Este verano, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha puesto el acento en la calidad de los helados que más se compran en España y el resultado del estudio no da precisamente la sensación de insatisfacción. Entre las 32 referencias analizadas por la OCU, solo dos marcas se encuentran dentro del grado de «muy buena calidad» y el resto quedan muy malparadas.
INGREDIENTES DISFRAZADOS DE SABOR

Decenas de consumidores aún tienen la idea de que el helado se elabora con leche, nata, huevos y azúcar, como se hacía por aquellos tiempos. No obstante, la Organización de Consumidores y Usuarios ha sido la encargada de explicar que la mayoría de los helados de los establecimientos desmarcan cada vez más de la receta antigua, y que los nobles ingredientes se ven sustituidos por los sustitutos más baratos.
De los 32 helados en tarrina analizados –todos ellos de sabores comunes como chocolate, vainilla y caramelo– sólo un ínfimo 25% usa exclusivamente lácteos (leche, nata y crema), y se recurre a grasas vegetales como la de coco, de palma o de girasol, con un coste mucho más bajo y con un perfil nutricional inferior. Este cambio no solo afecta al valor nutricional del producto, ya que a su vez repercute también en su sabor y texturas, perdiéndose la cremosidad natural que debía tener un buen helado.
Más allá de la utilización de esos ingredientes clave sustituidos por otros, también la OCU pone énfasis en el uso de jarabes de glucosa, y fructosa como edulcorantes, que son los que ocupan el lugar del azúcar habitual. Tan solo 3 de las 32 muestras analizadas contenían únicamente azúcar, el resto recurría a estas mezclas para potenciar todavía más una producción barata. De esta forma se obtiene un producto más dulce pero artificial, añadido al uso de ingredientes para llevar a cabo el engaño del paladar.
LO QUE NO VES TAMBIÉN IMPORTA

Otro de los aspectos más preocupantes que se extrae del informe de la OCU es la presencia constante de aditivos. Y también algunos de ellos están muy bien clasificados por diferentes organismos europeos, que así cada vez encuentran menos convenientes. De media, cada helado analizado contenía cuatro aditivos distintos, llegando a un total de hasta 20 tipos diferentes. Adicionalmente, los emulsionantes, los espesantes, los colorantes y los antioxidantes son los principales aditivos que tienen como finalidad compensar la falta de ingredientes de gran calidad.
Además, de forma muy concreta, la OCU denuncia el uso de E-442, E-471, E-472c, y E-14XX, que aunque son aditivos legalmente permitidos, no deberían encontrarse en un alimento que en la etiqueta fácilmente ya presume de natural. La función de muchos de estos aditivos es técnica, pero también sirve para ajustar la imagen: establecen la textura, el color o el sabor en condiciones óptimas al producto final, aunque el producto base no sea de calidad.
La normativa vigente proporciona unos márgenes relativamente amplios a la hora de componer el helado. Por ejemplo, los helados de crema solo están obligados a llevar un mínimo del 8% de lácteos –los helados de leche un escaso 2,5%–, y la categoría helado ni exige esta búsqueda de un mínimo. Por tanto, un producto que lleve la etiqueta de helado podría tener una muy baja presencia de lo que habitual y formalmente se consideraba un helado.
La OCU ha criticado la lejanía con respecto a la normativa vigente y la ambigüedad del etiquetado. El consumidor ignora que come, en el mejor de los casos, no helado –sino una mezcla de grasas vegetales, jarabes, aditivos en lugar de gelados a base de leche y huevos–. El envoltorio promete un sabor «casero» pero la realidad es que el contenido tiene poco que ver con el sabor que nos prometen.
EL VEREDICTO DE LA OCU

El análisis sensorial también ha sido devastador. Según los catadores de la OCU, la mayoría de los helados ofrecen sabores planos, artificiales o excesivamente dulces. La vainilla ha sido criticada por saber a poco, y el caramelo ha recibido un suspenso generalizado a causa de su dulzor excesivo y su falta de matices.
Por el contrario, los helados de chocolate han sido propuestos con resultados un poco mejores. Según señala la cata, son los únicos que logran un poco mejor su sabor y su textura. Sin embargo, ni siquiera en este caso la diferencia de las marcas blancas y premium es disimulada. Solo tres de los productos catados han sido destacados por encima del resto: el Häagen Dazs Chocolate belga, el Häagen Dazs Vanilla y el Carrefour Sensation Chocolate.
Estas dos marcas -Häagen Dazs y Carrefour Sensation- son las únicas que, según la OCU, alcanzan el nivel de «muy buena calidad». El resto de productos están situados entre la mediocridad y la mala calidad; los más penalizados son aquellos con un exceso de aditivos y poca cantidad de ingredientes naturales. La conclusión es clara: el precio y la marca son, en este caso, pautas fiables de calidad.
Es especialmente llamativo que una marca de la distribución (marca blanca) como Carrefour esté al mismo nivel que una firma internacional de prestigio como Häagen Dazs. Hay esperanza para el consumidor si sabe leer las etiquetas y no caer en las artimañas del marketing, no todo está perdido.