Las bajas temperaturas, las lluvias intensas, la formación de hielo, la acumulación de nieve y los vientos adversos son factores que hacen que la conducción en invierno sea incómoda y potencialmente peligrosa. La disminución de la luz natural, combinada con estas condiciones climáticas desafiantes, aumenta significativamente el riesgo de accidentes en las carreteras. Por lo tanto, es esencial estar debidamente preparado para enfrentar cualquier adversidad que pueda surgir durante el invierno.