Valle Salvaje está cargado de traiciones, venganzas, secretos que en cualquier momento pueden estallar… la boda entre Mercedes y Bernardo ha sellado su amor como un amor, pero también ha provocado una tormenta perfecta, en la que todos quedarán heridos, nadie saldrá indemne. José Luis, el duque, no puede soportar la humillación de haber sido burlado en su propia casa y su sed de venganza promete avivar todavía más los conflictos que ya separan a las dos casas.
LA VENGANZA DEL DUQUE

En este capítulo de Valle Salvaje, José Luis es un hombre que no soporta ser desafiado, mucho menos un desafío que venga de gente a quien tiene por inferior. La boda de Mercedes con Bernardo no solo ha sido un acto de rebeldía, sino también una auténtica bofetada a su autoridad; el duque se encuentra con que su hija y el hijo de Raimunda se escapan de su dominio sin ser, esto no puede ser. Sus planes de venganza están en marcha y se prevén acontecimientos crueles y deleznables pero meticulosos.
Los rumores que circulan entre los criados de la Casa Grande hablan de sombrías intrigas en la penumbra. «¡El duque no perdona, y menos que sea su honor!», murmura uno de los mayordomos al tiempo que observa cómo José Luis recibe a un enigmático visitante en el despacho. Las órdenes que surgen tras las puertas de ese despacho habilitan a una persecución sin cuartel contra los recién casados. Mientras el pueblo empieza a murmurar con cuestionamientos y dudas de si el poder del duque es tanto como él mismo dice ser.
Victoria, a pesar de que se siente igual de furiosa, parece encontrar algo de consuelo en la idea de que la felicidad de los recién casados es transitoria. «Que saboreen la victoria, porque pronto conocerán el precio de habernos humillado». Y se oye un susurro frío, a la vez que su rostro sonríe levemente. Pero quizás su seguridad no es más que una vana ilusión, dado que Mercedes y Bernardo no son los jóvenes tontos que todos creen. Ambos han construido su propia red de aliados, entre los que podría hallarse alguien muy del círculo cercano al duque, alguien que puede tirar de algo que resulta fundamental.
El cara a cara entre el duque y Bernardo promete ser uno de aquellos momentos explosivos del capítulo. En cuanto el joven suelte lo que sabe, el poder de José Luis tal vez tambalearía como nunca antes lo había hecho. Hay un papel, una prueba oculta que podría dejar en evidencia los crímenes en que el patriarca ha sido partícipe. Si tiene lugar la revelación, no solo su autoridad se vería comprometida, no solo su libertad, sino también, su propia vida.
UN REFUGIO EN VALLE SALVAJE

Esta Casa Grande se ha consumido en el conflicto; la Casa Pequeña, mientras tanto, intenta todavía mantenerse de pie. Con una Raimunda todavía en estado grave, Luisa ha tenido que asumir unas responsabilidades para las que no está capacitada y el desgaste emocional y físico empieza a pasarle factura, la escasa ayuda que recibe de Eva alimenta la situación: “No es que no quiera ayudar, pero parece que todo lo que toca lo vuelve un desastre”, logra salir de la garganta de Luisa en una de sus explosiones.
Aún se añade que la falta de alimentos antes de abastecerse es una realidad que empieza a asomar, aunque Luisa pone todo su empeño en convencer a los trabajadores de que esperen por el dinero. “Una casa sin Raimunda se hunde”, repetía a cada rato, es lo que piensa mientras trata de calmar a los trabajadores que reclaman lo que les deben, aunque la desesperación por la actitud de Eva es lo que más le enerva. La propia Eva parece más interesada en coquetear con los peones que en atender a lo urgente en la casa, la tensión entre ambas estalla en cualquier momento y un error de Eva se paga caro, en esta familia.
Pero precisamente cuando la presión se hace irrespirable, una figura extraña acaba por atravesar el umbral de la casa. La llegada de la joven no puede sino hacer brotar más preguntas que respuestas. Su vestimenta modesta y sus manos de campesina hablan de esfuerzo y trabajo duro, pero su mirada atenta la retrata como alguien más ingeniosa que una simple campesina. ¿Viene en son de paz o trae consigo intenciones que amenazan con ser peligrosas?
Lo que parece claro es que, en Valle Salvaje, nada es una casualidad. Cada personaje, cada mirada, cada silencio, parece contar mucho más que el mero significado de las palabras. Y en un sitio donde las apariencias engañan, la verdadera identidad de esta chica podría ser la que desencadene una revolución. Algunos de los habitantes del valle juran verla antes, muy cerca del límite de las tierras del conde de Lorca, antiguo enemigo del duque.
EL MISTERIO DE LA RECIÉN LLEGADA

En Valle Salvaje, donde todos ocultan algo, el hecho de que haga su entrada una desconocida es siempre motivo de suspicacia. La joven que aparece en la Casa Pequeña trae consigo un halo de misterio y, también, la posibilidad de que todo aquel frágil equilibrio de poderes se altere. ¿Es una fugitiva?, ¿es una espía?, ¿o es que alguien que mantiene una relación oculta con los habitantes del valle?
No tardan los espectadores en formular teorías. Hay quienes creen que podría ser la hija de Raimunda —una hija conocida; una antigua protegida—; otros, en cambio, creen que es una espía que trabaja para el duque y que, haciéndose pasar por una inofensiva joven, sobre todo acabará debilitando a sus enemigos. Pero lo que más muestra la fascinación que la intrusa despierta es que ni los personajes más avezados tienen una lectura clara sobre ella.
Su comportamiento es igualmente desconcertante. Por un lado, parece incluso ofrecer ayuda en las tareas más duras y que puede realizar aquellas que solo sus paisanos ejecutan (con una habilidad inusual para la cocina o para la herbolaria). O por las noches, como nos ha dicho un o una señora que exploraba el lugar, al borde y a las alturas de la propiedad. ¿Qué estaba buscando? ¿Algo… o alguien? ¿Recabe información para entregársela a alguien? ¿Buscando la manera de localizar a un cómplice?
Su llegada coincide con el punto más crítico de la trama, donde las piezas del tablero están a punto de moverse y causar estragos. O bien intenta ayudar, y podría ser la salvación, la salvación que necesitaban Mercedes y Bernardo; o bien viene para destruir, y Valle Salvaje entrara en una espiral de agresiones en la que quizás no se logre volver a recuperar. Solo un tiempo lo dirá. ¿Es Clara, el ángel de la Casa Pequeña que esperaban, o el demonio que envió el duque para rematar lo que intentó incitar?


































































































