Alberto Lardiés: «Felipe VI disfruta de una impunidad mediática mayor que la de su padre»

Alberto Lardiés estrena etapa vital: ha dejado Madrid, donde trabajó en ABC, La Gaceta de los Negocios o El Español, y ahora ejerce de corresponsal de Vozpópuli en Euskadi. El periodista navarro acaba de lanzar un libro muy atrevido, ‘La democracia borbónica: De cómo las élites se reparten el poder y el botín’.

Antes lanzó ‘El rostro de Caronte (y otros relatos)’, ‘Los papeles de Barrabás’, ‘Anson, una vida al descubierto’, ‘Los mil secretos de Rubalcaba’ y ‘La corte de Felipe VI’, estos tres últimos publicados junto a Daniel Forcada. El pasado viernes presentó ‘La democracia borbónica’ en su pueblo natal, Castejón, y MERCA2 estuvo allí:

Ha explicado que muchos medios a los que consideraba amigos le han dado la espalda a la hora de promocionar ‘La democracia borbónica’. ¿Nos puede dar nombres?

Más que medios amigos, se trata de medios que en su día no dudaron en pedirme tal o cual ayuda. O, peor, se trata de amigos que trabajan en medios pero no se atreven. Pero prefiero callar sus nombres. Hay que respetar el miedo.

Afirma que el franquismo sacó dos ventajas del harakiri al que se sometió en 1976: la impunidad de sus crímenes y las posibilidades de reciclarse en la nueva etapa democrática. ¿Tiene la Constitución española un pecado original?

Por supuesto que sí. Es innegable que la Constitución de 1978 nos ha facilitado la mejor y más larga etapa de prosperidad en España. Tan innegable como que es un texto legal que también puede cambiarse, que no es perfecto y que hay que reformar para mejorar nuestra democracia.

Explica en el libro que los directivos televisivos permitían organizar tertulias sobre Juan Carlos I, pero «de Felipe VI ni una palabra». ¿Ha heredado el rey la impunidad mediática de su padre?

No solo la ha heredado, sino que la está disfrutando de forma aumentada. Por decirlo así, solo en los últimos años del reinado de Juan Carlos I se abrió la veda para informar sin tapujos sobre la Casa del Rey. Y, al llegar Felipe VI al trono, pasamos a una involución en este sentido. Hay una sobreprotección mediática que, unida a la sobreprotección legal, suponen un trato de favor a la Corona que es infame, injusto e intolerable.

Alberto Lardiés
‘La democracia borbónica’ analiza los excesos de la Casa Real.

Utiliza en muchas ocasiones el término «borbonear». Podría hacer una definición breve del palabrejo…

Jorge Martínez Reverte lo definía como «el ventajismo, la falta de visión de largo plazo, el regate corto, la manipulación de voluntades». Yo lo defino como «el abuso de poder desde las sombras o mediante pactos ocultos».

Lo increíble, en todo caso, es que la RAE no haya encontrado el momento de incluirlo en su diccionario cuando se usa desde hace 150 años con normalidad. Paradójicamente, hasta el propio Adolfo Suárez llegó a decir que esperaba que «el rey no me borbonee».

Recordaba el otro día Raúl del Pozo que Manolo Monereo decía que «cuando gana el PSOE, pierde la izquierda». Pedro Sánchez ganó las primarias con un discurso similar al de Podemos, ganó la moción de censura gracias a ERC o EH Bildu y ha ganado las generales haciendo frente, o utilizando de señuelo, a Vox. ¿Se fía del presidente del Gobierno?

No me fío en absoluto. Pedro Sánchez me parece un político de poder, de ideales intercambiables y ninguna convicción más allá de mantenerse en la silla, capaz de todo. Pero no por aquellos con los que pacta, sino por sus promesas incumplidas y por sus múltiples incoherencias.

Solo un hombre como él nombraría a su ex jefe de Gabinete, a su colega, Juan Manuel Serrano, como presidente de Correos; lo hizo como una suerte de premio de consolación por no meterlo en el Gobierno, como pago a los servicios prestados.

Tampoco está mal lo de que te escriba un libro como ‘negra’ una mujer a la que colocas como secretaria de Estado. En todo caso, hace poco escribí un artículo llamado «Pedro Sánchez, un peligro para la izquierda». Ahí dejo claro lo que opino del personaje.

El PSOE prometió el año pasado acabar con la Ley Mordaza, preguntar sobre la monarquía en el CIS, tumbar la Reforma Laboral del PP o publicar la lista de evasores fiscales, entre los que podrían estar varios familiares de Felipe VI. ¿La izquierda, que le ha dado el triunfo, es amnésica?

El PSOE ha ganado por el voto del miedo a Vox. Ocurre, claro está, que esta vez era un voto del miedo bastante justificado. Sánchez jugó bien sus cartas, mejor que el resto, y por eso ganó. Y, por otro lado, sí, el PSOE parece amnésico, porque promete muchas cosas en campaña que luego no solo es que no cumpla, es que hace lo contrario. Ahí está, por ejemplo, la politización de RTVE.

Explicó en la presentación que Florentino Pérez «nunca pierde» porque «juega con las cartas marcadas». ¿Qué obtiene la clase política del ‘Ser superior’?

Eso habría que preguntárselo a ellos. ¿Donaciones al partido? ¿Entradas en el palco del Bernabeu? ¿Colocaciones en empresas como ACS o en el propio Real Madrid? Solo sé que Carlos Ocaña, alias Cocana, el supuesto ‘negro’ de la tesis de Sánchez era director de gabinete del ministro de Industria Miguel Sebastián cuando este último firmó aquella cosita del almacén Castor. ¿Le suena? Pues ahora este Ocaña trabaja en el Real Madrid.

En el libro señala que los tertulianos en RTVE eran escogidos por Soraya Sáenz de Santamaría. ¿Ha cambiado la situación con el PSOE?

No mucho. Han mejorado los servicios informativos. Pero en la selección de los tertulianos sigue habiendo manos políticas que mecen la cuna desde la oscuridad. Es lamentable, sí, pero no tanto como la gigantesca opacidad con la que se maneja RTVE.

¿Cuánto cobran esos tertulianos por programa? ¿Cuánto cobran algunos directivos? ¿Cuántos contratos se firman con productoras externas para que produzcan programas que podrían producir tranquilamente los 6.200 trabajadores de RTVE? Preguntas a las que nadie quiere responder. Porque lo de RTVE no es solo una cuestión de manipulación, sino que es también un perpetuo expolio del dinero público. Lo cuento en el libro.

José Manuel Villarejo protagoniza parte del tramo final de su último libro. ¿Qué pinta un comisario-empresario-espía en la ‘democracia borbónica’?

Villarejo ha sido el perejil de todas las salsas en esta democracia desde hace años. Ha sido el gran filtrador de exclusivas periodísticas. Ha trabajado para empresas del Ibex 35. Ha formado parte de esa deplorable ‘policía patriotica’ que trabajaba para el Gobierno del PP. Ha espiado a periodistas o jueces con fondos reservados.

Pero ojo, no nos equivoquemos, Villarejo era el que hacía el trabajo sucio a muchos poderosos que son sus cómplices o sus pagadores. Igual que no hay corrupción si no hay corruptores que pagan al político, no hay cloacas o trabajos parapoliciales sin políticos o empresarios que paguen por esas cosas. Todo bicho viviente en el Madrid del poder conocía a Villarejo y sus andanzas, pero miraban para otro lado o, peor, colaboraban con él.

Hablaba de las dificultades para publicar una información sobre las élites económicas y puso de ejemplo a La Caixa. ¿Quiénes son más intocables, los grandes tiburones financieros o la Casa Real?

Son parecidos. Pero creo que el Santander o La Caixa tienen más poder real que el Rey. Este último tiene un blindaje más fuerte, legal y mediático, pero menos poder que la gran banca.

Alberto Lardiés
‘La democracia borbónica’. Foto: Alberto Lardiés.

¿Podría caer esa «alianza de las élites» que «se aparean» y que ponen en dificultades al normal funcionamiento de una democracia tiene sin que vuelva la República?

En España, por la historia y la idiosincrasia de esas élites, mucho me temo que una República no resolvería todo el problema. Resolvería, claro está, esa sobreprotección legal y mediática de la Monarquía. Y resolvería la opacidad con que se comporta la Corona.

Pero sería muy complejo cambiar las cosas en las otras instituciones del estado y no digamos ya en el bipartidismo que, como cuento en el libro, vive en permanente apareamiento con las empresas del Ibex 35. Tenemos un capitalismo de amiguetes cuyos mejores ejemplos son Florentino Pérez, Borja Prado o Villar Mir. Y eso es independiente de la forma del estado.

Ahora afronta su nueva etapa vital lejos de Madrid. ¿Se es más libre en provincias?

No es que sea más libre, es que vivo más tranquilo. Tengo una mejor perspectiva y una mayor calma para ver las cosas que ocurren. Y, sobre todo, tengo más tiempo para mis dos pasiones: mi familia y la literatura.