En la sección Gossip de Merca2 seguimos la historia más personal y emotiva de Ana Obregón, quien ha vuelto a abrir su corazón para hablar de su nieta Anita y del profundo vínculo que las une. Desde hace un par de años, los veranos de la actriz han cambiado radicalmente. Aquellas imágenes en bikini en las playas de Marbella o en las costas de Los Ángeles han quedado atrás. En su lugar, este año ha protagonizado una cuidada sesión fotográfica para la revista ¡Hola!, donde aparece acompañada de la pequeña, fruto de una historia tan sorprendente como conmovedora.
El nacimiento de Anita
En la primavera de 2023, la noticia de que Ana Obregón había sido madre por gestación subrogada recorrió todos los titulares. La sorpresa fue mayúscula cuando se supo que la niña era hija biológica de Aless Lequio, su único hijo, fallecido en 2020. Meses después, la propia Obregón explicaría que fue el deseo expreso de Aless que su hija viniera al mundo, algo que dejó por escrito antes de morir. Este gesto, cargado de significado, se ha convertido en el motor vital de Ana, que no ha dudado en defender su decisión ante las críticas.
En la citada entrevista, la presentadora no escatima en emoción al recordar el momento del nacimiento de Anita. «Cuando nació, empecé a llorar como una loca. Era tan clavadita a Aless de recién nacido que sentí que resucitaba», relata. Sus palabras transmiten la intensidad de ese instante, que ella describe como un reencuentro simbólico con su hijo. Asegura que las similitudes físicas entre padre e hija son tan evidentes que quienes dudaban de su origen han tenido que aceptar la realidad: «Es un clon. Pienso que Dios ha querido que sea así», añade con firmeza.
Lejos de esquivar las críticas que ha recibido por el procedimiento elegido, Ana se muestra reivindicativa: «Yo heredé de mi padre un cociente intelectual alto, y alguien con ese cociente de inteligencia no toma una decisión tan importante en su vida sin meditarlo mucho». Para ella, traer a Anita al mundo no fue un capricho, sino una elección profundamente meditada y respaldada por la voluntad de su hijo.
Este pasado mayo se cumplieron cinco años desde la muerte de Aless Lequio, un aniversario que Ana vivió con la misma intensidad emocional que el primer día. El joven falleció en 2020 tras más de dos años luchando contra el cáncer, y su ausencia dejó un vacío que su madre ha intentado llenar de la forma más fiel a sus deseos. Según cuenta, Aless sabía que sin su hija ella no habría podido continuar: «Él sabía que sin su hija yo me habría muerto». Estas palabras resumen la magnitud del gesto que él dejó por escrito en su testamento.
Las confesiones de Ana Obregón
En otras entrevistas, Ana ha confesado que llegó a perder la voluntad de vivir. «Estoy completamente en contra del suicidio. Estábamos en Barcelona en un piso, pedí cambiar un tercero por un séptimo. Desde un tercero no me iba a ir. Lo tenía súper estudiado. Yo lo iba a hacer, me iba a tirar», reconoce, en una de sus declaraciones más duras. Fue la idea de Anita, su futura nieta, lo que le dio un motivo para seguir adelante.
Las fotografías de la revista ¡Hola! fueron tomadas en «El Manantial», la casa familiar en Mallorca que su padre construyó hace décadas. Esta vivienda, cargada de recuerdos, ha sido un lugar de veranos inolvidables junto a Aless, pero también escenario de su duelo. Ana y sus hermanos han decidido ponerla a la venta, un paso que no deja de resultarle doloroso. «El primer verano aquí sin Aless fue tan terrible que no me acuerdo de nada», confiesa, explicando que a veces incluso lo llama por error. «Supongo que es una defensa del cerebro, para ayudarte a sobrevivir», reflexiona.
La relación de Ana con Anita está marcada por una dedicación absoluta. La actriz pasa prácticamente todo el día con ella y ha asumido con energía y entusiasmo el papel de madre y abuela. «Claro que la espalda está reventada, pero bendito cansancio», asegura, demostrando que el esfuerzo físico no es nada comparado con la satisfacción que siente. A sus 70 años, ha decidido cuidarse más que nunca, con el objetivo de estar junto a Anita el mayor tiempo posible: «Es lo único que tengo en el mundo y no quiero que le pase nada», afirma con determinación.
La conexión con su nieta es tan intensa que incluso objetos personales de Aless se han convertido en pequeños altares familiares. «Dejó una chaqueta en el sofá. Ahí está, no la he tocado. Y Anita lo sabe: eso no se toca, es de papá», cuenta. Este tipo de gestos, que podrían parecer simples detalles, forman parte de un ritual de memoria con el que Ana mantiene viva la presencia de su hijo en la vida de la niña.
En cada una de sus apariciones públicas, Ana Obregón deja claro que Anita es su prioridad absoluta. No solo ha reorganizado su vida en torno a ella, sino que también ha encontrado en la niña una razón para proyectarse hacia el futuro. Sus días transcurren entre cuidados, juegos y momentos compartidos, en los que, según ella, siente que revive parte de lo que vivió con Aless en sus primeros años.
El escándalo que ha generado Ana Obregón
El debate en torno a la gestación subrogada, que su caso reavivó en España, no ha logrado apartarla de su camino. Ana sostiene que la decisión estuvo guiada por el amor y el respeto a la voluntad de su hijo, y que las críticas no pueden restarle valor a lo que considera el acto más importante de su vida. Aunque su historia ha generado opiniones encontradas, ella se mantiene firme, convencida de que ha hecho lo correcto para cumplir el último deseo de Aless y asegurar que su legado continúe.
El paso del tiempo no ha mitigado el dolor por la pérdida, pero sí ha transformado la manera en que Ana lo enfrenta. Anita, con su presencia diaria, es el recordatorio constante de todo lo que su hijo significó para ella y de lo que aún puede construir. Para Ana, cada sonrisa de la pequeña es un triunfo sobre la tristeza y una confirmación de que, pese a la tragedia, aún hay motivos para vivir con intensidad.
En la sección Gossip de Merca2, esta historia no solo refleja el lado más íntimo de una figura mediática, sino también la capacidad de resiliencia de una madre que ha sabido reinventarse para honrar la memoria de su hijo. Entre recuerdos, emociones y nuevos retos, Ana Obregón sigue escribiendo un capítulo de su vida donde el amor, la determinación y la memoria se entrelazan de forma inseparable.
Hoy, la imagen de Ana ya no es la de la estrella del verano en playas glamurosas, sino la de una mujer que, con Anita en brazos, ha encontrado una nueva razón para sonreír. Y en cada gesto, en cada palabra y en cada recuerdo compartido, late la convicción de que Aless sigue presente, no solo en su corazón, sino también en la mirada de esa niña que, como ella misma dice, es «clavada a su padre».