Euskaltel y Telecable vuelven a aplazar la boda

La operadora vasca Euskaltel lleva un buen mes de febrero en bolsa desde que varios medios comenzamos a ver la luz al final del tunel en el largo tiempo postergado proceso de fusión con Telecable, que culminaría la creación de un gigante en el norte capaz de rivalizar en varias métricas con MásMóvil como cuarto operador. Sin embargo, parece que las cosas van a seguir como estaban, al menos de momento.

El cable del norte suma cerca de millón y medio de hogares pasados, con una penetración muy alta. Asimismo, suma una facturación de 750 millones y, lo que es más importante, un ebitda de unos 250 millones. La integración de Euskaltel y Telecable, uniendo por fin Galicia, Asturias y País Vasco, tendría todo el sentido estratégico del mundo, pero eso no significa nada si las partes no llegan a un acuerdo sobre el precio y, lo más importante, sobre el control de la compañía resultante y sobre su estrategia.

Enfriamiento

Aunque las conversaciones han llegado a un punto en el que el acuerdo parecía cerca de culminar con éxito, varias fuentes próximas a las mismas reconocen que cada día sin un anuncio, a estas alturas, implica necesariamente un enfriamiento en las discretas negociaciones que han venido manteniendo.

En un proceso en el que no hay subasta, sino que sólo se necesita llegar a un acuerdo entre dos partes aparentemente interesadas puede llegar un momento en el que la frustración lleva a la parálisis.

Además, ciertos movimientos de Zegona en el mercado hacen pensar que la fusión no es lo único que les interesa, que se han puesto de nuevo a trabajar sin pensar sólo en la integración y que están abiertos a otras oportunidades.

¿Qué ha podido paralizar la operación?

Uno de los impedimentos tradicionales es tan simple como que Euskaltel quiere comprar y Zegona no quiere vender, sino pasar a formar parte de la nueva compañía, con un papel preponderante y control sobre su estrategia. Los vascos, comandados por Kutxabank, no ven con buenos ojos ningún cambio que reduzca el valor político de la participación en País Vasco, mientras que los ingleses no van a regalar su participación sin tener algún grado de control.

Puede que las discusiones sobre la valoración estuviesen muy próximas, pero ése nunca había sido el mayor punto en disputa.

Tener capacidad de control excesivo en lo que muchos consideran como un activo estratégico más que una simple empresa es una barrera para un nuevo accionista como Zegona, mucho más pragmático e interesado en exprimir el potencial de la nueva compañía más allá del norte.

En todo caso, incluso si finalmente no se concluyen aquí las negociaciones, está claro que ambas compañías tendrán que unir sus caminos en algún momento. Da igual las veces que se abandonen mutuamente en el altar: Este matrimonio está destinado a producirse.