Carrefour y Eroski se cuelan en los festivales de música

Sobrevivir en un macrofestival durante varios días gracias al cargamento de comida y bebida realizado días antes tiene los días contados. Ya no será necesario cargar los maleteros hasta arriba o salir del recinto del festival para comprar. Las grandes cadenas de supermercados han visto una oportunidad de oro para sacar tajada de cualquier evento musical. El cóctel es perfecto: grandes masas de personas concentradas en un mismo lugar con escasa oferta de productos de alimentación. Un negocio redondo para Carrefour o Eroski, que comienzan a colocar tiendas dentro de las acampadas.

En España, el año pasado Carrefour abrió su primera tienda pop-up en el Festival Internacional de Benicàssim (FIB). Gracias a este primer éxito, han vuelto a repetir experiencia este verano en el FIB y, además, han estrenado ‘súper’ en el BBK Live de Bilbao.

En la ciudad vasca, el supermercado de Carrefour tenía una superficie de 225 metros cuadrados y se encontraba situado en la zona de acampada, con capacidad para 12.000 personas, mientras que el del FIB contaba con 200 metros cuadrados de superficie y se encontraba también en la zona de acampada que, en este caso, tenía capacidad para 20.000 personas.

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Estas tiendas suponen una ventaja para los consumidores ya que evita que tengan que llegar a los lugares de acampada de los festivales cargados con comida y bebida de sus ciudades de origen y, además, permite comprar comida o bebida a altas horas de la madrugada. Fuera del recinto sería imposible.

Como es el caso de Eroski, que colocó por tercer año consecutivo un establecimiento Eroski City en el camping del festival Resurrection Fest celebrado en julio en Viveiro (Lugo). El horario de apertura los días del festival permitía a los usuarios comprar entre las 10:00 horas de la mañana y las 5:00 horas de la madrugada el día con horario de cierre más tardío.

La compañía gallega de distribución alimentaria Vegalsa-Eroski, que este año cumple 20 años de alianza con el grupo Eroski, dispuso una instalación de 250 metros cuadrados con más de 500 productos contando con surtido para el desayuno como leche, galletas o cereales; yogures, ensaladas, fruta, snacks y bebidas. También se podía comprar embutido y pan fresco del propio obrador, así como bocadillos y empanadas recién hechas, además de productos de higiene personal.

BENEFICIOS PARA LAS CADENAS EN DETRIMENTO DEL COMERCIO PEQUEÑO

No obstante, también tiene su aspecto negativo. Algunos usuarios habituales de festivales se quejan de que los precios son superiores en este tipo de tiendas ocasionales. “No le veo ningún beneficio. Los precios serán más altos, por lo que prefiero comprar en los comercios locales cercanos al festival”, explica una usuaria. Así, el pequeño comercio de la zona también vería amenazadas sus ventas durante la celebración del evento musical.

Pero de cara a las cadenas de supermercados las ventajas son varias. No solo en el caso de incrementar el precio, sino en el momento en el que tienen las ventas aseguradas por la afluencia de público. Solo el Resurrection Fest 2018 atrajo a 81.350 asistentes durante cuatro días. Si bien es cierto, no todos acampan en el recinto, pero con que la cifra sea cercana a una cuarta parte, el ‘súper’ ya estaría ganando.

También las grandes empresas locales aprovechan el tirón de los festivales. En el festival Piratas Rock celebrado en el mes de julio en Gandía (Valencia) la zona de acampada también contó con un supermercado. Dentro de este, el surtido de Dulcesol destacaba sobre el resto. La compañía de bollería se fundó en esta ciudad. Curiosamente, su sede y fábrica están ubicadas en el mismo polígono donde se celebró el festival.

De momento, las experiencias de festivales con ‘súper’ comienzan a coger forma y a extenderse por el territorio nacional. Sin embargo, la idea inicial no es de España, ya que en otros países llevan años empleando esta fórmula. En Bélgica, por ejemplo, Lidl hace negocio en el festival de música electrónica Tomorrowland.