miércoles, 17 diciembre 2025

Omar Vieira, repartidor de Glovo y youtuber: “El ingreso depende del horario, la zona y, muchas veces, de la suerte”

Trabajar como repartidor de Glovo en Madrid implica ingresos variables, esfuerzo físico y decisiones constantes. Omar Vieira muestra, desde la experiencia real, cómo el horario, la zona y la demanda diaria definen cuánto se gana.

Madrid es una ciudad que nunca se detiene. Mientras turistas recorren sus calles, las oficinas trabajan a pleno y los bares se llenan hasta entrada la noche, un ejército silencioso sostiene el ritmo urbano desde el asfalto. Son los repartidores, figuras ya habituales del paisaje, que hacen posible que una comida llegue a la puerta de casa con apenas unos clics en el móvil gracias a Glovo.

Pero detrás de esa inmediatez se esconde una realidad mucho menos visible. ¿Cuánto se gana realmente? ¿Vale la pena el esfuerzo físico y la incertidumbre diaria? Omar Vieira, creador de contenido y repartidor, decidió ponerse en la piel de quienes trabajan con Glovo para responder esas preguntas desde la experiencia directa.

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Un turno real en la calle: kilómetros, espera y cálculo constante

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Vieira eligió un lunes por la tarde para iniciar su jornada con Glovo, consciente de que no se trata del día más rentable. Comenzó alrededor de las siete de la tarde, uno de los horarios considerados “pico”, cuando la demanda empieza a crecer. Desde el sur de Madrid, entre Getafe y Leganés, activó la aplicación y salió a buscar pedidos, sabiendo que en este trabajo moverse es tan importante como esperar.

Los primeros encargos no tardaron en llegar. Tres kilómetros por poco más de tres euros es una constante que se repite en Glovo, incluso cuando el reparto termina en zonas residenciales donde no hay nuevos pedidos. En esos casos, el repartidor debe regresar por su cuenta a las áreas con restaurantes, acumulando kilómetros que nadie remunera.

A lo largo de la primera hora, la ganancia rondó los diez euros. No es una mala cifra para un lunes, pero tampoco permite relajarse. En Glovo, el tiempo de espera en los restaurantes, la distancia y la necesidad de aceptar pedidos poco rentables son decisiones que se toman sobre la marcha. Rechazar encargos puede afectar la dinámica del trabajo, pero aceptarlos todos no siempre compensa.

Trabajar en Glovo: Ingresos variables y un modelo que sigue cambiando

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Rider de Glovo en Madrid. Agencias

Tras casi cuatro horas de trabajo con Glovo, el balance final fue cercano a los 28 euros. A simple vista, el número parece aceptable, aunque a ese monto hay que restarle gastos inevitables como combustible, comida y desgaste del vehículo. Además, existen largos tiempos muertos que no se reflejan en la aplicación, pero sí en el cansancio físico.

Durante la jornada, Vieira habló con otros repartidores de Glovo. Algunos trabajan entre ocho y diez horas diarias y coinciden en que los mejores días suelen ser los de lluvia, cuando la demanda aumenta. En esas condiciones, los ingresos pueden superar los 80 o 100 euros, aunque el riesgo también crece. En el extremo opuesto, hay jornadas en las que apenas se alcanzan cifras mínimas.

Otro punto que genera tensión es la convivencia entre repartidores autónomos y personal contratado por Glovo. Varios riders señalan que la presencia de trabajadores con sueldo fijo reduce la cantidad de pedidos disponibles para quienes dependen exclusivamente de cada entrega. El resultado es una competencia más dura y menos margen de maniobra.

A pesar de todo, muchos continúan apostando por Glovo. La flexibilidad horaria, la ausencia de un jefe directo y la posibilidad de organizar la jornada siguen siendo atractivos. Sin embargo, la contracara es clara: no hay estabilidad ni ingresos garantizados.


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