En una isla desierta y otros confinamientos idílicos

La expansión del brote de coronavirus avanzó sin avisar, saltando fronteras y transportando infectados -muchos de ellos sin saber que lo estaban- por tierra, mar y aire, de forma que fue imposible delimitar la velocidad y el alcance del contagio. La irrupción de un virus tan virulento y la adopción de medidas preventivas de urgencia por parte del Gobiernos pilló a cada cual en un lugar. La obligación de confinarse tuvo un efecto tan inmediato que muchos no tuvieron tiempo de reaccionar.

La mayoría, en casa, ejercitando su rutina. Éstos se encerraron sin más. Otros, por avatares del destino, están pasando confinamientos más curiosos, llamativos…incluso idílicos. El encierro no está siendo igual para todos.

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ENCERRADO CON UN CHEF

En tiempos de confinamiento es una suerte tener como compañero de encierro a un chef, y si es de los más laureados mejor, en cualquier caso, los kilos de más tras el aislamiento preventivo vendrán de igual forma. Mejor si llegan tras degustar las delicias de un maestro de la cocina.

Los que estén cerca tendrán la oportunidad de catar auténticos majares de la mano de sus chefs, pero los demás, también podrán intentar poner a prueba su destreza en la cocina, gracias a la generosidad de muchos de ellos.

Un ejemplo lo encontramos en Ferran Adrià que quiere ayudar a que los confinados se alimenten adecuadamente y de forma económica y, a través de su cuenta de Twitter, ofrece a diario recetas sencillas y consejos para elaborar menús diarios basados en su libro ‘La comida de la familia’.

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