestar a la actualidad.

Es cierto que cuando Vasile deje su Madrid no le lloverán flores: su forma personalista de entender el pilotaje de una compañía televisiva le ha granjeado un elevado número de enemigos. Y eso es duro pese a su discurso: «No trabajamos para la gloria, sino para el éxito».

El mítico «Super-García» sostiene que Vasile hace la televisión que hace porque tiene la suerte de que sus hijos viven en Italia y no tienen que padecerla. Otros sostienen que Vasile se tragó el duro encargo de Berlusconi de relevar a Carlotti y se vengó encharcando el terreno de juego con una televisión escandalosa con la que va camino de independizarse de España.

Don Paolo sigue teniendo la mente en Italia, donde Mediaset adquiere formatos prestigiosos en vez de fabricar obscenos culebrones con un ramillete de personajes que airean sus adicciones, pasados penales, delitos y cuernos. En otros países estos «actores» solo tendrían cabida en espacios como ‘Callejeros’, pero aquí consiguen convertirse en famosos y millonarios, eso sí, pagando un alto coste.

«Si yo hiciera la televisión que quiero, estaría arruinado»

Eso se evidencia del desgaste de su gallina de los huevos de oro, ‘Sálvame’: Jorge Javier Vázquez no deja de lanzar pullazos en directo a sus jefes por sus desacuerdos internos, Kiko Matamoros tomó el mismo camino que Raquel Bollo, Rosa Benito y Karmele Marchante, Kiko Hernández ha rebajado voluntariamente sus apariciones tras ser padre y Mila Ximénez reconocía hace unos días que no puede más. Es decir, los pesos besados que se batían cada tarde en el amarillento ring o bien se han ido, o bien se han quedado y quemado.

Pese a este fast food televisivo Vasile lanza ciertas pinceladas elitistas en algunas entrevistas: «Si yo hiciera la televisión que quiero, estaría arruinado», situación en la que acabó su padre, productor cinematográfico que puso por encima la ética cultural al negocio. El protagonista de este artículo sin embargo se jubilará anteponiendo el negocio, quizás porque le interesa más su cuenta corriente que su prestigio, techo que solo alcanzó, casualidades de la vida, con el cine que despreció durante más de una década en público.

Don Paolo, antropólogo de formación, cree que los homo-sapiens se entretienen igual que sus primitivos antepasados: con el mito de la caverna de Platón. Pero en el siglo XXI nos hemos cansado de ver sombras sentados en las rocas de la cueva que nos protege y queremos ver volúmenes reales, es decir, actualidad. Y a este género parece ser alérgico Vasile. Eso ha demostrado al desmantelar la segunda edición de ‘Noticias Cuatro’, esquilmada a quince minutos para dar hueco a uno de los géneros paralelos de Mediaset, ‘Ven a cenar conmigo’, enésimo reality para evitar hablar de la realidad.

Y la realidad es que Vasile afronta la recta final de su carrera soñando con sus ‘Vacaciones en Roma’, película de los cincuenta en la que un pícaro paparazzi, Gregory Peck, quiere hacer negocio al advertir que se ha enamorado de él una Princesa, Audrey Hepburn. Pero el fotógrafo acaba sucumbiendo al amor y renunciando al negocio, anteponiendo la verdad a la mentira. Este último recurso al final siempre sale caro. Ya saben, porque los españoles se han dado cuenta que «Matamoros no existe como tal; hay un señor que se llama Matamoros que está interpretando un personaje que se llama así». Buen viaje.