El biogás: la clave definitiva para la transición ecológica de España

El proceso que se inicia una vez que echamos los desechos orgánicos en el contenedor marrón es poco conocido. La acción de separar ese tipo de desperdicios tiene el potencial para convertirse en una de las palancas clave para que España logre la transición ecológica.

Conseguir esa meta puede depender de varios factores que van más allá de la intención que pongamos a la hora de reciclar. Los biorresiduos de origen doméstico, comercial e industrial se pueden transformar en biogás en plantas de digestión anaerobia. No son los únicos, también los restos de cultivos, los residuos de las industrias agroalimentarias, los estiércoles, purines y lodos de estaciones depuradoras de aguas residuales son materias primas para la producción de este gas renovable.

Todo un avance ya que la versión depurada del biogás, el biometano, puede inyectarse en la red gasista para generar calor en calderas, o para producir electricidad, lo que le convierte en un potencial sustituto del gas natural en el corto y medio plazo. Para producir biogás y llevar adelante el proceso de transformación en biometano se necesitan instalaciones específicas y, también, que estén situadas en lugares estratégicos, generalmente, en la proximidad de las localizaciones donde se generan los residuos.

Sobre ello, el científico del Repsol Technology Lab, Vicente Bernal, explica que las plantas de producción de biogás en España están más asociadas a las áreas urbanas de alta densidad poblacional que a las rurales, donde los cultivos y la ganadería representan una fuente importante de materias orgánicas.

«Eso es algo que sorprende, porque realmente donde está el mayor potencial de producción de biogás en España por disponibilidad de residuos es en el campo, en el sector agroganadero», resalta el experto.

UN POTENCIAL POR APROVECHAR

Bernal agrega que hay estudios que destacan el enorme potencial de España en producción de biogás y que las instalaciones para transformar los residuos agroganaderos podrían sumar unas 2.000 plantas en todo el país, aunque la realidad es que no hay más de 200. «Estamos muy lejos de alcanzar la producción potencial máxima de biogás que podríamos generar», señala.

Recientemente, el Gobierno español ha aprobado una hoja de ruta del biogás, un documento con el que se definen 45 medidas para avanzar en la transición hacia el uso de energías más limpias. En el plan se establece un objetivo de producción de biogás de mínimo 10,41 teravatios/hora anuales para el año 2030 en España, lo que supone multiplicar casi por cuatro la producción del año 2020.

La consecución de estos objetivos tiene un impacto medioambiental altamente positivo, ya que permitirá evitar la emisión de 2,1 millones de toneladas de CO2 anuales a la atmósfera, según destaca el plan aprobado el pasado marzo por España.

LA VÍA PARA LAS INVERSIONES EN BIOGÁS

La existencia del plan deja la puerta abierta para que al sector de energías renovables lleguen inversiones y, además, se destinen subvenciones para promover la producción de biogás en el país.

De esta manera, el reto no solo está en lograr la atención sobre un sector que puede generar energía sostenible, sino también permitir que el negocio del biogás sea rentable. Bernal señala que, en condiciones normales y no con los picos de precios que se presentan actualmente en los mercados internacionales, el biogás resulta más caro de producir que el gas natural.

¿QUÉ PASA CON LOS DESECHOS ORGÁNICOS?

En la producción de biogás se genera un desecho, llamado digestato, que puede tener una segunda vida. Gracias a los principios de la economía circular, la utilidad de este material orgánico se extiende más allá. Se trata de restos orgánicos con un importante contenido de nitrógeno, fósforo o potasio que se pueden devolver al campo para utilizarlos como enmienda orgánica de suelos, para la producción de fertilizantes o como fuente de nutrientes. Con ello, se cierra un círculo que transforma el modelo de consumo actual y lo hace más sostenible para el planeta.