Bang Bang, Cheiw y otros chicles de sabores flipantes de tu infancia

La infancia es uno de los momentos que se queda a fuego entre los recuerdos. Todo lo que se hace en esta etapa de la vida se cuenta cuando se tienen hijos o nietos de una forma divertida y con un entusiasmo exagerado. Seguro que tú tienes tus propios recuerdos que te sacan una sonrisa mientras recuerdas el chicle Bang Bang. Los olores, las comidas, la ropa que llevabas, etc. Todo está dentro de ti.

Uno de los recuerdos de la época son las golosinas. En los años 80 y 90 hubo un boom en el mundo de las golosinas. Un día a la semana recogías la paga para poder ir a comprar a una tienda que no era para nada lo que son hoy en día. Eran tiendas que tenían menos cantidad de cosas y poca diversidad, pero que sin lugar a dudas vendían productos que gustaban a muchos. Los chicles no se pueden olvidar, pues te pasabas una tarde entera masticando y te hacían la persona más feliz del mundo. No sólo existía el tan recordado Bang Bang. Había muchos más chicles que han pasado a la historia.

1
Barra de labios era un chicle popular junto al Bang Bang

Las barras de labios eran unos chicles que hacían las delicias de las niñas. Cuando se mojaban con la saliva teñía los labios. La imaginación entraba en acción y las niñas se tintaban los labios jugando a ser mayores.

Antes de consumirlos podían pasar horas de diversión. Recuerda que el gasto de golosinas no es como en la actualidad. Una bolsa de caramelos repleta no pasaba de las cincuenta pesetas y eso era una barbaridad en gasto.

La barras de labios son de color rojo. Cuando te las metías en la boca estaba muy duras y el sabor realmente duraba bien poco. En aquella época valía sólo una peseta. Con el tiempo hay que decir que ha perdurado en las tiendas y hoy en día se puede comprar por cinco céntimos.

Los bazoka

Bazooka

Es muy raro encontrar a una persona que no recuerde los chicles bazokas. El eslogan era: «Se estira y se explota». En nuestro país existieron dos versiones que eran diferentes una de otra. Una de ella la fabricaba la empresa Tapps.

Los primeros bazokas que salieron al mercado fueron en los años 50. Eran redondos y era un chicle que tenía tres pisos de forma redonda. Cuando se hacían pompas con este chicle se notaba la diferencia con otros. Las burbujas eran enormes.

En los años 70 y 80 volvieron a aparecer. Cuando se abrían había dentro una tira de cómics. El protagonista de estos era Bazoka Joe (tenía hasta incluso un club de socios). En Estados Unidos se siguen comercializando.

Los chicles de melones

Chicles de melón, como los Bang Bang

Estos chicles eran muy llamativos por su forma. El color y el sabor gustaba mucho. Hay que decir que era un chicle muy duro y dejarlo blando costaba largos minutos.

Su sabor estaba muy conseguido. Plasma muy bien el dulce que tiene esta fruta tan veraniega. Podías comprar este chicle por tan sólo una peseta.

Se vendía suelto (estaba dentro de un paquete en aquella época). Hoy en día se sigue vendiendo y se puede adquirir por tan sólo diez céntimos. La empresa Vidal es la que comercializa bolsas de veinticinco unidades o incluso más.

Tubble Gum era un chicle que venía envasado en un tubo

Tubble chicle

Tubble Gum era un chicle que estaba envasado dentro de un pequeño tubo. Era el único chicle de la época que se podía tragar después de masticarlo por un tiempo. Se iba deshaciendo en la boca poco a poco y era ideal para aquellos que eran más perezosos.

Su sabor era muy original, pues sabía a tutti frutti (había pocos chicles con ese sabor). Se convirtió realmente en una moda. Se podía comprar con diez pesetas y hoy en día por treinta céntimos. En la actualidad hay muchos más sabores para escoger.

Los ingredientes de este chicle eran: fructosa, jarabe de glucosa, ázucar, goma de mascar, estabilizadores, almidón y colorantes. Realmente todos los chicles suelen llevar estos elementos.

Bolas gigantes

Bolas de chicle que competían con Bang Bang

Las bolas de chicle gigantes son un clásico entre los años 70, 80 e incluso los 90. Se podían encontrar de diversos tamaños. Cuando parabas en una gasolinera seguro le pedías a tu padre que te comprara uno.

Había dispensadores gigantes en los que se depositaba el dinero. Se hacía girar una rueda y el chiche salía por una abertura. Hacer esto se convertía en toda una aventura.

Los chicles tenían colores, pero esto no hacía que cada uno tuviera un sabor diferente. Todos sabían igual. Los chicles gigantes eran muy duros y el dulzor duraba muy poco. Lo más divertido era meterse en la boca un chicle tan grande.

Tico Tico

Tico Tico

Los Tico Tico eran muy conocidos y consumidos (muy parecido al Bang Bang). Su sabor era explosivo e intenso, pues sabían a sandía. Su forma era alargada y venían envueltos en forma de caramelo.

No se podía elegir el sabor, pues se vendía uno sólo. Cuando se metían en la boca se podía disfrutar de un chicle muy blandito que duraba mucho en el tiempo.

Tenían un exquisito olor y sin abrirlo se podía adivinar su sabor. Se compraba por tan sólo una peseta y en la actualidad existen y se adquieren por cinco céntimos.

Bang Bang

Bang Bang

Los chicles Bang Bang eran los más populares junto con los Cheiw. Comercializaban gran diversidad de sabores y esto es lo que les hacían ser tan atractivos.

Lo podías encontrar de fresa, menta, clorofila, fresa y plátano (tenían un envase muy llamativo con dos colores), sabores incluso ácidos, etc.

El envase era alargado y cuando se abría cada chicle venía envuelto de forma cuadrada. Tenían un intenso sabor y no eran muy duros al masticarlos. Se compraban por quince pesetas. En la actualidad es muy difícil encontrar esta marca a no ser que vayas a una tienda de productos americanos.

Cheiw

Cheiw, uno de los competidores de Bang Bang

El chicle Cheiw era el rey en los años 70 y 80 junto con el Bang Bang. Lo que más gustaba de esta marca era la gran diversidad de sabores que tenían.

Se podía comprar chicles Cheiw de fresa, menta, clorofila, etc. Un sabor a destacar que no tenía ninguna marca era el Cheiw de chocolate. Era curioso meterse en la boca un sabor así que además estaba muy conseguido. Su textura era muy blandita y suave.

Estos chicles venían envasados de forma plana y rectangular. La única diferencia que había entre unos y otros era el tamaño. Algunos incluso se confundían con una goma de borrar. Hay personas que incluso tienen una colección de chicles Cheiw porque realmente son un verdadero icono de la época.