La ecuación final entre responsabilidad financiera y rentabilidad económica

Con el Dectreto-Ley sobre la divulgación de información no financiera y diversidad, aprobado en noviembre del pasado año, se iniciaba «la era de la transparencia extrafinanciera», en palabras de Jaime Silos, director de Desarrollo Corporativo de Forética.

Esta trasposición de la directiva europea de divulgación de información no financiera ha exigido que determinadas grandes empresas y grupos de empresas, amplíen dicha información en el informe de gestión que acompaña las cuentas anuales, y se ha aplicado con efecto retroactivo al ejercicio 2017.

Aun admitiendo los puntos oscuros de esta normativa como, entre otros, la poca concreción del tipo de información no financiera a divulgar o la urgencia de preparar la relativa a 2017, que han podido inducir a rebajar su calidad y rigor, la perspectiva de Germán Granda, director General de Forética, es que «sin duda esta ley marca un hito en la calidad de la gestión de muchas organizaciones frente a inversores y la sociedad».

Es, sin duda, un paso al frente en la expansión de una “cultura de Responsabilidad Social”en las organizaciones. Es decir, del convencimiento de que la rentabilidad empresarial no está reñida, sino todo lo contrario, con el impacto positivo que su actividad puede tener en el entorno medioambiental y social, en la cadena de suministro oen las comunidades y entidades con las que se relaciona.

El Clúster de Transparencia, Buen Gobierno e Integridad, formado por 57 grandes organizaciones, ha evaluado cómo la buena gobernanza de los aspectos extrafinancieros contribuye a potenciar y preservar el valor de las organizaciones.

El estudio realizado en 2017 por el Clúster –El valor de la Gobernanza: Incrementando el retorno a través de la gestión extra financiera– y los resultados de las empresas socialmente responsables demuestran que la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) causa el incremento de la rentabilidad empresarial. Porque las empresas que están convencidas de ser agentes socialmente responsables, están mejor gobernadas y menos expuestas a riesgos y, en consecuencia, son más competitivas. Sin olvidar que mejoran su reputación y credibilidad ante sus grupos de interés, convirtiéndose así en “más elegibles” por inversores y en el mercado.

No nos detenemos ahora a considerar cómo, en la actualidad, los mercados financieros exigen a las entidades de crédito y otros agentes del sector, transparencia, buen gobierno y responsabilidad social; ni cómo la Inversión Socialmente Responsable (ISR) o los aspectos Ambientales, Sociales y de buen Gobierno (ASG), contribuyen a incrementar el valor esperado de la inversión y reduce la probabilidad de experimentar shocks.

Si nos trasladamos al ámbito empresarial, no cabe duda de que el primer requisito para ser una empresa socialmente responsable es obtener un beneficio o rentabilidad de la gestión de los recursos financieros entregados por los accionistas. Optimizar la gestión financiera es un aspecto estratégico clave dentro de esa buena gobernanza que impulsa la RSC. Consiste en saber rentabilizar los recursos financieros obtenidos o generados por la empresa, que están dedicados al desarrollo de su actividad ordinaria o a proyectos de inversión y expansión.

Una empresa puede beneficiarse mucho del uso de la tecnología para optimizar la gestión del circulante y la liquidez

La gestión financiera del capital circulante, procura en primer término optimizarlo, con el fin de alcanzar los objetivos de rentabilidad y solvencia del plan financiero a corto plazo. Además, una empresa responsable considera también cuál es el impacto de esta gestión en la cadena de suministro y busca que las relaciones con los clientes, proveedores, entidades de crédito, etc. se basen en la confianza y el compromiso.

En la actualidad, una empresa puede beneficiarse mucho del uso de la tecnología para optimizar la gestión del circulante y la liquidez en los procesos de la cadena de suministro. Por ejemplo, gestionando acuerdos de descuento por pronto pago con sus proveedores a través de una plataforma digital, en la que también pueden financiar dichos pagos. Este tipo de tecnología financiera está disponible en el mercado español gracias a BilliB, la solución de SCF (Supply Chain Finance) del grupo Everis. Con ella, una empresa obtiene rentabilidad de la gestión de los recursos financieros, en concreto de la gestión de la liquidez, al tiempo que financia a sus proveedores con sus excedentes de tesorería o con su capacidad de acceso a crédito.

Esta forma colaborativa de financiación de la cadena de suministro, que permite la herramienta de SCF BilliB, es parte de la estrategia de RSC de una empresa, ya que promueve que sus proveedores mejoren su salud financiera y facilita generar relaciones estables de confianza y compromiso recíproco con ellos.

Una empresa sostenible ve en este ejercicio de responsabilidad social financiera un primer paso de su RSC. Al mismo tiempo, está generando mayor rentabilidad para el propio negocio.

Con el uso del SCF se hace aún más patente la relación entre responsabilidad financiera y rentabilidad empresarial,pues logra queambas mantengan siempre una perfecta correspondencia, sea cual sea la fórmula o estrategia financiera practicada.