El Deutsche Bank vuelve a escena para atemorizar a los mercados

Deutsche Bank es uno de los pocos ejemplos prácticos de desastre que quedan en el sector bancario. Incluso, se podría entrar a valorar si es el peor de todos cuantos quedan, o estuvieron en algún momento de pie. Las cuentas que ofrece son un festín de números rojos y ratios negativos. Si se mira fuera de los libros la entidad germana no deja de ser una amalgama de (malas) influencias que le permiten atesorar niveles récords de litigios y multas.

El mayor banco germano, con una exposición al mercado de derivado de varias veces el PIB de Alemania, vuelve a enfrentarse a sus peores pesadillas. En 2018 el Deutsche Bank se está precipitando en bolsa de manera alarmante, en poco más de 30 sesiones acumula un 15,36% de caídas y tiene el dudoso honor de ser el valor que más pierde en el Eurostoxx 50 y también en el DAX alemán. Además, la entidad se acerca de manera alarmante a los mínimos que marcó en 2016, cuando todo el mundo especulaba con su caída como la de Lehman en 2008.

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Evolución bursátil del Deutsche Bank, frente al Goldman Sachs en verde y JP Morgan en morado.

La explicación del descalabro del Deutsche Bank es sencilla: la entidad es una máquina de perder dinero y lo seguirá siendo al menos en los próximos años. En los últimos años ha perdido cerca de 10.000 millones de euros -lo mismo que ha ganado en un año BBVA, Banco Santander y Caixabank-. No hace falta hilar muy fino, simplemente basta con observar que todos sus ratios de rentabilidad llevan en negativo desde 2015, aunque en 2017 algunos han conseguido revertirse. El beneficio por acción diluido por operaciones, según lo mide Bloomberg, lleva diez años consecutivos en contracción. Ahora, apenas representa un 10% de lo que era hace una década. Incluso si no se quiere viciar por el tema ‘burbuja’, el BPA respecto a 2009 es un 83% menor.

Las malas cifras que ha atesorado la entidad en los últimos años han obligado a contraer la estructura de la misma. La capitalización bursátil ha regresado a niveles que no se veían desde los mínimos marcados en 2016, y más atrás en el tiempo desde 1994 y 1995. En cuanto a activos totales ha vuelto a niveles de 2006, al igual que en ingresos netos que están al nivel de hace más de diez años. Uno de los pocos aspectos positivos de la entidad es que ha fortalecido su capital de máxima de máxima garantía, denominado Common Equity Tier 1, situándolo en el 14%, una de las cifras más altas del sector.

El problema es que el nuevo hundimiento del Deutsche BAnk está ocurriendo en un momento que debería ser prolífico para su negocio

El problema de todo lo anterior es que el nuevo hundimiento del Deutsche está ocurriendo en plena ola de fusiones, salidas a Bolsa y con los mercados en máximos, esto es el momento prolífico para su negocio. La banca de inversión, el principal segmento de negocio para el Deutsche Bank, no basa su desarrollo en el crédito, sino que está centrado en la gestión de inversión y patrimonio (bonos, acciones…) fusiones y adquisiciones o asesoramiento financiero. Por ello, es un problema que el Deutsche se hunda mientras su competencia en inversión como Goldman Sachs o JP Morgan tienen una revalorización media del 6% en lo que va de año.

No debería extrañar a nadie el mal rendimiento del Deutsche frente a otros bancos de inversión como los dos anteriores o Morgan Stanley, si se observa sus principales ratios. En la banca de inversión el denominado ROE, rentabilidad sobre , tiene todavía más importancia que en la banca retail. Al compararlo con su competencia, se ve el tamaño del desastre.

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Evolución del ROE del Deutsche Bank, frente a sus competidores.

Si se observa la evolución en la última década del Deutsche frente a sus competidores se entiende sus continuos problemas tanto a nivel de resultados como a captación de negocio. Asimismo, el ROA, rentabilidad sobre el capital, también da pistas de ese desfase con sus tres competidores cercando el 1%, frente al valor negativo del alemán. Al final, los resultados bursátiles no es más que una prolongación del negocio actual y de las expectativas en el futuro y la entidad hace aguas por ambas.

No hay miedo a la quiebra en Deutsche Bank

En algunos momentos de 2016, a finales de septiembre en especial, el Deutsche Bank estuvo a punto de quebrar. La acción en aquellos momentos se desplomo al conocerse que una serie de hedge funds habían empezado a retirar efectivo y posiciones del banco alemán. En la actualidad el problema no es tan acuciante, dista mucho de volver a vivir una crisis parecida, pero la caída en Bolsa es severa.

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La mejor manera de medir la posibilidad de que una entidad pueda quebrar son los CDS. Dichos instrumentos son una cobertura contra el incumplimiento crediticio por el hecho de que un emisor pueda declararse en suspensión de pagos. Dentro de estos CDS, lo que mide realmente el peligro de que un emisor pueda quebrar es el denominado ‘spread’ dentro del instrumento, cuando este ratio cambia bruscamente es sinónimo de peligro.

En el caso del Deutsche Bank, en sus peores momentos en 2016 alcanzó valores cercanos a los 500 puntos básicos. Ahora, el valor de dicho spread para la entidad germana está en los 150 puntos básicos muy por encima de la media, pero todavía lejos de valores anteriores en momentos críticos. En parte gracias, a la mejora de su capital CET1 fully loaded que significa que la entidad ahora tiene mayor solvencia.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2