La telenovela que ha logrado conquistar el interés de millones de telespectadores llega a esto con un capítulo verdaderamente apoteósico repleto de emociones encontradas. El día martes 1 de abril, Sueños de Libertad llega para dejarnos perderse en un laberinto de sentimientos: desde el dolor tácito de Digna hasta la complicidad de Joaquín y Luis por el cual el primero de ellos se va devolviendo un poco de luz.
Algunos personajes luchan para levantar una vida destrozada, otros, en cambio, parecen irse quedando atrapados en gentes de secretos y odios. El capítulo 278 traerá sorpresas, revelaciones embarazosas y, por supuesto, un plus de humanidad que ha dado sentido al fenómeno.
DIGNA Y EL PESO DE LA CULPA

Digna se encuentra atravesando su etapa más vulnerable. Después de haber dado por concluido su rol como gobernanta de la casa De la Reina, intenta a vuelva a reconducir su existencia, pero la sombra de Jesús no deja de perseguirla. Cada noche, el recuerdo de su muerte se convierte en un espectro que no le permite respirar. Sus hijos Joaquín y Luis alcanzan a percibir su sufrimiento, aunque ella persista a ocultarlo tras una sonrisa falsa.
Aun así, el destino la aguarda con una sorpresa. Luis, con esa sensibilidad que le otorga su singularidad, tiene reservada una pequeña sorpresa para su cumpleaños: un objeto que la redesplaza a tiempos más plenos. Tal gesto no solo le conmueve, sino que también le reafirma como pieza principal en los engranajes del porvenir de la empresa familiar. Es un recordatorio de que, a pesar de todo, su posterioridad sigue latente.
Pero no es esperanzador. Manuela, manipulada por las palabras venenosas de María, intenta incidir en la vida de Andrés y Begoña, sugiriendo que la recuperación de la última debería ser en casa. Andrés, sin embargo, no se deja manipular y le deja ver la realidad cruda. La lucha entre pasado y presente de Digna no ha hecho más que empezar.
Esa sorpresa de Joaquín es, sin embargo, mucho más que lo material. Mientras Digna va abriendo el regalo de su hijo Luis, el otro, Joaquín, prepara también algo que tiene que ver con antiguos compañeros de trabajo, pero ¿será este el aliciente a partir del cual su madre logre volver a creer en ella misma? Al mismo tiempo, la relación entre madre e hijos, en medio de la adversidad, se va encontrando cada vez más fuerte, pero la mirada de los otros constituye a la vez un obstáculo: ella, en el pueblo, continúa siendo la mujer que «no pudo hacer nada» para evitar la tragedia.
Don Pedro, por otro lado, que es siempre muy estratega, observa a distancia: Irene le ha hecho caer la cuña en relación con la muerte de Jesús y sabe, por tanto, algo que podría hacer cambiar la relación con Digna en toda su extensión; ¿lo utilizará para acercarse a ella o como un arma más en el juego de las fuerzas? La respuesta a dicha pregunta puede precipitar la misma orientación de los próximos capítulos.
AMOR EN TIEMPOS DE CAOS

Si hay una pareja capaz de amar entre las ruinas, esa es la de Andrés y Begoña; una noche juntos incrementa su conexión a las cotas más altas, pero el ambiente en la casa De la Reina, tenso, hace que permanezcan en vilo. Julia y Damián son como sombras acechantes, siempre al acecho, siempre amenazantes.
Sorprendentemente, a Begoña le da por proponer a Manuela como sustituta de Digna y sus alabanzas contrastan de manera muy brusca con la imagen que ha tratado de implantar María. Manuela, confusa, muestra a Gaspar y a Claudia el dilema que la devora: en su interior hay algo que le impide aceptar el puesto, el remordimiento, el miedo a enfrentarse a su propia verdad.
Y Andrés hace de faro para Begoña en medio de la tormenta. Su amor será la salvaguarda, pero ira también su mayor debilidad en medio de un mundo donde todos parecen llevar disfraz; ellos, la ballena y el niño, se aferran el uno al otro como si se aferraran al ancla.
Julia no deja escapar ninguna oportunidad para proseguir con sus intrigas. Coge a Damián y le dice que Begoña sólo quiere quedar bien con Manuela para poder decidir más en la casa. La desconfianza se expande como un puñado de hierbas silvestres y pronto podría destrozar también los momentos más íntimos de la pareja. Andrés, sin embargo, parece ser el primero en intentar romper con la dinámica. «Nadie nos va a separar», le dice a Begoña en uno de los momentos de intimidad, pero resulta más bien un reto al destino que una promesa.
María, en la casa de reposo, va haciendo su juego a distancia. No fue casual la conversación con Manuela: debe conseguir alguien de la familia que entre en los juegos de solicitaciones con Begoña. Va a conseguir romper la pareja o, todo lo que ha tramado, puede unirlos todavía más? El tiempo lo dirá, pero de momento, cada mirada entre Andrés y Begoña es un acto de resistencia.
CARMEN, TASIO Y DON PEDRO EN SUEÑOS DE LIBERTAD

Carmen se propone demostrar que su esquema de ventas a domicilio puede resultar exitoso, si hay que derrotar para ello su salud física. Las tantas horas extras empiezan a pasar factura, empieza a resquebrajarse su relación con Tasio, el cual, cansado y frustrado, culpa a Fina de dejarla sola; sin embargo, la responsable no es Fina, sino la ambición de Tasio.
Marta, más fiel que nunca a sus principios, no duda en enfrentarse a don Pedro al ver que este pasa por alto las advertencias sobre Carmen derivadas de su agotamiento. «No puedes tratar a la gente como si fueran máquinas», le grita; sin embargo, el patriarca de los de la Reina hace oídos sordos. Don Pedro está por encima de todos; para él lo que importa son los negocios, y la salud de las personas que le rodean le importa un pimiento.
En otro lugar de la narración, la aparición de Dario en la fábrica con la actitud que le caracteriza, algo inconfundible, deja a Pelayo e Irene más perplejos que aclarados. ¿Qué esconde esta vez el hermano mayor de los Carpena? Cada vez está más claro que el juego en el que se ven envueltos los personajes acaba por arrastrar a todo aquel que no se muestra como observador imparcial.
Carmen, cansada, comete una equivocación que puede costarle caro, ya que un pedido importante lo mezcla y Don Pedro, en cuanto se entere, no dudará en usarlo en su contra. Tasio, que al enterarse de lo sucedido tiene que decidir entre defenderla y reprocharle su manía del trabajo, pone a prueba su amor, y Fina tampoco puede mediar en esta ocasión. «Te estás perdiendo a ti misma», le dice Tasio, aunque Carmen ya no sabe parar.
Darío no ha ido a la fábrica casualmente. La casualidad hace que Pelayo le atrape revisando documentos. Cuando intenta disimular, comienza a haber tensión. «¿Estará conspirando con alguien?». La perspicacia de Irene, que siempre ha sido justa, hace que empiece a atar cabos. Si se descubre, puede explotar una guerra en la propia familia Carpena. El capítulo 278 es un mosaico de emociones, donde cada personaje lucha su propia batalla.