En tiempos en los que la propia Unión Europea hace frente al greenwashing (Green Claims Directive), el concepto de economía circular corre cierto peligro de pervertirse como lo hizo el de la sostenibilidad. Y es que hay que promocionar ambas, pero también hay que ser muy críticos con el uso excesivo y abusivo del término por parte de las marcas y corporaciones.
¿Qué es la economía circular?
Esta nueva economía ha surgido como un enfoque prometedor para contrarrestar la creciente escasez de recursos y las tensiones medioambientales derivadas de los patrones de producción y consumo convencionales o lineales.
La cultura de usar y tirar ya no es viable en este pequeño planeta azul y la economía circular será el único modelo que permitirá en el medio y largo plazo mantener la calidad y bienestar del modus vivendi y, sobre todo, es la única solución para poder proveer a todas las regiones y países de lo que en Occidente se ha venido llamado el “estado del bienestar”.
La economía circular pide poner el foco en la austeridad en la extracción de materias y minerales, en el uso de fuentes de energía renovables y en una producción y consumo más sostenible a partir de recuperación y reciclaje.
Centrándose en los beneficios que supone para toda la sociedad la puesta en el mercado de esta nueva categoría de productos y servicios, toda empresa debería tener hoy en día objetivos de economía circular en sus planes estratégicos al mismo nivel que los tiene para la descarbonización o la transición energética. Y, por supuesto, no para presumir de sostenibles a partir de una ínfima parte de la producción o de las ventas para un producto circular muy marginal o poco representativo. De esto, los consumidores ya han aprendido. El papel no todo lo aguanta y no todo es oro lo que reluce.
Cualquier empresa que presuma en la actualidad de prácticas de economía circular debe demostrar un uso minimizado de las materias primas empleadas, características menos peligrosas compatibles con el medio o incluso biodegradables, orígenes basados en la recuperación y el reciclado, generación de residuos tendientes a cero, baja intensidad energética y bajas emisiones tendientes al Carbon-Neutral o Net Zero-Carbon.
Además, el grado de circularidad de los recursos utilizados debe ser conocido y seguir estos mismos objetivos en toda la cadena de suministro, añadiendo también factores como la longevidad, la utilidad y la obsolescencia del producto. Incluso para la fase de uso de los productos y servicios, se debe proveer a consumidores y usuarios de unas experiencias y utilidades más duraderas, multifuncionales y, por supuesto, exentas de nuevos impactos ambientales. Economía circular también es la desmaterialización o servitización, la logística inversa para productos, envases y embalajes y la gestión integral del recurso-residuo.
Entonces, ¿qué productos u organizaciones adoptan la economía circular?
Pues dependerá de indicadores y magnitudes cuantitativas y cualitativas asociadas a todos los aspectos o criterios indicados anteriormente.
Y es que es posible ponerle a productos y servicios imágenes bonitas, música y hasta un lazo, pero al final, la economía circular es cuestión de diseño industrial de productos y procesos, de creatividad e innovación en todo el ciclo de vida. Es cuestión de un compromiso empresarial y de aplicar aquella teoría milenaria que dice que menos, es más. Una suerte de metodología Lean aplicada a los flujos y balances de materia y energía.
Llegados a este punto y como nadie dijo que esto fuera a ser algo sencillo, Ecomundis, consultoría especializada en sostenibilidad, propone hacer uso del Índice de Circularidad de la Materia (MCI: Material Circularity Indicator), que recoge todos y cada uno de estos indicadores para cada producto y organización. Esta métrica fue desarrollada inicialmente por la Fundación Ellen MacArthur y Granta Design en 2015 en el marco del proyecto Europeo Life y en septiembre de 2023, Ecomundis la hace más accesible poniéndola a disposición de las empresas usuarias de su plataforma rightsupply.net en un nuevo módulo de gestión de métricas específico.
Ecomundis simplifica dicho índice en forma de % de circularidad para que toda empresa de manufactura de producto que lo desee pueda ya inscribirse en el programa de cálculo de sus índices de circularidad o consultar más información en support@ecomundis.com.
El futuro será distópico o circular
Solo con un Índice de Circularidad de la Materia se podrá afirmar que un producto es más circular que otro o que en un año un producto específico sea más circular que en el año anterior.
En palabras de Pablo Chamorro, director de Ecomundis, «la calificación de la circularidad de un producto será una condición necesaria en un futuro no muy lejano. Y este índice deberá ser objetivo, verificable y comparable. Con el cambio de siglo, es incluso probable que un producto no salga a la venta si no cumple un valor de circularidad o que, dado un bajo índice de circularidad de ciertas categorías de producto, estas solo tengan permiso para una comercialización limitada en cuotas máximas o para usos o mercados específicos.
Hay que ser consciente que esta es una afirmación un tanto distópica y que, hoy en día, no contaría con el beneplácito de los intereses geoestratégicos y de los lobbies de las grandes corporaciones. Al fin y al cabo, la economía circular pondrá a prueba nuestro frágil sistema y la incapacidad de ponernos de acuerdo en temas cruciales como la escasez y el acceso a una distribución equitativa de los recursos. Unos recursos que no son siempre renovables y mucho menos abundantes».
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Pablo Chamorro