Por qué hay un apartamento secreto en la cima de la Torre Eiffel

Cuando hablamos de la Torre Eiffel, estamos refiriéndonos, sin lugar a dudas, a una de las estructuras arquitectónicas más importantes de la historia. A día de hoy, no existe quien no la reconozca de solo ver una foto o incluso una silueta de ella, dejando en evidencia su significado cultural.

Al ser así, cómo no iba a causar envidia en la élite parisina la noticia de que la Torre Eiffel, mandada a construir por su constructor, contaba con un pequeño apartamento casi en su cima, que los adinerados de la época morían por tener. Quédate leyendo este artículo para conocer los detalles de por qué la famosa estructura francesa tiene este pequeño lecho.

El apartamento en la Torre Eiffel

La estructura inaugurada en el año 1889 causó furor en París desde el preciso momento en que se inició su construcción. De ser así, ¿te imaginas cómo cayó en la élite parisina la noticia de que en la cima de la enorme torre de 300 metros se había construido un pequeño apartamento?

No había persona de poder y dinero que no le haya hecho una oferta al creador de la estructura por enormes sumas de dinero, Gustave Eiffel, por alquilar el apartamento, pero todas fueron rechazadas y solo algunos pocos tenían el privilegio de visitar el acogedor piso a mil pies de altura.

Por qué Gustave Eiffel mandó a construir el apartamento

Por qué hay un apartamento secreto en la cima de la Torre Eiffel

La decisión del diseñador y constructor de la emblemática torre que lleva su apellido, de llevar adelante la construcción de un apartamento, tuvo que ver con la idea de tener un lugar cómodo en el que Gustave pudiera trabajar. Aprovechando, obvio, la increíble estructura que acababa de idear.

El pequeño apartamento no contaba con habitaciones, solo se trató de un pequeño espacio con algunos muebles, e incluso un piano de cola, para que el ingeniero pudiera tener privacidad y un mejor punto para trabajar en experimentos. Además, el piso disponía de lo necesario para que también pudiera acoger a otros científicos que él invitara a trabajar, entre los cuales uno de los más importantes fue Thomas Edison, que le regaló a Eiffel un dispositivo de grabación de sonido en una de sus visitas.

A pesar de las grandes ofertas que recibió Gustave Eiffel por parte de miembros de la élite para rentar el soñado lugar, solo algunas personas selectas de la comunidad científica tuvieron el privilegio de visitarlo. Este es, sin lugar a dudas, un lugar en el que cualquiera querría pasar un rato.