miércoles, 11 diciembre 2024

Uber se reafirma como ‘enemigo fantasma’ de los taxistas

Tras un inicio de año caliente en el sector del transporte, donde los taxistas tomaron las calles de las principales ciudades en varias ocasiones, ahora hay un momento de calma. Ese respiro sirve para que los grandes enemigos del taxi en España, Uber y Cabify, rearmen sus estrategias de negocio. Algo que necesitan para ser rentables cuanto antes.

En el caso de Uber, que esta semana ha dada a conocer sus resultados, por el momento sigue sin encontrar el punto medio entre crecer y que los números dejen de ser rojos. En concreto, la plataforma de chofer privado ha conseguido bajar un 9% sus pérdidas en el segundo trimestre a nivel global. Y además suman el dato positivo de que las reservas de vehículos siguen en aumento.

Pero la frialdad de los números no dejan lugar a dudas. Uber tuvo una pérdida neta de 645 millones de dólares, desde 708 millones en el primer trimestre y 991 millones en el cuarto trimestre del 2016.

Esta reducción se debe a los esfuerzos de la compañía estadounidense por controlar el gasto enorme en subsidiar tasas tanto para conductores como para clientes y en otras tácticas de competencia para pelear con rivales en mercados duros como el del sur de Asia.

¿Y los taxistas por qué tienen miedo a Uber?

Con las cifras sobre la mesa, parece que algo falla en Uber. Bien es cierto que el recorte en las pérdidas ha sido considerable, pero todavía están muy lejos de la rentabilidad. Entonces, ¿por qué hay tanto alboroto en el sector del taxi?

En realidad no se trata de esta compañía, ni de cualquier otra que tenga una práctica similar, el problema viene de su tecnología y, sobre todo, del modelo disruptivo para conseguir empleados baratos sin una necesidad estrecha de relación laboral. Esa es la clave.

Por otra parte, y pese a la pérdida de dinero, el número de reservas y usuarios de la ‘app’ sigue creciendo año a año. Además, su popularidad va en aumento, así como el reconocimiento de marca. Todo esto es lo que consume la moral entre los taxistas que, si nada lo remedia, volverán a agitar el otoño con manifestaciones de todo tipo.


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