Las croquetas son uno de esos platos que le gustan a practicamente todo el mundo. Es una de las preparaciones nacionales de las que más orgullosos no sentimos. Están presentes en tapas, en comidas familiares, en picnics, en celebraciones informales…. Con una corteza crujiente y un interior cremoso, su versatilidad y sabor han conquistado paladares alrededor del mundo. Además, las croquetas son una excelente manera de aprovechar sobras, evitando el desperdicio de alimentos y transformando ingredientes simples en una verdadera delicia culinaria.
LAS MIL VERSIONES DE LAS CROQUETAS

Hoy te traemos esta receta de croquetas de calabacín y queso, combinamos la frescura del calabacín con la intensidad del queso para crear un bocado irresistible. Este plato no solo es delicioso y nutritivo, sino que también representa una forma inteligente y sabrosa de aprovechar los ingredientes de sobra que tenemos en casa. Su preparación, aunque requiere atención a los detalles, recompensa con creces el esfuerzo, ya que se convierte en un bocado que combina lo crujiente y lo cremoso en cada mordisco. Con estos consejos y técnicas, es fácil lograr croquetas perfectas que serán una verdadera locura en casa.
INGREDIENTES

Estos son los ingredientes para 6 personas:
- 2 calabacines
- 1 cebolla
- 1 zanahoria
- 2 espárragos verdes gruesos
- 40 g de harina de trigo
- 100 ml de caldo de verduras
- 350 ml de leche
- Aceite de oliva virgen extra
- 50 g de queso rallado (manchego, parmesano, al gusto)
- Para el rebozado: harina de trigo, pan rallado, 1 huevo
- Abundante aceite de oliva virgen extra suave para freír
PREPARAR LAS VERDURAS

Para comenzar, lavamos y picamos finamente los calabacines, los espárragos, la cebolla y la zanahoria. En una sartén grande, calentamos un chorro de aceite de oliva virgen extra y añadimos las verduras picadas. Cocinamos a fuego medio hasta que estén tiernas, removiendo de vez en cuando para evitar que se quemen.
Mientras tanto, preparamos el roux, esa mezcla de harina y grasa (en este caso el aceite de oliva) que es fundamental para lograr una bechamel perfecta. En otra sartén, calentamos 40 gramos de aceite de oliva virgen extra a fuego medio y añadimos 40 gramos de harina de trigo, removiendo constantemente con una cuchara de madera o un batidor de varillas. Este paso es crucial, ya que evita que la bechamel tenga grumos y asegura una textura suave. Cocinamos el roux durante unos minutos hasta que adquiera un ligero color dorado.
DEJAR ENFRIAR COMPLETAMENTE LA MEZCLA

Una vez que el roux esté listo, añadimos lentamente 100 ml de caldo de verduras y 350 ml de leche, sin dejar de remover. Es importante incorporar el líquido poco a poco y continuar removiendo para evitar grumos y lograr una mezcla homogénea. Cocinamos a fuego medio hasta que la bechamel espese y adquiera una consistencia cremosa.
En este punto, agregamos las verduras cocidas y 50 gramos de queso rallado, mezclando bien para integrar todos los ingredientes. Retiramos la mezcla del fuego y la dejamos enfriar. Este paso es esencial, ya que facilita el moldeado de las croquetas. Lo ideal es dejar reposar la masa hasta el día siguiente, aunque no es imprescindible. Una vez que la mezcla esté fría, formamos pequeñas bolas o cilindros con las manos.
DARLE FORMA A LAS CROQUETAS Y REBOZAR

El siguiente paso es el rebozado, que consiste en cubrir las croquetas con una capa crujiente que las haga irresistibles. Para ello, preparamos tres platos: uno con harina de trigo, otro con huevo batido y el tercero con pan rallado. Pasamos cada croqueta primero por la harina, luego por el huevo y finalmente por el pan rallado, asegurándonos de que queden bien cubiertas en cada paso. Este triple rebozado garantiza una textura exterior crujiente y dorada.
FREÍR PARA QUE QUEDEN CRUJIENTES

Para freír las croquetas, calentamos abundante aceite de oliva virgen extra suave en una sartén profunda. Es importante que el aceite esté bien caliente (aproximadamente 180°C) para que las croquetas se doren rápidamente sin absorber demasiado aceite. Freímos las croquetas en pequeñas tandas para no bajar la temperatura del aceite, girándolas con cuidado para que se doren uniformemente por todos lados. Una vez doradas, las retiramos con una espumadera y las dejamos escurrir sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
UN PAR DE TRUCOS

Para conseguir un rebozado perfecto, es esencial que las croquetas estén bien frías antes de freírlas, lo que ayuda a que mantengan su forma y evita que se rompan durante la cocción. También es recomendable utilizar un pan rallado de buena calidad y, si es posible, prepararlo en casa para asegurar una textura óptima.
Un truco extra para mejorar aún más las croquetas es añadir un toque de nuez moscada o pimienta blanca a la bechamel, lo que realza los sabores y aporta un matiz aromático. Asimismo, se puede experimentar con diferentes tipos de queso para variar el sabor, desde un manchego curado para un toque más intenso hasta un parmesano para una nota más delicada.
BENEFICIOS DE COMER MÁS CALABACÍN

El calabacín es un ingrediente estrella en esta receta no solo por su sabor suave, sino también por sus propiedades nutricionales. Rico en agua, el calabacín es bajo en calorías, lo que lo convierte en una opción ligera y saludable. Además, es una excelente fuente de vitamina C, vitamina A y folato, así como de minerales como el potasio y el magnesio. Su alto contenido en fibra favorece la digestión y contribuye a la saciedad.
LA CROQUETA VIENE DE FRANCIA

Históricamente, las croquetas tienen su origen en la cocina francesa del siglo XIX, aunque su popularidad se ha extendido a muchos otros países, especialmente en España. La palabra «croqueta» proviene del francés «croquer», que significa «crujir», en referencia a su característica corteza crujiente. Originalmente, las croquetas se preparaban con una base de bechamel y restos de carnes, pescado o vegetales, lo que las convertía en un plato ideal para aprovechar las sobras de manera creativa y deliciosa.