Sueños de libertad, la ficción diaria de Antena 3, es ya una de las series más adictivas de la pequeña pantalla. Con su ritmo ágil, sus personajes profundos y una narración repleta de inesperadas vueltas de tuerca, la creación de José Luis Moreno, su creador, ha conseguido que el espectador permanezca, cada tarde, fiel, sentado frente al televisor. Pero ahora, la serie da un paso más allá y presenta, por fin, a un personaje largamente esperado: llega a la serie José Gutiérrez (el gran actor Ángel Pardo), que llega para hacer saltar por los aires las certezas de los protagonistas y para descubrir un secreto que llevaba décadas oculto.
EL REGRESO DE UN AMOR ENTERRADO EN «SUEÑOS DE LIBERTAD»

Durante varios meses en «Sueños de Libertad», la figura de José Gutiérrez flotaba sobre las conversaciones y los recuerdos de algunos de los personajes. Su mención se producía con cierta cautela, como si pronunciar su nombre fuera destapar una herida que nunca terminó de cicatrizar. En el epílogo, la idea de José se concreta con su llegada y, con ella, el relato adquiere una nueva dimensión emotiva. José es no sólo un viejo amor de Irene, sino el padre biológico de Cristina, su hija de la que, en términos oficiales, nunca supo, pero a la que ha seguido a escondidas desde hace años.
Su periplo junto a Irene, interpretada con contención y ternura por Ana Labordeta, es uno de esos romances inclementemente truncados por la feroz intervención del destino… o mejor dicho, por la feroz intervención de Pedro Carpena. Cuando José se enteró de que iba a ser padre, su intención era quedarse. Pero Pedro, interpretado por Juanjo Puigcorbé con autoridad helada de miedo, lo amenazó para que desapareciera y dejara a su hermana embarazada y sola. Lo que parecía una huida de cobardía era, en realidad, el último recurso de ir a la desesperación de un hombre dispuesto a destruir lo que hiciera falta para mantener un control absoluto sobre la vida de su hermana.
Esta revelación restablece del todo el mapa emocional de Irene, que había asumido una hipérbole: que había sido abandonada por amor, y ahora descubre que fue víctima de una manipulación familiar, calculada y fría. Y en cuanto a José, nunca olvidó a Irene, ni a Cristina. Años después logró averiguar la identidad de la familia adoptiva de Cristina y trabajó de portero en su edificio para poder seguir su evolución en la penumbra. Su amor paternal, aunque en la penumbra, lo ha mantenido anclado a un tiempo que ahora vuelve a existir de la forma más cruda.
EL VILLANO QUE SE ESCONDE EN «SUEÑOS DE LIBERTAD»

Una de las grandes virtudes que atesora Sueños de libertad es, sin duda, la forma de construir a sus antagonistas. Pedro Carpena no es un villano banal y caricaturesco, sino una persona compleja, contradictoria, de lo más dañina. Durante muchos años, fue el gran protector de su hermana, al que se le suponía muy preocupado por su bienestar. Sin embargo, esa fachada de afecto aparente encubría a un hombre capaz de destruir la propia vida de su familia con tal de conservar su poder y su verdad.
Cuando Pedro descubrió que Irene estaba embarazada no tuvo ningún reparo en apelar a amenazas y coacciones con el propósito de borrar del mundo a José. No contento con ello, también manipuló a su hermana para que pariera en un convento y entregara a su hija en adopción. Pero su crueldad no concluyó aquí. Pedro sabía perfectamente en qué familia había sido entregada Cristina, y decidió no comunicarlo jamás a Irene. Su poder ya no provenía únicamente de lo físico o de lo emocional, sino que se tornó simbólico: al apropiarse del destino de su hermana y de su sobrina, también se apropiaba del de ellas.
Ahora en «Sueños de Libertad», con José Gutiérrez, ese castillo de mentiras ya comenzaba a tambalearse, Pedro estaba a punto de ser descubierto. No sólo ante Irene, sino también ante Cristina, que podría darse cuenta de su verdadera procedencia. El pasado se convierte en una amenaza real en el presente. Pedro, por desgracia, siente que por primera vez no va a conseguir tener la situación totalmente bajo control.
ENTRE UN HILO LA VERDAD Y EL AMOR

Damián, interpretado por Nancho Novo, es un personaje clave en la evolución emocional de Irene. A través de su relación con ella ha encontrado consuelo en medio del sufrimiento, pero también se ha transformado en una encrucijada moral. Cuando su detective-héroe descubre el secreto del pasado de José e Irene, Damián comprende en ese momento que su detective-héroe tiene un secreto que puede cambiarlo todo.
La aparición de José Gutiérrez en «Sueños de Libertad» provoca el encarnizamiento de ese dilema: Damián podría intentar edulcorar lo que ha ocurrido o ir retrasando la revelación de la verdad, pero sabe que cualquier intento de dibujar la versión secreta lo sentiría demasiado cerca de los recursos de su enemigo y, a la vez, del hombre que fue una vez su amigo. Poco a poco, el pasado llega de una forma ineludible, la verdad es aplastante y Damián ve que el dilema se intensifica: ¿la verdad a cualquier precio o proteger a los que ama, haciendo un juego que pueda no favorecerles, pero al menos no provocando el dolor?
Y al mismo tiempo la dinámica entre la pareja formada por José y Cristina también promete emociones intensas para el espectador. Cristina, que ignora la verdadera identidad de su portero, como su propia madre, que desconoce el secreto escondido tras el portero del edificio, podría llegar a sospechar cuando cierta información aportada por su madre empiece a coincidir con los elementos que va depositando en la trama. Y la tensión que se va generando entre lo que se dice y lo que se intuye irá marcando los próximos capítulos de la serie, que se encamina hacia una temporada notablemente cargada de revelaciones, perdones complejos y, quizás, de redenciones insospechadas.