sábado, 14 diciembre 2024

El mercado aplaude el paso atrás de Shell en descarbonización

Shell ha recalibrado sus objetivos de transición energética, haciendo retroceder sutilmente su plan de negocio de vuelta a los combustibles fósiles. El gigante angloneerlandés confía en la fortaleza de la demanda de petróleo, estrategia que concuerda tanto con la realidad geopolítica como con los análisis de mercado.

El pasado marzo, Shell actualizó sus objetivos estratégicos, que incluyen un decrecimiento de sus metas de reducción de emisiones. La compañía sigue comprometida con llegar al cero neto en 2050, pero la cifra establecida para 2030 oscilará entre el 15% y el 20% menos de gases contaminantes, en lugar del 20% fijado inicialmente. La directiva también ha eliminado la obligación de llegar a un 45% de reducción de intensidad de carbono en 2035.

Esta desaceleración en la limpieza de emisiones se entrelaza con la decisión de Shell de invertir más en petróleo y gas. El nuevo enfoque es mantener la producción estable hasta 2030, junto con una política cautelosa respecto al crecimiento de la energía renovable.

SHELL NO CONFÍA EN LAS RENOVABLES COMO PILAR DE SU NEGOCIO

El ‘giro de timón’ de Shell, aunque poco coherente con la descarbonización ‘exprés’ dispuesta por la gobernanza a nivel global, puede reforzar sus ganancias a medio plazo en medio de una demanda «resiliente» de combustibles fósiles. Así lo cree Will Hares, analista senior de industria de Bloomberg Intelligence, quien ve acierto en el frenazo dispuesto por la petrolera. Y es la coyuntura en Europa, la región del mundo más intransigente en este aspecto, una de las razones.

«La disminución más lenta de las emisiones probablemente se verá impulsada principalmente por una mayor producción de gas y menores ventas de energía renovable a clientes minoristas en Europa», explica Hares en su análisis.

Las estimaciones de Bloomberg Intelligence, continúa el documento, sitúan en 40 gigavatios (GW) el pipeline de proyectos de desarrollo ‘verde’ de Shell, que prevé aproximadamente duplicar su energía vendida a 560 teravatios hora (TW/h) por año para 2030. Aún así, la gerencia ha dejado claro que no ve una gran cartera de energía renovable como la base de su estrategia de transición energética, debido a su falta de una «capacidad única» (sic) para este propósito, en comparación con otros sectores como el transporte y la industria.

«la estrategia de energía renovable de Shell ha sido cuidadosa y deliberada, centrándose en mercados y segmentos selectos, incluida la prioridad de vender a empresas comerciales en detrimento de los minoristas»

Will Hares, analista senior de industria en Bloomberg Intelligence

«Un mercado de energía renovable abarrotado y competitivo también conlleva elevados riesgos de rentabilidad y obstáculos para la ejecución de proyectos en un contexto de altas tasas de interés» -explica el analista- «En relación con sus pares, la estrategia de energía renovable de Shell ha sido cuidadosa y deliberada, centrándose en mercados y segmentos selectos, incluida la prioridad de vender a empresas comerciales en detrimento de los minoristas».

Esto refleja, en palabras de Hares, «el énfasis del CEO [de Shell] Wael Sawan en una estrategia basada en los retornos». Por otro lado, el mayor peso puesto por Shell en el gas natural, otra de las reformas de la compañía, «es la palanca más eficaz para que Shell reduzca su cartera de intensidad neta de emisiones a corto plazo, ya que el gas natural es el combustible fósil con menor consumo de carbono.

«Corroborando el punto de vista de la gerencia de Shell, seguimos esperando un crecimiento de la demanda global de petróleo durante al menos la próxima década, probablemente alcanzando el pico en 2035, antes de comenzar un descenso suave», concluye el informe.

Petroleo mar unsplash Merca2.es

LA REALIDAD DEL PETRÓLEO

La conflictividad internacional ha propulsado el precio del crudo, que ya oscila en máximos por encima de los 91 dólares por barril (85,66 euros) y se encamina a los 100, según las previsiones más pesimistas.

El empecinamiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en restringir la producción de crudo, junto con un recrudecimiento de la violencia en varios enclaves importantes para el suministro, una combinación de factores que ha llevado a Bank of America (BofA) a dibujar un escenario con un barril a 95 dólares (89,42 euros).

El pasado marzo, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se ‘bajó los pantalones’, cambiando las predicciones que venía sosteniendo durante los meses precedentes y admitiendo que este año habrá un déficit en la provisión global de petróleo.

EL RECRUDECIMIENTO DE LOS CONFLICTOS DE UCRANIA Y GAZA, CON FUERTES IMPLICACIONES EN ALGUNOS DE LOS CAUCES DE SUMINISTRO MÁS IMPORTANTES A NIVEL GLOBAL, han DISPARADO los precios del petróleo al norte de los 90 dólares por barril

Hasta ahora, el cenit de la agitación petrolera se dio tras los asaltos coordinados de Hamás en territorio israelí el 19 de octubre, que propulsaron el Brent hasta los 92 dólares por barril (85,43 euros). Tras la resaca de estos hechos, que dieron inicio a la guerra, el mercado se estabilizó hasta el fondo de 73 dólares (67,78 euros) tocado el 12 de diciembre, a pesar de la devastadora represalia de Tel Aviv, aún en curso.

Sin embargo, la expansión del conflicto con la participación de los rebeldes hutíes en el mar Rojo y la proliferación de refriegas y bombardeos por buena parte de Oriente Medio -hasta en Pakistán e Irán-, junto con los ataques de drones ucranianos a las refinerías rusas, han enviado de vuelta los precios del petróleo al norte de los 90 dólares por barril. 


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