Identifica tres perfiles de ahorradores: el Despreocupado, el Previsor y el Impaciente, delimitados por la edad, el poder adquisitivo, su personalidad o los objetivos que persiguen. La adopción de sencillos hábitos o rutinas mensuales es el primer paso para conseguir acumular un capital que se pueda invertir para obtener mayor rentabilidad
El 60% de los españoles consigue destinar una parte de sus ingresos mensuales al ahorro, según un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, pero no todos se comportan igual a la hora de ahorrar. Micappital, compañía especializada en diseñar planes de ahorro e inversión a medida, ha dibujado el retrato del ahorrador español de acuerdo con diversos factores, como la edad, el poder adquisitivo, la personalidad o los objetivos que persigue.
Según esta fintech, en España se pueden distinguir tres perfiles claros y bien delimitados de ahorradores:
El Despreocupado. Este perfil se corresponde con un joven que llegó a su edad adulta con el cambio de siglo y que pertenece a la generación menos ahorradora de la historia. No es consciente de la importancia del ahorro para su futuro y vive al día, disfrutando del ocio y gastando todo lo que tiene. A pesar experimentar rápidos cambios en su nómina, cuanto más aumentan sus ingresos más gasta, y ve la jubilación como algo muy lejano para lo que aún no se plantea tomar medidas.
Utiliza normalmente una cuenta corriente para acumular sus ahorros, que luego destina a experiencias de ocio y consumo. No suele invertir por falta de conocimientos y porque cree que para ser inversor hace falta manejar grandes cantidades de dinero.
El Previsor. Es un tipo de ahorrador que se cuela en todas las generaciones. Se trata de una persona consciente de la importancia de planificar el futuro, y que ahorra con un fin determinado, como comprar una casa, preparar su jubilación, costear la educación de sus hijos o, simplemente, tener un remanente para posibles imprevistos.
Tiene una rutina de ahorro sólida y automatizada, y suele mirar en detalle en qué se gasta su dinero cada mes por si puede ajustar los gastos. Suele ser también inversor, pues conoce los efectos de la inflación sobre su dinero parado e intenta remediarlo. Normalmente invierte en acciones del Ibex 35 o en uno o dos fondos de inversión.
El Impaciente. Este ahorrador empieza a darse cuenta de que es fundamental tener un colchón financiero, pero es consciente de que requiere tiempo y dedicación. Se da cuenta de que tenía que haber empezado antes y duda de si será ya tarde para planificar su jubilación. De repente el ahorro se convierte en una preocupación de peso en su vida, se siente en una situación de estrés financiero que le lleva a cometer errores de inversión, como asumir un nivel de riesgo muy alto para intentar recuperar el tiempo perdido.
Tiene un poder adquisitivo más elevado y suele invertir en fondos de inversión de moda, los que mejor comportamiento han tenido en los últimos años. Su fuente de información son los rankings de fondos de la prensa económica, y los más digitalizados investigan en Internet antes de comprarse el fondo que marca tendencia en el momento.
Hoja de ruta del ahorro a la inversión
«Es importante entender que el ahorro es un gasto diferido –ahorras hoy para gastar más mañana–, y que poder disponer de un colchón para imprevistos reduce nuestro nivel de estrés. Siempre que pensamos en ahorrar lo asociamos con grandes cantidades, pero se trata de un error: podemos empezar a ahorrar 20€ o 50€, a largo plazo las cantidades pequeñas se convierten en importantes. La clave está en establecer rutinas», asegura Miguel Camiña, cofundador de Micappital.
Con el fin de contribuir a establecer tales rutinas, esta fintech ha diseñado una hoja de ruta para aquellos que deseen convertirse en ahorradores y, además, quieran dar el paso del ahorro a la inversión:
Presupuesto mensual. Calcular la media de los gastos fijos mensuales y réstelos a los ingresos para saber la cantidad de la cual es posible partir.
Traspasar a otra cuenta. Definir una cantidad mensual pequeña que, un día después de cobrar la nómina, se traspase automáticamente a otra cuenta. En caso de imprevistos siempre se podrá recuperar.
Acumular. Cuando se haya acumulado una cantidad mínima de 1.000€, habrá llegado el momento de empezar a pensar en sacarle rentabilidad a ese esfuerzo ahorrador.
Buscar asesoramiento. Para dar el paso de convertirse en inversor, elegir a un asesor que ayude a hacerlo de forma profesional y con un riesgo a su medida, diseñando un plan personalizado de inversión que tenga en cuenta la situación personal, la cantidad de ahorro que puede generar al mes y cuándo se va a necesitar el dinero.
Elegir la inversión. Se deberá elegir inversiones líquidas, que pueda deshacer si necesita el dinero, y diversificadas en fondos de diferentes países para minimizar los riesgos y aumentar su rentabilidad.
Automatizar el proceso. Una vez se haya elegido el plan de inversión, en el banco se pueden planificar aportaciones periódicas, de la misma forma que se hizo con el ahorro. De este modo se mantendrán los hábitos de ahorro y se contribuirá a aumentar la rentabilidad de su cartera.
Fuente Comunicae