La DGT lleva años luchando contra una de las estafas más extendidas y dañinas del mercado de segunda mano: la manipulación del cuentakilómetros. Lo que popularmente se conoce como «afeitar kilómetros» no es una picaresca menor, sino un fraude en toda regla que, según investigaciones del sector, podría afectar a casi uno de cada cuatro vehículos de ocasión con una antigüedad de entre tres y cinco años. Este engaño deliberado no solo supone un grave perjuicio económico para el comprador, sino que también entraña serios riesgos para la seguridad vial, al adquirir un coche con un desgaste real muy superior al que marcan sus indicadores.
La compra de un coche usado es un momento de ilusión para muchas familias, pero también de incertidumbre. La confianza en el vendedor es clave, y es precisamente ahí donde los estafadores encuentran su caldo de cultivo. La tentación de rebajar 50.000, 100.000 o incluso más kilómetros del odómetro es demasiado grande para quienes buscan un beneficio rápido y fácil, convirtiendo una aparente ganga en una futura ruina mecánica y económica para el comprador desprevenido. Por ello, conocer las trampas y, sobre todo, los perfiles de vehículos más susceptibles a esta manipulación, es la mejor defensa que puede tener el consumidor.
EL ENGAÑO OCULTO: LA EPIDEMIA SILENCIOSA DEL KILOMETRAJE FALSIFICADO

El «afeitado de kilómetros» es una práctica mucho más sencilla y barata de lo que la mayoría de la gente imagina. Con un software específico y un ordenador portátil, talleres clandestinos o particulares sin escrúpulos pueden alterar el registro digital del cuentakilómetros en cuestión de minutos. El objetivo es claro: rejuvenecer artificialmente el vehículo para aumentar su valor de mercado. El impacto económico para la víctima es doble, ya que, por un lado, el comprador paga un sobreprecio considerable por un vehículo con un desgaste mucho mayor del que se le presenta, y por otro, se enfrentará a averías prematuras y costosas que no esperaba.
Más allá del fraude económico, la principal preocupación de la DGT y de las asociaciones de consumidores es la seguridad. El plan de mantenimiento de un vehículo se basa en su kilometraje. Si este ha sido alterado, el nuevo propietario seguirá un calendario de revisiones incorrecto, omitiendo sustituciones cruciales de elementos como la correa de distribución, los frenos o los amortiguadores. Esto significa que circulará con un coche cuyo estado real desconoce, lo que pone en grave riesgo la seguridad del conductor y sus ocupantes, además de la del resto de usuarios de la vía.
LA DGT AL ACECHO: CÓMO TRÁFICO INTENTA FRENAR LA ESTAFA

Frente a esta epidemia de fraude, la Dirección General de Tráfico se ha convertido en el principal aliado del comprador. La clave para desenmascarar el engaño se encuentra en el historial del vehículo que registra el organismo. Cada vez que un coche pasa la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), la estación está obligada a anotar el kilometraje en el momento de la inspección y a comunicarlo telemáticamente a la DGT. Esta información se va almacenando cronológicamente, creando un rastro imborrable del uso real del coche. Por un precio módico, cualquier ciudadano puede solicitar el «Informe de Vehículo» de la DGT, que es la herramienta más poderosa que tiene el comprador para desenmascarar el engaño.
El funcionamiento de este sistema de control es sencillo pero tremendamente eficaz. Al solicitar el informe de la DGT, el comprador obtiene un listado con todas las inspecciones ITV que ha pasado el vehículo a lo largo de su vida, incluyendo la fecha y los kilómetros registrados en cada una de ellas. Si en la secuencia histórica se observa que el kilometraje ha disminuido entre una inspección y la siguiente, la estafa queda al descubierto. Salvo un error tipográfico muy evidente y puntual, cualquier retroceso en la cifra es una prueba casi irrefutable de manipulación, y una razón más que suficiente para descartar la compra de inmediato y, si es posible, denunciar al vendedor.
LA ‘LISTA NEGRA’ AL DESCUBIERTO: LOS PERFILES MÁS MANIPULADOS

Aunque la estafa puede afectar a cualquier modelo, la experiencia y los datos de las fuerzas de seguridad y de la propia DGT dibujan una «lista negra» de perfiles que son especialmente susceptibles a esta trampa. En primer lugar, se encuentran las berlinas de gama alta de marcas alemanas. Estos vehículos, a menudo importados de mercados como Alemania o Bélgica, son muy atractivos, pero suelen acumular una enorme cantidad de kilómetros en pocos años. Son coches robustos y bien construidos, cuyo valor de reventa se dispara si consiguen rebajar artificialmente su odómetro en cien o doscientos mil kilómetros, haciendo que el desgaste interior sea la única pista visible del engaño.
El segundo grupo de riesgo lo constituyen los vehículos procedentes de flotas de empresa o de alquiler. Furgonetas, vehículos comerciales y coches de renting acumulan kilometrajes muy elevados en sus primeros años de vida. Una vez finaliza el contrato, muchos acaban en el mercado de segunda mano. Para hacerlos más atractivos al comprador particular, el engaño busca hacerlos pasar por vehículos de uso particular con poco trote, rebajando drásticamente una cifra que podría asustar al potencial cliente. Finalmente, los modelos compactos y utilitarios más populares y vendidos también están en el punto de mira, ya que su alta demanda en el mercado de ocasión los convierte en un objetivo fácil para los estafadores.
NO SEAS LA PRÓXIMA VÍCTIMA: SEÑALES DE ALERTA QUE NO DEBES IGNORAR

La primera línea de defensa es la observación minuciosa. Un coche con supuestamente 80.000 kilómetros no puede presentar un volante completamente liso y brillante por el uso, ni la goma de los pedales desgastada hasta el metal, ni la tapicería del asiento del conductor hundida y deformada. Hay que desconfiar de los coches que parecen demasiado nuevos por fuera pero están muy «sobados» por dentro. Antes de mirar el cuentakilómetros, hay que mirar el coche con sentido común, ya que el desgaste físico del interior del vehículo es un chivato que rara vez miente y puede darnos la primera pista de que algo no cuadra entre lo que se anuncia y la realidad.
La documentación es el segundo pilar de la autoprotección. Es fundamental exigir el libro de mantenimiento sellado por un taller oficial y, si es posible, las facturas de las últimas revisiones o reparaciones, donde también figurará el kilometraje. Un vendedor honesto no tendrá problemas en facilitar esta información. Pero la prueba definitiva, el gesto que nunca debemos omitir antes de entregar un solo euro, es solicitar el informe completo a la DGT. Para ello, solo necesitamos la matrícula o el número de bastidor. De hecho, la negativa de un vendedor a facilitar el número de bastidor para solicitarlo es la mayor señal de alarma posible.
LA LEY CONTRA LOS TRAMPOSOS: QUÉ HACER SI YA HAS CAÍDO EN LA TRAMPA

Si, a pesar de todo, descubrimos que hemos sido víctimas de esta estafa después de haber comprado el coche, es importante saber que no estamos desprotegidos. La manipulación del cuentakilómetros con el fin de obtener un beneficio económico en una venta es un delito. Concretamente, la manipulación del cuentakilómetros está tipificada en el Código Penal como un delito de estafa, castigado con penas de prisión que pueden ir de los seis meses a los tres años. El problema suele radicar en demostrar quién fue el autor material de la manipulación, pero la responsabilidad recae sobre el vendedor que nos ha transmitido el vehículo.
El primer paso es recopilar todas las pruebas posibles: el anuncio de venta, el contrato, las conversaciones y, por supuesto, el informe de la DGT y un informe pericial de un taller que certifique la manipulación. Con todo ello, se debe presentar una denuncia ante la Policía Nacional o la Guardia Civil. Paralelamente, se puede recurrir a la vía civil. La víctima tiene derecho a iniciar un procedimiento legal para solicitar la anulación del contrato de compraventa o una rebaja sustancial del precio pagado, en función del perjuicio causado. Es un proceso largo, pero es la única forma de luchar contra una lacra que mancha la confianza en el mercado de ocasión.