viernes, 13 diciembre 2024

Así es la lamentable vida del feudo colchonero en la actualidad

Sin números en las puertas, con baldosas de la fachada en el suelo, musgo en las juntas, goteras en el túnel y un césped sin cuidar. Esta es la realidad que vive a día de hoy el estadio Vicente Calderón. Entre tanta imagen lamentable resisten dos bastiones: la inmobiliaria Gilmar y la agencia Halcón Viajes.

Nada más salir de la estación de Cercanías de Pirámides lo primero que se encuentra el viajero es un cartel de una empresa dedicada a la demolición de edificios. Este es el futuro que le espera al estadio que se encuentra a tan sólo unos metros de este premonitorio anuncio colgado en unas obras que suponen una nimiedad al lado de la ‘operación Mahou-Calderón’.

De camino al estadio, los locales abandonados se mezclan con los que aún resisten la mudanza del Atlético de Madrid del distrito de Arganzuela. Todo es distinto, el barrio ya no es el mismo. Aunque la verdadera imagen que golpea la nostálgica memoria de los madrileños es la de un Calderón casi en ruinas. Una construcción con más de 50 años que vive sus últimos meses de vida -su derribo comenzará previsiblemente a comienzos del años 2019-.

Al dar un paseo alrededor de todo el perímetro del estadio es cuando se descubren los verdaderos desperfectos generados no por el medio centenar de años que lleva en pie el Calderón, sino por el más de año y medio que lleva casi sin ningún tipo de actividad. En las puertas que dan acceso al campo sólo queda en pie un número, el 41. El resto han sido arrancados o se han caído por la falta de mantenimiento.

La fachada tampoco ha quedado ajena a la ausencia de cuidados. Por este motivo, no es raro encontrar algunos pedazos de las paredes tirados en el suelo. Es como si el Vicente Calderón quisiera autoderruirse, antes de que una máquina lo haga por él. Pero los exteriores no son los únicas zonas afectadas.

Así es la lamentable vida del feudo colchonero en la actualidad.
Desprendimientos de la fachada del estadio Vicente Calderón.

Basta echar un vistazo por las pequeñas rendijas de las puertas metálicas del estadio para comprobar que del feudo lo único que queda ya es el esqueleto. Sin butacas, el cemento da un aspecto frío a uno de los graderíos más calientes de la Primera División del deporte rey en España. Sólo el sentido del olfato devuelve al visitante la sensación de estar en un campo de fútbol, porque huele -y mucho- a hierba. Tal vez, esa falta de cuidado del verde ha generado ese aroma a césped cubierto por el rocío de la mañana. Un lujo para la pituitaria que te transporta a las noches más mágicas del coliseum rojiblanco.

Así es la lamentable vida del feudo colchonero en la actualidad.
Jugadores de la cantera del Atlético de Madrid en el Vicente Calderón.

De todos modos, el olor no es el único factor que recuerda que el Calderón es un recinto deportivo. En el interior del mismo todavía se entrenan de vez en cuando las categorías inferiores del cuadro colchonero. Entrenamientos que se realizan mientras otros operarios se apresuran a sacar los últimos documentos para apilarlos en las puertas por donde antes entraban los aficionados colchoneros.

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Pila de archivadores en una de las puestas del estadio Vicente Calderón.

DOS NEGOCIOS EN MEDIO DEL DESIERTO

En medio de esta funesta imagen existen dos halos de luz empresarial: Gilmar -¿cómo no?- y Halcón Viajes. Los dos locales están casi contiguos en uno de las esquinas del Calderón. Los empleados «no tienen conocimiento» de cuándo abandonarán sendos locales, pero lo cierto es que si las previsiones no fallan, tendrán que hacerlo a comienzos del año 2019.

Así es la lamentable vida del feudo colchonero en la actualidad.
Fachada de Gilmar, en el estadio Vicente Calderón.

Todo está listo para decir adiós al Vicente Calderón y como si de un enfermo terminal se tratara el propio estadio se ha dejado ir antes de su siniestro final. Dentro de aproximadamente tres años en los terrenos donde un día jugaron, los Ufarte, Aragonés, Torres o Griezmann sólo habrá césped, pero no del Calderón, sino de un parque que colindará con las cerca de 500 viviendas que se levantarán.


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