El nuevo capítulo de Sueños de Libertad no es simplemente uno más de la trama de la serie, sino el seísmo emocional que sacude los cimientos de las tramas más complejas de la serie. Irene, en una actitud de rabia, rompe con el modelo de la sumisión y se niega a seguir tragándose excusas. Por su parte, los De la Reina llevan a cabo su lucha interna entre la lealtad y la traición en la que no se sabe quién es leal a quién.
LAS CUENTAS PENDIENTES DE IRENE

La actitud silenciosa de Irene en Sueños de Libertad a las interpelaciones propuestas por Gema no es baladí; se trata de un muro construido a conciencia. En el momento en que la doctora pregunta por Joaquín, Irene baja la mirada o cambia de tema con una frialdad que delata nerviosismo. La Gema piensa: «Algo tendrá que ocultar, y lo que oculta podría poner en jaque a todas sus relaciones». Entonces decide no dejarla ir; pero la Irene es la única bajo presión.
Cristina, que no acaba de atar cabos, nota que hay algo extraño en la forma en la que Irene la observa: hay algo de curiosidad y algo de nostalgia en el modo en el que la observa. Quizás, y solo quizás ambas si bien inconscientemente ya iban dándose cuenta que eso que se va a pronunciar se encuentra a punto de salir de la boca de alguien o quizás ambas lo han intuido antes de que alguien osara en pronunciarlo.
En medio de eso, la meterá Gabriel, que acecha.
Su encuentro con Irene fue concertado; su encuentro fue un golpe de efecto. Cada sonrisa de ella, cada pregunta aparentemente inofensiva se sustenta a la hora de hacerse con información: saber qué sabe ella de los secretos de la familia. La información es poder, y el Gabriel está dispuesto a hacerse con todo el poder posible, a cualquier precio, incluso si se trata de manipular a una mujer que ya lleva demasiado peso a cuestas. Pero la Irene no es tan quebradiza como él cree.
Hay un nuevo corazón en ella, un fuego que se hace más intenso cuando Digna insiste en tratar de justificar las mentiras que le dice Pedro. «Por mi bien, siempre por mi bien… ¿Cuándo se hará por mi libertad?, responde Irene, mostrando así que no está dispuesta a moverse en base a narraciones ajenas.
El momento más decisivo se produce en un momento de despiste: Irene suelta un nombre: «Raúl». Gema lo escucha inmediatamente, Irene se cierra como una ostra. ¿Quién es Raúl? ¿Qué tiene que ver con la noche de Joaquín? Tal vez la respuesta es el hilo conductor que abre la esfera de Pandora que todos temen. Por el momento, Irene calla, pero cada día que pasa, más pesada es la carga del silencio.
UNA FAMILIA HECHA AÑICOS

El conflicto entre Tasio y Damián en Sueños de Libertad ya no es únicamente familiar, es una guerra de egos. Gabriel, perspicaz como siempre, está ya en posición de mediador, pero sus palabras están impregnadas de veneno. “¿Por qué no le das una oportunidad a Damián? Después de todo, es sangre”, le dice a Tasio, consciente de que esa frase avivará el resentimiento. Y lo logra. Tasio estalla: “La sangre no significa lealtad, y tú ya deberías saberlo”, lanza, dirigiéndose a Gabriel, como si desafiaran el doble juego. Damián se encuentra atrapado entre ellos, preguntándose si alguna vez tendrá la oportunidad de arreglar las cosas.
Por otra parte, Andrés se pierde por completo en esa obsesión de proteger a María. Begoña intenta razonar con él: “No es sana esa dependencia”, pero él ve celos. “Tú nunca la aceptarás, ¿verdad?”, le grita, ciego como está ante la posibilidad de que su esposa tenga razón. María, desde su rincón, saborea cada segundo. Sus lágrimas son estratégicas, tienen un propósito, sus suspiros son armas. En cuanto Begoña la mira con recelo, María le responde con una sonrisa casi imperceptible, como queriendo decir: “Gané”.
Pero hay un factor imprevisto: Chema. Después de ser despedido, su refugio es Carmen, pero también Andrés. Y, como un símil de lo que ocurre con la relación entre Andrés y María, se escucha: «Necesitamos ayudarnos los unos a los otros, no diferenciarnos», que no se da cuenta de que ese último clavo le servirá para ahondar más el ataúd de la familia. ¿Conseguirá Andrés ver la manipulación de María antes de que sea demasiado tarde? O como siempre, ¿se dejará atrapar por la trampa de María?
OPORTUNIDADES EN SUEÑOS DE LIBERTAD

La falta de luz en Sueños de Libertad no solo resulta en la oscuridad de la casa, sino que también nos descubre las diferentes verdades que puede ocultar la luz. Gabriel, en un momento de caos bien vivido, hace lo que a él le parece mejor, buscando en los cajones y llegando a encontrar unos papeles que pueden cambiar la situación: «Por fin, algo que vale la pena», alcanza a decir mientras va doblando las hojas con delicadeza. Pero desconoce que en el pasillo hay un ojo observador que no lo pierde de vista. ¿Pelayo? ¿Marta? La sombra ha desaparecido antes de que él pueda reaccionar: hay más jugadores que él pensaba.
Fuera, la tormenta que azota Sueños de Libertad se ha recrudecido como lo han hecho las tensiones de Gema y Luz: «No fuiste tú porque no me importas», le lanza la primera, herida. Luz, que no pide disculpas, contraataca: «¿Y tú? ¿Cuántas veces has antepuesto tu trabajo a nuestra amistad?». La discusión se va haciendo cada vez más candente hasta que Luz suelta algo que puede ser bien inesperado: «Joaquín no es lo que crees». Gema se queda helada. ¿De qué está avisando Luz a su amiga de la que ella no tiene constancia? La respuesta puede unirlas de forma inquebrantable… o bien derruirlas.
Por su parte, Pelayo avanza en el desarrollo del plan; la trampa a los políticos es sólo el comienzo, lo que realmente quiere es que Marta lo presente a su círculo de influencias. Juntos pueden llegar lejos, le susurra, pero ella duda: hay algo en su mirada que la advierte de que Pelayo no busca sólo el éxito… busca poder. En paralelo, Chema y Carmen preparan su contraataque en el plano laboral, pero Carmen intenta conectar ciertos detalles y empieza a ver que su hermano le oculta algo. ¿Por qué te despidieron realmente? pregunta Chema, que desvia la mirada. La verdad podría ser otra pieza del puzzle que se están armando los De la Reina.