Alejandra Rubio ha puesto punto final a su relación con José María Almoguera, confirmando públicamente una ruptura que se venía intuyendo desde hacía semanas, pero que no se había hecho oficial hasta ahora. La joven colaboradora televisiva ha decidido hablar con claridad sobre el fin de su historia sentimental con el hijo de Carmen Borrego, un distanciamiento que va más allá de lo emocional y que también está teniendo repercusiones familiares. La noticia ha generado un gran impacto no solo por la confirmación de la separación, sino también por el contexto en el que se ha producido: la reciente ausencia de Alejandra en el cumpleaños del hijo de su primo, un gesto interpretado por muchos como una muestra inequívoca de la ruptura total con él y, de forma colateral, con parte del clan Campos.
Alejandra Rubio deja solo a su primo

El segundo cumpleaños del hijo de José María Almoguera se celebró el pasado fin de semana en un ambiente aparentemente distendido, pero marcado por ausencias significativas. Entre los asistentes, no faltó Carmen Borrego, feliz y relajada junto a su nieto, y tampoco Terelu Campos, que, a pesar de regresar agotada de su paso por ‘Supervivientes’, hizo acto de presencia durante unos minutos para demostrar públicamente que sigue implicada en los momentos clave de la familia. Terelu no permaneció mucho tiempo, pero su asistencia fue suficiente para silenciar los rumores de distanciamiento con su hermana Carmen, aunque algunos asistentes señalaron cierta frialdad entre ambas. Lo que sí fue evidente es que Alejandra Rubio no apareció, pese a que había confirmado con antelación su asistencia al evento. Su plantón, que dejó desconcertados a varios de los presentes, ha sido interpretado como una señal clara de que su vínculo con José María se ha roto de forma definitiva y sin intención de reconciliación.
Desde el entorno de José María Almoguera se insiste en que la fecha del cumpleaños se acordó con tiempo suficiente para que todos pudieran organizarse, y que Alejandra estaba plenamente al tanto del día elegido. Su ausencia, justificada a última hora con el argumento de un imprevisto que la obligaba a estar fuera de Madrid, no ha convencido del todo al hijo de Carmen Borrego, que esperaba contar con su presencia como muestra de cordialidad, al menos por el bien de la familia. Sin embargo, la realidad es que la relación entre ambos es ya inexistente, y Alejandra ha optado por no mantener ni siquiera una apariencia de cercanía. Esta actitud ha generado una nueva grieta dentro del complejo entramado familiar que rodea a las Campos, donde las lealtades, los vínculos emocionales y los intereses mediáticos se entrelazan de forma constante y a menudo conflictiva.
La decisión de Alejandra Rubio

La decisión de Alejandra de no acudir al cumpleaños de su sobrino en segundo grado no ha pasado desapercibida, y mucho menos dentro del ámbito mediático en el que todos ellos se mueven. José María, que asistió a la celebración acompañado de su actual pareja, María —apodada cariñosamente “la Jerezana”—, vivió un día alegre junto a su familia más cercana, pero no pudo evitar que la ausencia de su ex generase preguntas incómodas. Tampoco ayudó que, en los días previos, el ambiente entre ambos se hubiera enfriado aún más, alimentando rumores sobre tensiones no resueltas y posibles desavenencias relacionadas con su pasado sentimental. Alejandra, por su parte, ha optado por mantenerse al margen de cualquier escenificación pública y evitar situaciones que puedan convertirse en espectáculo televisivo o ser explotadas por terceros en busca de notoriedad.
Alejandra Rubio parece haber aprendido con rapidez las dinámicas del mundo en el que ha crecido, y eso le permite anticiparse a los movimientos mediáticos que suelen acompañar a cualquier evento familiar. Consciente de que su presencia en el cumpleaños hubiera generado titulares, debates televisivos y nuevas especulaciones, ha preferido apartarse de una exposición que no desea fomentar. Aunque su entorno asegura que sigue ligada a los suyos, la joven influencer ha dejado claro que no está dispuesta a formar parte de ninguna función mediática que represente una imagen edulcorada de una familia que, en la práctica, atraviesa momentos complejos y poco armónicos. Es precisamente esa actitud crítica y distante la que le ha valido, en muchas ocasiones, la etiqueta de “rebelde” del clan, pero también la de una mujer joven que se resiste a comulgar con ciertas hipocresías familiares.
En este sentido, su ausencia no puede entenderse solo como una consecuencia del fin de su relación con José María, sino como una declaración de intenciones sobre su forma de estar —o no estar— en la esfera pública. Alejandra se ha distanciado no solo emocionalmente de su ex, sino también del circo mediático que ha rodeado tradicionalmente a su familia. A pesar de haber crecido en platós y haber protagonizado numerosas exclusivas, ahora parece buscar un tipo de exposición más controlada, más selectiva y menos sujeta a los vaivenes del espectáculo. Su postura puede molestar a algunos miembros del clan, que han hecho del relato familiar un producto rentable y duradero, pero también responde a un deseo legítimo de marcar sus propios límites y gestionar su imagen sin intermediarios.
Una ruptura muy polémica

Aunque muchos han querido ver en su decisión una forma de desprecio hacia su primo, lo cierto es que Alejandra ha optado por preservar su bienestar emocional, asumiendo las consecuencias de su distanciamiento. No ha habido cruces públicos de declaraciones ni acusaciones abiertas, pero el silencio de Alejandra y la incomodidad de José María al abordar el tema sugieren que el vínculo está completamente roto y que no existen puentes a corto plazo para un posible acercamiento. La imagen de familia unida que algunos intentaron proyectar durante la celebración no se corresponde con la realidad de fondo, y la ausencia de Alejandra es solo una muestra más de que las tensiones internas siguen latentes y sin resolver.
En definitiva, la confirmación de la ruptura entre Alejandra Rubio y José María Almoguera, sumada al plantón de ella en el cumpleaños del hijo de su primo, ha dejado claro que los lazos entre ambos han llegado a su fin. La joven ha optado por la distancia y la prudencia, consciente de que cualquier gesto puede ser interpretado, amplificado o manipulado. Mientras tanto, el resto de la familia Campos continúa navegando entre afectos, conflictos y estrategias mediáticas, tratando de mantener una imagen de unidad que cada vez resulta más difícil de sostener. Alejandra ha tomado una decisión dolorosa, pero firme, y con ello ha vuelto a demostrar que, aunque lleve el apellido Campos en la sangre, está decidida a escribir su propia historia, al margen del guion que otros quieran imponerle.